Liturgia
Celebramos hoy una fiesta con boato capitalino a prop¨®sito de lo que antes fue otra vagamente fundacional de un reino que tard¨® m¨¢s de un siglo en institucionalizarse y varios en venirse abajo, y que poco antes de lo de ahora represent¨® un dato sem¨¢ntico para el resurgimiento del autogobierno y la autodeterminaci¨®n. Con los a?os, y de la mano del r¨¦gimen estatutario instaurado al amparo de la CE de 1978, la fecha denota un d¨ªa de fiesta agradecido en el que Valencia rememora un hecho de armas, la rendici¨®n de los moros municipales al Rey Jaume I, con una emotiva peregrinaci¨®n de la Senyera (sin el concurso del primigenio Pen¨® de la Conquesta que iz¨® el moro en la torre del Temple en se?al de rendici¨®n) por las calles de la ciudad entre v¨ªtores melifluos y paralelas profesiones de fe espa?ola por si acaso tal efem¨¦rides destilara alguna duda sobre el rumbo que la ciudadan¨ªa aut¨®ctona habr¨ªa tomado casi definitivamente trescientos a?os despu¨¦s de perder la foralidad manu militari. La historia, por eso, ya no puede cambiarse y ser¨ªa de necios ignorar que el propio Estatuto, en su carta de presentaci¨®n ya reserv¨® para los valencianos una f¨®rmula muy distinta a la vasca, o a la catalana, pongamos por caso, que ha tenido y tendr¨¢ consecuencias dif¨ªciles de eludir. Mientras el Art. 1 del Estatuto vasco declaraba con claridad que 'el Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresi¨®n de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Aut¨®noma dentro del Estado Espa?ol bajo la denominaci¨®n de Euskadi o Pa¨ªs Vasco, de acuerdo con la Constituci¨®n y con el presente Estatuto, que es su norma institucional b¨¢sica', y, tanto el Art. 1 del Estatuto de Catalu?a, como el del Estatuto de Galicia obviaban tambi¨¦n la referencia expresa a los t¨¦rminos del Art. 2 de la CE, eludiendo consignar en el texto la expresi¨®n Estado espa?ol, el EACV, en su Art. 1 recoge expresamente la f¨®rmula constitucional de que el derecho que el pueblo valenciano asume al autogobierno lo es dentro de 'la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola', dando a entender que, a diferencia de los estatutos de autonom¨ªa de Euskadi, Catalu?a y Galicia que proclaman su realidad nacional (Euskadi m¨¢s all¨¢ de los tres territorios hist¨®ricos que en la actualidad rige su estatuto de autonom¨ªa) el hecho identitario originario valenciano deviene en una referencia ret¨®rica a la forma de organizarse el pueblo valenciano en el hist¨®rico Reino de Valencia y no a su realidad nacional. A la vista de este detalle no es ocioso se?alar que nuestra fiesta nacional, la primigenia celebraci¨®n de la conquista catalano-aragonesa (una especie de acci¨®n de gracias de naturaleza religiosa), y la posterior, reciente y reivindicativa del D¨ªa Nacional del Pa¨ªs Valenci¨¤ se haya acomodado al esp¨ªritu de las reglas b¨¢sicas del Estatuto y constituya desde hace muchos a?os una escenificaci¨®n lit¨²rgica de fastos cuya proyecci¨®n pol¨ªtica es dirigida permanentemente a significar contenidos desligados de su efem¨¦rides originaria.
La Senyera es separada del Pen¨® para ser honrada, es recibida al son de un himno extra?o a su ancianidad, se la lleva a rendir pleites¨ªas, incluso religiosas, y se la rodea de una sobreexcitaci¨®n a la postre negadora de la foralidad, cuando no se la esgrime directamente contra los herederos de maulets, foralistas, soberanistas o como quiera que se llame a cuantos de todo ese escaparate echamos en falta un prop¨®sito pol¨ªtico para restituir de verdad a lo que queda de este pueblo de sus derechos hist¨®ricos.
Vicent.franch@eresmas.net
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