Pechos
Lo he visto este domingo en EL PA?S. Era una publicidad a toda p¨¢gina de la revista Intervi¨². 'El top less m¨¢s esperado. Fotos exclusivas', dec¨ªa la cosa. Atiza: ?pero de verdad hay alguien en su sano juicio en este pa¨ªs que est¨¦ esperando ansiosamente la publicaci¨®n en una revista de otra foto m¨¢s de una teta, por m¨¢s apellidos que posea ese pedazo de carne? En el anuncio, en efecto, se ve¨ªa una instant¨¢nea en sombra y en escorzo de lo que deb¨ªa de ser una mujer, porque sobre el fondo blanco quedaba claramente recortado el perfil de un pecho. No se dec¨ªa la identidad de la propietaria de ese fragmento corporal, y desde luego resultaba imposible reconocerla a trav¨¦s de la foto. M¨¢s abajo, unas gruesas letras proclamaban: 'No se hablar¨¢ de otra cosa'. Y lo m¨¢s triste y lo m¨¢s espeluznante es que es muy posible que tengan raz¨®n; porque, aunque en realidad nadie est¨¦ esperando esa supuesta exclusiva, luego la tonter¨ªa general en la que vivimos nos har¨¢ darle vueltas en la boca al cotilleo como quien chupa una pastilla aturdidora.
Que retratar el seno de una mujer, un accidente f¨ªsico de lo m¨¢s com¨²n y visto hasta la saciedad por todas partes, en las pel¨ªculas, en las playas o en la tele, pueda convertirse en un acontecimiento informativo de primer orden, es una muestra esplendorosa de lo tarados que estamos. Ver¨¢n, hay tant¨ªsimas otras cosas de las que hablar... Desde el cruel goteo de muertes de inmigrantes, ahogados en mares enemigos o engarabitados en la trampa asfixiante de alg¨²n cami¨®n pirata, a los ensordecedores tambores de guerra del fren¨¦tico Bush o a las declaraciones de los curas vascos, que tienen sus bemoles.
Todo esto puede resultar un poco obvio, pero conviene repetir la verdad aunque sea evidente, porque es cierto que corremos el riesgo de pasarnos unos d¨ªas hablando solamente de ese maldito pecho. No s¨¦ cu¨¢ndo sale Intervi¨² y todav¨ªa no me he enterado de la identidad de la mujer pechuda, una informaci¨®n que, a decir verdad, me la refanfinfla. Es m¨¢s, voy a ver si consigo la fenomenal proeza de no enterarme nunca. Frente a la necedad que nos seca el coraz¨®n y nos aturulla la cabeza, resistencia pasiva y sabotaje.
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