Arte en negro
Lo que hace inmediatamente reconocibles los cuadros de Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa (Montevideo, 1874-1949) es esa reja o parrilla que divide la superficie en varios compartimentos asim¨¦tricos, ocupados por diferentes signos o pictogramas elementales: el pez, la casa, el barco, la br¨²jula, el hombre, el reloj, el arco, el puente, los astros m¨¢s conocidos, la pir¨¢mide, el caracol, etc¨¦tera. Los diferentes espacios, colores y signos se nos presentan en su trama geom¨¦trica con el rigor de un supuesto teorema y a la vez con la proposici¨®n de una lectura abierta del mundo f¨ªsico. Con este lenguaje pict¨®rico, Torres-Garc¨ªa resolvi¨® la oposici¨®n entre figuraci¨®n y abstracci¨®n, que se negaba a aceptar; concili¨® su inclinaci¨®n por lo ordenado y equilibrado y por lo din¨¢mico y vital; y postul¨® una concepci¨®n 'constructivista' del espacio pict¨®rico ('?para qu¨¦ copiar la naturaleza si podemos construir catedrales?') que en los ¨²ltimos a?os de su vida, de vuelta a su Montevideo natal y despu¨¦s de darle la vuelta al mapa de Am¨¦rica a la voz de '?nuestro Norte es el Sur!', difundir¨¢ entre sus alumnos del Taller Torres-Garc¨ªa como un programa est¨¦tico v¨¢lido para cualquiera.
Hoy, cada vez que en una galer¨ªa de arte, en alg¨²n stand de Arco, en las p¨¢ginas de un cat¨¢logo ojeado al azar, descubrimos un ¨®leo de Torres-Garc¨ªa, una de sus pinturas sobre tabla, cubiertas de una caligraf¨ªa artesanal, voluntariamente tosca y primitiva, nos sorprendemos de que un artista de tan evidente excelencia y originalidad haya tenido que ser redescubierto. Pues muchos otros artistas bohemios de su ¨¦poca fracasaron en Par¨ªs tanto o m¨¢s que ¨¦l (Picasso y Mir¨® no le tomaron en serio), pero no han tenido que penar tan largamente. Es de sospechar que su origen y final repliegue suramericanos -o sea, en cuestiones culturales: suburbiales- han influido en ese lamentable ninguneo.
El caso es que la obra de Torres-Garc¨ªa ha pasado por un largo purgatorio. Hitos del proceso de rescate han sido la exposici¨®n del IVAM en 1997 Aladdin Toys (dedicada a los juguetes did¨¢cticos, h¨ªbridos de artesan¨ªa y producci¨®n industrial, que invent¨® como medio de ganarse el pan) y la definitivamente consagradora retrospectiva Torres-Garc¨ªa: un monde construit, que este a?o le ha dedicado el museo de arte moderno y contempor¨¢neo de Estrasburgo. El competente cat¨¢logo de la exposici¨®n nos invita a reconsiderar la historia de las vanguardias europeas, y a devolver al uruguayo errabundo, que residi¨® en Barcelona, en Madrid, en Par¨ªs y Nueva York, y en todas partes hall¨® incomprensi¨®n y recelo (en parte provocado por su af¨¢n did¨¢ctico y su voluntad de dirigir a colegas renuentes a aceptar magisterios no solicitados), al muy destacado lugar en ellas que le corresponde.
Era hijo de un emigrante espa?ol que regres¨® en 1891 a Barcelona. Torres-Garc¨ªa se form¨® en esta ciudad, compartiendo bancos con Nonell, Mir, etc¨¦tera, y particip¨® activamente en el movimiento noucentiste, un neoclasicismo mediterrane¨ªsta. En esta est¨¦tica consigui¨® algunos contratos oficiales para pintar murales en el sal¨®n Sant Jordi del palacio de la Diputaci¨®n (hoy Generalitat) o colaborar con Gaud¨ª. Pronto el color de su suerte vir¨® a negro. Las malas cr¨ªticas, la cancelaci¨®n de encargos e incluso la destrucci¨®n de sus obras, en fin, la pobreza, le invitaron a poner tierra de por medio.
En Par¨ªs, en 1928, Torres-Garc¨ªa ya ha descubierto el constructivismo y advierte que los artistas ligados a las nuevas corrientes de la abstracci¨®n deben organizarse para dar la batalla a la secta intelectualmente dominante en la capital art¨ªstica, la del surrealismo alrededor de Breton. A tal efecto funda Cercle et Carr¨¦ (C¨ªrculo y Cuadrado), un grupo muy numeroso y vario, de vida ef¨ªmera, en el que figuraban Mondrian, Van Doesburg y muchos otros artistas de diferentes pa¨ªses, no s¨®lo afincados en Par¨ªs. La revista con el mismo nombre s¨®lo publicar¨¢ un n¨²mero. Torres-Garc¨ªa postulaba una arquitectura del cuadro, una 'construcci¨®n' no necesaria o absolutamente abstracta, que admit¨ªa elementos de representaci¨®n reducidos a su esqueleto simb¨®lico. Sin duda apreciaba los hallazgos de Mondrian, pero ve¨ªa en ¨¦l un callej¨®n sin salida: el peligro, para quienes siguiesen su camino, de reducir la pl¨¢stica a lo meramente decorativo, a elegantes equilibrios de colores y formas. Pronto los conflictos internos le empujaron a darse de baja del grupo. Torres-Garc¨ªa apoy¨® su pr¨¢ctica con numerosos textos te¨®ricos, centenares de conferencias, manifiestos, art¨ªculos, ensayos, revistas. En 1937, de vuelta a Montevideo, donde pudo desarrollar su vocaci¨®n did¨¢ctica, redact¨® una autobiograf¨ªa: Historia de mi vida.
Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa. Fundaci¨®n ICO. Zorrilla, 3. Madrid. Desde el 22 de octubre hasta el 12 de enero de 2003.
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