El osario de Orfeo
'?Qu¨¦ pervive en la tierra / cuando la pasi¨®n ha huido / y en el aire -como una ola lejos de la arena se deshace en otra ola- queda / un sonido que nos fue familiar, / un olor ¨ªntimo, un fr¨ªo ¨¦xtasis?'. Sobre esta pregunta gira Desde otra edad, ¨²ltimo libro de poemas de Manuel ?lvarez Ortega (1923).
La naturaleza marina ha tenido siempre una presencia relevante en la obra del poeta cordob¨¦s. Unas veces como metamorfosis simb¨®lica de lo humano: paisaje transformado en cuerpo o viceversa; y otras como un gran decorado, una impresionante escenograf¨ªa a trav¨¦s de la cual un h¨¦roe ca¨ªdo cuenta su dolor por la muerte, el amor, el tiempo y el exilio de una patria tel¨²rica. Porque, para el poeta, El hombre de otro tiempo (1954) fue el Dios de un d¨ªa (1962) ahora en el Exilio (1955). La playa, en los libros mencionados, as¨ª como en Oficio de los d¨ªas (1969), era un espacio sagrado donde se consumaba el amor y, por tanto, donde el existir se hab¨ªa alzado -al menos temporalmente- sobre la muerte. Pero la playa en Desde otra edad es ya bien distinta. Est¨¢ desierta por el invierno y cubierta de derelictos: El poeta pasea en medio de esta desolaci¨®n y se refugia en una casa. Las habitaciones de aquel hotel, donde el sexo iba multiplicando la vida, est¨¢n ahora vac¨ªas. La liturgia del cuerpo se ha convertido en liturgia de la nostalgia, en el culto a una gran ausencia, '...la nada sobre la casa y sus n¨®madas moradores'. Los t¨¢banos 'malcomen el sexo' y esa fuente seminal que se consume, seca tambi¨¦n la memoria y la escritura. La memoria del amor y la memoria del ser. 'La memoria que nadie salvar¨¢ / en ning¨²n otro reino'. El poeta mira a trav¨¦s de los grandes ventanales de su existencia y ve c¨®mo se bate 'el oscuro mar de la desdicha'; c¨®mo su rostro toma la forma del poniente, '?qui¨¦n logra vestir su rostro con otro rostro...'; c¨®mo se desvanece el deseo, 'o en su ancianidad se conforma'. Aquellos cuerpos que fueron esplendor en la playa, yacen camuflados sobre las arenas en espera de ser materia de la misma: 'Ah, lo sabes, no hay salvaci¨®n'. El hombre sin sexo, el hombre amorfo, el hombre sin deseo, el hombre sin creatividad debe recurrir al 'fr¨ªo ¨¦xtasis', a la contemplaci¨®n, a la metaf¨ªsica. Aprender a vivir fuera del cuerpo en holocausto, aprender a vivir en castidad: otra forma de amar plat¨®nica. El hombre despojado ya de todo, ?no est¨¢ as¨ª m¨¢s cerca de Dios que es un ir 'hacia donde no regresa el tiempo'?
DESDE OTRA EDAD
Manuel ?lvarez Ortega Devenir. Madrid, 2002 60 p¨¢ginas. 7,51 euros
Desde otra edad es un ¨²nico y largo poema (como lo es toda la extraordinaria obra de ?lvarez Ortega iniciada en el a?o 1948 con La huella de las cosas), un inquietante oratorio. Mantiene el mismo tono desgarrado y nihilista que otros vol¨²menes anteriores, pero a la vez indaga sobre la consolaci¨®n pante¨ªsta de las ruinas carnales. ?Es la vida s¨®lo polvo enamorado, ceniza, o por el contrario la espuma dorada de las olas que iluminan la noche?: '...el ser que no eres tendr¨¢ habitaci¨®n en el tiempo, ser¨¢ un escombro inmortal, / cuerpo entre otros cuerpos // Nunca, nunca la ¨²ltima conciliaci¨®n / tiene lugar m¨¢s all¨¢ de la sombra que en el osario se refleja'. Esta duda sobre el tr¨¢nsito del ser cierra el nuevo y magn¨ªfico poemario de ?lvarez Ortega repleto de meditaciones.
En Intratexto (1997), ?lvarez Ortega escribi¨® que la poes¨ªa iba m¨¢s all¨¢ de todo entendimiento 'se posesiona de todo espacio, habitado o no por la raz¨®n'. La poes¨ªa, para el autor de Desde otra edad, busca el absoluto, la verdad ¨²ltima, la revelaci¨®n, otra realidad superior que permite aceptar el lado oscuro del mundo en donde el creador est¨¢ inmerso. Y a?ad¨ªa que la poes¨ªa exced¨ªa 'a las palabras, los signos, ni siquiera el conocimiento que persigue le es suficiente'. Con este nuevo libro, el autor, sin duda, a?ade una nueva y preciosa reliquia al 'osario de Orfeo'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.