La esperanza de las c¨¦lulas madre
La Constituci¨®n espa?ola proclama en su art¨ªculo 1 la igualdad ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminaci¨®n alguna por raz¨®n de nacimiento, raza, sexo, religi¨®n, opini¨®n o cualquier otra condici¨®n o circunstancia personal o social (art¨ªculo 14). Pues bien, la desigualdad de situaci¨®n en que se encuentran las personas minusv¨¢lidas o enfermas motiva, en coherencia con lo anterior, que nuestra Constituci¨®n ordene a los poderes p¨²blicos (art¨ªculo 49) que realicen una pol¨ªtica de previsi¨®n, tratamiento, rehabilitaci¨®n e integraci¨®n de este colectivo de ciudadanos, ampar¨¢ndoles para el disfrute de tal derecho. Y sin lugar a dudas, la principal manifestaci¨®n del derecho a la igualdad de las personas minusv¨¢lidas y/o enfermas es la protecci¨®n de su derecho a la salud, que reconoce el art¨ªculo 43. Si el origen de la desigualdad de las personas discapacitadas, arranca de la p¨¦rdida de la salud o de una salud nunca adquirida, el compromiso de los poderes p¨²blicos en la protecci¨®n, tratamiento y recuperaci¨®n de la salud de las personas minusv¨¢lidas se convierte en un objetivo fundamental, oblig¨¢ndoles a arbitrar los recursos que permitan el mejor desarrollo posible en la investigaci¨®n biom¨¦dica, dirigida a la superaci¨®n de enfermedades hoy irreversibles.
'Rebelarse cient¨ªficamente contra la enfermedad es adoptar una posici¨®n humana, sana y positiva'
Precisamente hoy, cuando la ciencia m¨¦dica alumbra perspectivas trascendentales para la posible superaci¨®n de enfermedades irreversibles, a trav¨¦s de t¨¦cnicas como la selecci¨®n de embriones y la clonaci¨®n de embriones humanos con fines terap¨¦uticos o mejor llamada, t¨¦cnica de trasplante nuclear, con la que se pretende la obtenci¨®n de c¨¦lulas madre capaces de producir tejidos humanos para su implante en el paciente enfermo; y cuando, al mismo tiempo, se cuestionan y se combaten estos posibles progresos cient¨ªficos, muchas veces desde posiciones dif¨ªcilmente explicables, incluso ¨¦ticamente; es necesario exigir a nuestros gobernantes una actitud solidaria, decidida y avanzada en el desarrollo de estas t¨¦cnicas de investigaci¨®n con fines terap¨¦uticos, en el contexto de un nuevo marco jur¨ªdico adecuado a esta nueva realidad cient¨ªfica.
Rebelarse cient¨ªfica y socialmente contra la enfermedad es adoptar una posici¨®n humana, sana y positiva, en la consideraci¨®n de cualquier patolog¨ªa hoy incurable y sus consecuencias sociales. Y es as¨ª, porque significa pasar de una concepci¨®n fatalista de la enfermedad como fen¨®meno instaurado socialmente, a una actitud de lucha y combate contra ¨¦sta, potenciando los avances en la investigaci¨®n y el tratamiento asistencial, en orden a eliminar sus secuelas. Por ello, debemos afrontar desde la solidaridad y la racionalidad un debate social positivo y exento de manipulaciones interesadas, que posibilite la promulgaci¨®n de leyes avanzadas que permitan el acceso a v¨ªas de investigaci¨®n biom¨¦dica hoy confirmadas cient¨ªficamente, para la superaci¨®n de enfermedades irreversibles, y en el contexto del respeto a la dignidad de la persona humana.
Los recientes descubrimientos han desatado una interesada carrera entre las empresas del sector por desarrollar tratamientos celulares; y sin duda, la brecha tecnol¨®gica entre los pa¨ªses ricos y pobres se agudizar¨¢ de forma irreversible si la comunidad pol¨ªtica internacional no afronta este reto con rigor y valent¨ªa. La decisi¨®n de los gobiernos brit¨¢nico y sueco de autorizar la clonaci¨®n de embriones humanos con fines m¨¦dicos y el desarrollo avanzado ya de esta l¨ªnea de investigaci¨®n por el sector privado en Estados Unidos, suponen un envite a toda la humanidad que exige una respuesta unitaria. La Carta de Derechos Fundamentales de la Uni¨®n Europea aborda t¨ªmidamente y sin fuerza jur¨ªdica alguna esta cuesti¨®n, prohibiendo la clonaci¨®n reproductora de seres humanos; pero deja sin respuesta enormes campos que abre la investigaci¨®n sobre embriones humanos con fines terap¨¦uticos. La comunidad cient¨ªfica exige leyes claras y avanzadas que fijen l¨ªmites racionales y ¨¦ticos, pero que no impidan recorrer los caminos que la propia dignidad humana exige. La sociedad exige tambi¨¦n informaci¨®n rigurosa para poder opinar y decidir.
Sin embargo, los nuevos cruzados nos amenazan de nuevo con su intransigencia, ignorando las demandas de afectados y cient¨ªficos. Como se?ala Jes¨²s Mosterin, 'son los mismos que condenaron a Cop¨¦rnico, quemaron a Bruno, encarcelaron a Galileo y trataron de desterrar la teor¨ªa de Darwin de las escuelas. No hay que hacerles m¨¢s caso que a los que despotricaron contra el n¨²mero 13. Lo que necesitamos no son anatemas ni supersticiones, sino una mirada clara y sin prejuicios, una ¨¦tica basada en la racionalidad y una mejor informaci¨®n cient¨ªfica'.
?Lograr¨¢n una vez m¨¢s imponernos sus personales creencias? La respuesta la tenemos todos los ciudadanos, en especial quienes sufrimos la desigualdad. Debemos alzar nuestra voz y salir de la oscuridad. El respeto a nuestra dignidad como seres humanos as¨ª lo exige.
Jos¨¦ Ram¨®n Ju¨¢niz preside Abogados del Mundo en la Comunidad Valenciana y Vicente Valero es presidente de la Coordinadora de Disminuidos F¨ªsicos de la Comunidad Valenciana.
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