El experimento m¨¢s bello de la f¨ªsica
La comprobaci¨®n de la naturaleza cu¨¢ntica de los electrones gana una votaci¨®n
Cuando Robert P. Crease, del departamento de Filosof¨ªa de la Universidad Estatal de Nueva York e historiador del Laboratorio Nacional Brookhaven de Estados Unidos, pidi¨® recientemente a los f¨ªsicos que nombraran el experimento m¨¢s bello de todos los tiempos, los 10 finalistas fueron fundamentalmente interpretaciones solistas en las que, como m¨¢ximo, hab¨ªan participado unos pocos ayudantes. La mayor¨ªa de los experimentos -enumerados en la edici¨®n de septiembre de Physics World- tuvieron lugar sobre una mesa y ninguno de ellos precis¨® m¨¢s poder de computaci¨®n que una regla de c¨¢lculo o una calculadora.
Lo que tienen en com¨²n estos experimentos es que resumen esa escurridiza cualidad que los cient¨ªficos denominan belleza. Se trata de la belleza en su sentido cl¨¢sico: la simplicidad l¨®gica del aparato, como la simplicidad l¨®gica del an¨¢lisis, parece tan inevitable y pura como las l¨ªneas de un monumento griego. Confusi¨®n y ambig¨¹edad quedan moment¨¢neamente al margen y se aclara algo nuevo sobre la naturaleza.
El experimento que ha quedado en primer lugar es uno que, curiosamente, no lleva el nombre de ning¨²n cient¨ªfico. Cuando por fin se hizo, adem¨¢s, en 1961, casi nadie se enter¨®, porque todo el mundo daba por hecho el resultado. Se trata del experimento de la interferencia (hecho por Thomas Young a principios del siglo XIX con luz), aplicado a los electrones. Una demostraci¨®n elegante y sencilla, aunque dif¨ªcil de hacer, de la naturaleza cu¨¢ntica del electr¨®n.
Empecemos por Young. Newton no siempre ten¨ªa raz¨®n. Con diversos argumentos hab¨ªa convencido a los cient¨ªficos en general de que la luz consiste exclusivamente en part¨ªculas en lugar de ondas. Hacia 1803, Young, m¨¦dico y f¨ªsico brit¨¢nico quiso comprobar esta idea. Hizo un agujero en una persiana, lo cubri¨® con un trozo grueso de papel que taladr¨® con un diminuto punz¨®n y utiliz¨® un espejo para desviar el fino haz de luz que pasaba a su trav¨¦s. Despu¨¦s cogi¨® 'un trozo de cart¨®n, aproximadamente de tres mil¨ªmetros de grosor' y lo puso de canto en el recorrido del haz, dividi¨¦ndolo en dos. El resultado fue una sombra de bandas alternativas de luz y oscuridad, fen¨®meno que s¨®lo pod¨ªa explicarse si los dos rayos se relacionaban como ondas.
Las bandas de luz aparec¨ªan donde se solapaban dos picos de onda, reforz¨¢ndose mutuamente, mientras que las bandas oscuras marcaban el lugar en que un pico se alineaba con un seno, neutraliz¨¢ndose mutuamente. La demostraci¨®n se repiti¨® luego muchas veces utilizando una tarjeta con dos agujeros para dividir el haz. Estos experimentos denominados de doble rendija se convirtieron en la norma para determinar la naturaleza ondulatoria, hecho que se volver¨ªa especialmente importante un siglo despu¨¦s, cuando se inici¨® la teor¨ªa cu¨¢ntica (5? en la lista).
Sin embargo, ni Newton ni Young estaban en lo cierto respecto a la naturaleza de la luz. Aunque no est¨¢ sencillamente compuesta de part¨ªculas, tampoco puede describirse simplemente como una onda. En los primeros cinco a?os del siglo XX, Max Planck y despu¨¦s Albert Einstein demostraron, respectivamente, que la luz se emite y se absorbe en paquetes o cuantos, denominados fotones. Pero otros experimentos siguieron verificando que la luz tambi¨¦n se comporta como una onda.
Hizo falta la teor¨ªa cu¨¢ntica, desarrollada durante las d¨¦cadas siguientes, para reconciliar la forma en que las dos ideas pod¨ªan ser verdaderas: los fotones y otras part¨ªculas subat¨®micas -los electrones, los protones y dem¨¢s- presentan dos cualidades complementarias; son part¨ªculas y son ondas.
Para explicar la idea, a los dem¨¢s y a s¨ª mismos, los f¨ªsicos sol¨ªan usar un experimento imaginario en el que se repite la demostraci¨®n de la doble rendija de Young con un haz de electrones en lugar de un haz de luz. Obedeciendo las leyes de la mec¨¢nica cu¨¢ntica, el flujo de part¨ªculas se divide en dos, y los flujos menores interfieren entre s¨ª dejando el mismo tipo de patr¨®n de interferencia (l¨ªneas de luz y sombra) que la luz proyectaba. Las part¨ªculas actuar¨ªan como ondas.
Seg¨²n el director de Physics World, fue en 1961 cuando se hizo de verdad el experimento. El autor fue Claus J?nsson, de la ciudad alemana de Tubinga, que lo public¨® en la revista Zeitschrift f¨¹r Physik. Luego, en 1989, el experimento fue reproducido con un solo electr¨®n y publicado en una revista de Estados Unidos. En aquel momento ya nadie se sorprendi¨® del resultado, que fue absorbido an¨®nimamente por la ciencia.
Los m¨¢s modernos
- La gota de aceiteEn 1897, el f¨ªsico brit¨¢nico J. J. Thomson hab¨ªa determinado que la electricidad consist¨ªa en part¨ªculas de carga negativa: los electrones. Qued¨® en manos del estadounidense Robert Millikan medir su carga en 1909. Con un pulverizador de perfume, roci¨® el interior de una c¨¢mara transparente con min¨²sculas gotas de aceite. En la parte superior e inferior hab¨ªa placas de metal conectadas a una bater¨ªa. Como cada gotita cog¨ªa una peque?a carga de electricidad est¨¢tica mientras viajaba por el aire, se pod¨ªa controlar la velocidad de su descenso alterando el voltaje de las placas. Lleg¨® a la conclusi¨®n de que la carga s¨®lo pod¨ªa asumir determinados valores fijos. El m¨¢s peque?o era la carga del electr¨®n (3?). - El n¨²cleo at¨®micoCuando Ernest Rutherford experimentaba con la radiactividad en Manchester en 1911, se cre¨ªa que los ¨¢tomos eran cuerpos blandos con carga el¨¦ctrica positiva y electrones en su interior: el modelo del bud¨ªn de pasas. Pero al disparar min¨²sculos proyectiles con carga positiva (part¨ªculas alfa) a una fina l¨¢mina de oro, se qued¨® sorprendido de que un peque?o porcentaje de ellos rebotara. Rutherford calcul¨® que la mayor parte de la masa deb¨ªa de estar concentrada en lo que actualmente se denomina n¨²cleo, con los electrones a su alrededor. (9?).
Otros finalistas por orden cron¨®logico
- La circunferencia de la TierraA partir de observaciones sobre la sombra del Sol en el solsticio de verano, Erat¨®stenes, director de la biblioteca de Alejandr¨ªa en el siglo III antes de Cristo, lleg¨® a la conclusi¨®n de que la Tierra deb¨ªa de tener 250.000 estadios de circunferencia. Es imposible saber lo preciso que fue su c¨¢lculo, pero algunos dicen que s¨®lo se equivoc¨® en un 5% (7? lugar). - La ca¨ªda de los cuerposA finales del siglo XVI, todo el mundo cre¨ªa que los objetos pesados ca¨ªan m¨¢s r¨¢pido que los ligeros. Galileo Galilei, de la Universidad de Pisa, fue lo suficientemente imprudente como para cuestionar la sabidur¨ªa com¨²n. La historia ha pasado al folclor de la ciencia: se dice que dej¨® caer dos pesos distintos desde la torre inclinada de la ciudad para demostrar que ca¨ªan a la vez. (2?). - Objetos en planos inclinadosArist¨®teles habr¨ªa predicho que la velocidad de una bola rodante era constante. Galileo fue capaz de demostrar que la distancia en realidad es proporcional al cuadrado del tiempo: si se dobla, la bola recorrer¨ªa el cu¨¢druple de distancia. La raz¨®n es que se ve constantemente acelerada por la gravedad (8?). - Descomposici¨®n de la luzLa creencia general era que la luz blanca es la forma m¨¢s pura (Arist¨®teles de nuevo) y, por lo tanto, la luz coloreada debe haber sido alterada de alguna forma. Newton hizo hacia 1665 pasar un rayo de luz solar por un prisma de cristal y demostr¨® que se descompon¨ªa en un espectro. La conclusi¨®n de Newton fue que, en realidad, esos colores proyectados eran los fundamentales. (4?). - La balanza de torsi¨®nA finales del siglo XVIII, un cient¨ªfico ingl¨¦s, Henry Cavendish, decidi¨® averiguar la fuerza de la gravedad. Utiliz¨® una balanza de torsi¨®n, en un experimento extraordinariamente bien dise?ado. El resultado fue un c¨¢lculo enormemente preciso de la constante de gravitaci¨®n, y con ella Cavendish pudo calcular la densidad y la masa de la Tierra. (6?). - El p¨¦ndulo de FoucaultCon un cable de acero de 67 metros de largo, el cient¨ªfico franc¨¦s Jean-Bernard-L¨¦on Foucault suspendi¨® en 1851 una bola de hierro de 28 kilos de la c¨²pula del Pante¨®n en Par¨ªs y la puso en movimiento. Para marcar su progreso, peg¨® una pluma a la bola y coloc¨® debajo, en el suelo, un anillo de arena h¨²meda. Los espectadores se quedaron asombrados porque el p¨¦ndulo parec¨ªa rotar. Foucault hab¨ªa demostrado que la Tierra gira sobre su eje. (10?).
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