El pr¨ªncipe Felipe pide que los premios sean la voz de los abandonados
Han transcurrido ya muchos a?os desde que comenzamos a celebrar este solemne acto, y es una gran alegr¨ªa ver c¨®mo nuestros Premios refuerzan su andadura y son, cada vez m¨¢s, una realidad cultural y social de primera magnitud.
Lo que fue al principio apenas un proyecto ilusionado y un reto lleno de dificultades es hoy una gran obra prestigiada y s¨®lida, con creciente eco internacional y, por ello, abierta al mejor de los futuros.
El logro de estas conquistas, que bien s¨¦ que no ha sido f¨¢cil, hace verdadera la convicci¨®n del fil¨®sofo de que nuestras vidas cobran su sentido m¨¢s profundo cuando nos esforzamos en hacer realidad nuestros sue?os. [...]
Para revivir un a?o m¨¢s todos estos sentimientos, regreso a Asturias con la emoci¨®n de quien regresa al hogar, a una tierra donde nunca faltan el afecto y el calor humanos. Los asturianos han sabido siempre abrirse a todos los mundos, dialogar, entregarse valerosamente a las causas m¨¢s nobles. En circunstancias tan especiales como la que hoy nos convoca, se unen para acoger con sincera y noble hospitalidad a quienes vienen desde tantas partes de nuestra Europa y de otros continentes para disfrutar con nosotros de un d¨ªa inolvidable. Asturias sabe lo mucho que aprecio y valoro esta generosa actitud hacia los Premios que llevan mi nombre. Otra vez esta querida ciudad de Oviedo ser¨¢ el foro en el que reflexionemos en voz alta sobre nuestras m¨¢s vivas preocupaciones, muchas de ellas consecuencia directa de los cambios que convulsionan el mundo y lo transforman con incontenible fuerza.
'Su lucha fortalece nuestra fe en un mundo m¨¢s justo y fraternal'
'La relaci¨®n de los premiados es un est¨ªmulo para la creatividad'
Anhelamos que nuestros Premios sean la voz de quienes tantas veces no la tienen, la voz de los abandonados, la de los que sufren injusticia, la de los que defienden la libertad y son perseguidos por defenderla. Su lucha, que nunca dejar¨¢ de ser nuestra lucha, fortalece nuestra fe en que es posible un mundo m¨¢s justo y fraternal, libre del terror y de los fanatismos. No queremos renunciar a la esperanza, a seguir creyendo, como dice el precioso verso del inolvidable Borges, que 'cada aurora maquina maravillas'.
La relaci¨®n de premiados de este a?o, al igual que en anteriores convocatorias, es de una extraordinaria relevancia. Expresa con nitidez la vocaci¨®n m¨¢s profunda de nuestros Premios de ser conciencia viva de nuestro tiempo, est¨ªmulo de creatividad y aliento de los m¨¢s altos valores. Queremos que sirvan de ejemplo para toda la sociedad, especialmente para nuestra juventud, a la que nunca olvidamos. [...]
Los primeros pasos del siglo XXI nos han tra¨ªdo un mundo apasionante, testigo de vertiginosos cambios, imprevisible, lleno de incertidumbres y de riesgos, pero tambi¨¦n de oportunidades. Vivimos conquistas insospechadas de la ciencia, actos sublimes de la creaci¨®n art¨ªstica y acciones heroicas de solidaridad que trascienden fronteras. Paralelamente, y con evidentes dimensiones globales, se alzan la pobreza, el hambre y la emigraci¨®n masiva e incontrolada, as¨ª como la ignorancia, el fanatismo y el terror, en formas nuevas, diversas y destructoras. Unos problemas a los que se enfrenta la humanidad y cuya soluci¨®n constituye uno de los grandes desaf¨ªos de nuestro tiempo.
Sin embargo, como siempre ha sucedido, las puertas de la esperanza siguen abiertas, porque la historia nos ense?a que todas las tragedias y fracasos, todas las dificultades, por extraordinarias que sean, no han impedido que la humanidad siga avanzando hacia un mundo mejor. Un mundo nuevo que inevitablemente tendr¨¢ que ser regido por una ¨¦tica global que, respetando la diversidad de culturas, una a todos los pueblos en torno a valores universalmente compartidos que permitan una convivencia en paz y libertad.
A lo largo de este discurso he utilizado varias veces una de las m¨¢s hermosas palabras que ha acu?ado nuestro idioma, la palabra esperanza. Quiero ahora invocarla de nuevo al agradecer a nuestros premiados su presencia en este acto, pues con su vida y su obra nos hacen sentirla desde lo m¨¢s hondo. Ellos, tambi¨¦n, simbolizan el anhelo de concordia, de cooperaci¨®n y de solidaridad que est¨¢ presente en nuestros Premios, no solamente porque algunos de ellos llevan estos mismos nombres, sino, adem¨¢s, porque el deporte, las artes, la investigaci¨®n cient¨ªfica, la literatura o las ciencias sociales son actividades nacidas de la necesidad de comunicarnos y entendernos con nuestros semejantes, de compartir sentimientos, experiencias y proyectos. Son, en definitiva, actividades nacidas para unir y no para separar. De la uni¨®n, de la cooperaci¨®n, han surgido las grandes empresas humanas. Una uni¨®n que no significa uniformidad, sino f¨¦rtil suma de variedades, armon¨ªa de esfuerzos diferentes, de ideas distintas que conviven, se amalgaman y se enriquecen mutuamente.
Si en cualquier lugar del mundo, si desde alg¨²n pueblo perdido en las monta?as de un remoto pa¨ªs, un solo ni?o, una sola ni?a ve esta ceremonia y siente el deseo de llegar a ser alg¨²n d¨ªa tan generoso, tan brillante, tan sabio como los que nos honran al recibir nuestros galardones, nuestro esfuerzo y nuestra dedicaci¨®n se habr¨¢n llenado de significado. Podremos entonces afirmar que ¨¦sta ha sido, sin duda, una hermosa tarde, una tarde llena de esperanza.
Extracto del discurso del pr¨ªncipe Felipe, que clausur¨® la ceremonia.
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