De tres en tres
Las entregas de medallas al m¨¦rito cultural (o art¨ªstico, depende del peri¨®dico que uno lea) que se celebran en el Sal¨® de Cent del Ayuntamiento combinan un escenario solemne con una figuraci¨®n popular. Las medallas se otorgan de tres en tres porque abundan los candidatos y para que as¨ª no se sientan solos ante el peligro. En sus mejores tardes, trajeados familiares y amigos se agolpan en una sala de aforo tan reducido que es necesario habilitar un espacio contiguo en el que, en una pantalla, puede verse lo que, si no estuviera ocupada repitiendo goles, deber¨ªa retransmitir BTV. No asist¨ª a la concesi¨®n de medallas a Josep Maria Espin¨¤s, Juan Mars¨¦ y Terenci Moix porque no ten¨ªa invitaci¨®n y porque el protocolo me agobia. Sufro por el calor que deben de estar pasando los polic¨ªas engalanados y me incomoda un ritual que me inspira dudas tan inoportunas y demag¨®gicas como: ?por qu¨¦ no reparten medallas al m¨¦rito entre taxistas y enfermeras? Por eso procuro no acercarme a este tipo de actos a no ser por causas de fuerza mayor, como, por ejemplo, cuando les dieron una medalla a mis progenitores. Entonces la cosa mejora porque la ilusi¨®n se te contagia e incluso llegas, sin que sirva de precedente, a emocionarte.
El lunes, la medalla se concedi¨® a tres escritores que tienen en com¨²n haber hecho siempre lo que les ha dado la gana. Eso suele pagarse caro, as¨ª que aplaudamos que el uso de la libertad sea reconocido. No hay dinero: s¨®lo una medalla de cuatro cent¨ªmetros de di¨¢metro, ba?ada en oro, que reproduce un dise?o de Frederic Mar¨¨s. Contacto con la joyer¨ªa Aureli Bisbe, que realiza el encargo. Me dicen que la imagen de la mujer del trono que figura en el reverso es la personificaci¨®n de Barcelona, con un glorioso laurel en la mano. En el anverso hay una pieza rectangular con el nombre del premiado y la fecha. El rect¨¢ngulo est¨¢ flanqueado por dos figuras: Palas Atenea, que practica el pluriempleo de ser diosa de la guerra y protectora de la inteligencia, y Cl¨ªo, musa de la historia y de un coche Renault. La cinta es una trenza dorada de 72 cent¨ªmetros. Peso total: 50 gramos, que pueden guardarse en un estuche de terciopelo que incluye una aguja-pin para escotes y solapas.
De la fotograf¨ªa del acto, ilusiona comprobar que Terenci ha logrado domar sus achaques. A los 13 a?os intent¨¦ leer El dia que va morir Marilyn en un ejemplar de la segunda edici¨®n que corr¨ªa por casa y que todav¨ªa conservo. En la ¨²ltima p¨¢gina, hay una etiqueta de la librer¨ªa ?ncora y Delf¨ªn en la que consta la fecha de entrada (17-3-1971) y el precio (230 pesetas). Aunque no logr¨¦ superar aquella prueba literaria (era demasiado joven), mantuve mi curiosidad por un autor tan torrencial como imp¨²dico, del que no s¨®lo te llegaban los libros, sino tambi¨¦n ecos de su vida amorosa. Al margen de su cinefilia cibern¨¢utica y de su pasi¨®n por el Nilo, Moix ha sido el mejor forense de la Espa?a sociata y de la promiscuidad entre cambio y caspa, folcl¨®ricas y banqueros, divas y petardas, y de la transici¨®n de Cr¨®nicas de un pueblo a Cr¨®nicas marcianas. Ahora est¨¢ mucho m¨¢s considerado, pero en sus tiempos mozos protagoniz¨® un cisma con su lengua, y se enfrent¨® a la carcundia que todav¨ªa hoy le excluye de las letras catalanas. Eso le oblig¨® a caer en alg¨²n exceso sim¨¦trico a los que le hab¨ªan obligado a cabrearse, pero fue en leg¨ªtima defensa. Sus apariciones y programas de tele eran pura irreverencia, como cuando le dio por contar que, adem¨¢s de cambiarse la dentadura, el pelo y el color de los ojos, pensaba cambiarse la polla y que, para hacer patria, hab¨ªa pedido la de Josep Pla. Con Gurruchaga y Boadella, ha sido quien m¨¢s ha abierto el grifo de libertad en una televisi¨®n p¨²blica.
De Mars¨¦, ya hemos hablado mucho en esta p¨¢gina, as¨ª que le mando un saludo, me excuso por haber confundido su premio Nacional con el de la Cr¨ªtica y le recomiendo que, ya que entiende de eso, verifique la calidad de las medallas, por si las moscas. Y, por ¨²ltimo, Espin¨¤s, atesorador de premios: Joanot Martorell, Josep Yxart, V¨ªctor Catal¨¤, Sant Jordi, Ciutat de Barcelona, Creu de Sant Jordi, Memorial Joan XXIII, Avui, Nacional de cultura y, hace poco, el de las Lletres Catalanes. Al parecer, lo primero que hizo cuando le dijeron que le hab¨ªan otorgado la medalla al m¨¦rito cultural fue buscar la definici¨®n de m¨¦rito para luego reflexionar sobre sus dobles sentidos en su alocuci¨®n en el Sal¨® de Cent. Leer el diccionario es una de sus adicciones y, aunque pueda parecer que deber¨ªa saber el significado de todas las palabras, le sigue gustando sumergirse en este mundo de signos y analizar su sentido para, con una insultante facilidad a la hora de expresar lo que previamente ha pensado, ganarse la vida con ellas. En eso, entre otras cosas, consiste el oficio de escritor.
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