El l¨ªder populista promete el cambio en el ¨²ltimo debate
Los sondeos otorgan a Lula un 66% de los votos contra el 34% del oficialista Serra
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?Podr¨ªa un debate ser capaz de cambiar 30 millones de votos? El oficialista Jos¨¦ Serra lo intent¨® cargando las tintas sobre el miedo a un Gobierno dominado por el Partido de los Trabajadores (PT), la formaci¨®n de izquierdas de mayor envergadura de Am¨¦rica Latina. Luis In¨¢cio Lula da Silva no entr¨® al trapo en el esperado debate organizado por la red televisiva Globo, que vieron 80 millones de personas. Aunque nervioso y emocionado, Lula insisti¨® en la ilusi¨®n de un Brasil nuevo, el de la esperanza, donde por primera vez, tras cuatro experiencias democr¨¢ticas desde el final de la dictadura a hoy, se llegaba a una experiencia de alternancia en el poder.
Brasil vota hoy dos opciones bien claras: una a favor de la esperanza en lo desconocido, ofrecida por la alternativa de izquierdas de Lula, y otra a favor de la conocida pol¨ªtica de estabilidad del centro-derecha con miedo a la aventura de lo nuevo, presentada por Serra, el ex ministro del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. En v¨ªsperas del ¨²ltimo y definitivo debate entre los dos candidatos, los sondeos eran claros: Brasil hab¨ªa apostado por el cambio dando a Lula un 66% de los votos contra el 34% de Serra.
'Si Dios quiere, el domingo 27 pasar¨¢ a la historia como el d¨ªa en que Brasil cambi¨® y en el que la esperanza venci¨® al miedo', dijo un Lula que necesit¨® de un pa?uelo para secarse el sudor del rostro. El debate era at¨ªpico. No fue el que hubiese deseado el candidato oficialista, catedr¨¢tico, ex ministro, ex diputado y ex senador, que durante toda la campa?a insisti¨® en que Lula no ha estudiado ni ha tenido experiencia de gobierno y que hubiese querido poder hacerle preguntas cara a cara.
Las preguntas hab¨ªan sido escogidas por la televisi¨®n de entre las presentadas por un grupo de 53 personas seleccionadas en todo el pa¨ªs, que se declaraban a¨²n indecisas sobre su voto y que hab¨ªan estado encerradas en un hotel de R¨ªo incomunicadas con el mundo exterior para no ser influenciadas. Fueron preguntas concretas, pragm¨¢ticas, directas. La primera la hizo una mujer: '?C¨®mo esos millones de brasile?os con un sueldo base de 200 reales [50 d¨®lares] podr¨¢n comprarse un piso?' A las promesas de Serra, Lula respond¨ªa sonriendo con la pregunta de por qu¨¦ su Gobierno no las hab¨ªa realizado en los ocho a?os en los que estuvo en el poder. Y a las respuestas de cambio de Lula, su contrincante respond¨ªa imperturbable que c¨®mo se pod¨ªa creer a Lula si en los Estados en los que hab¨ªa gobernado su partido hab¨ªan hecho a¨²n menos.
El debate acab¨® con un abrazo que parec¨ªa sincero entre los dos candidatos. Una cosa es cierta: Brasil se qued¨® al final con dos candidatos de impecable fe democr¨¢tica, ambos perseguidos por la dictadura. El uno, Serra, exiliado; el otro, Lula, encarcelado por los militares. Ambos con programas sociales parecidos y ante la ausencia total de candidatos de extrema derecha. Ello hizo decir ayer a los comentaristas pol¨ªticos que el debate lo hab¨ªa ganado Brasil, que hab¨ªa demostrado en estos meses una madurez pol¨ªtica in¨¦dita en Am¨¦rica Latina al no haberse dejado seducir por la banda de especuladores financieros que le hab¨ªan metido el miedo en el cuerpo llevando el real a los l¨ªmites del peso argentino. Los brasile?os supieron entender que aquello no correspond¨ªa a la realidad econ¨®mica efectiva del pa¨ªs y hoy votar¨¢n, seg¨²n todos los pron¨®sticos, a favor de una alternancia en el poder.
Lula, a quien incluso sus adversarios daban ayer como vencedor, supo interpretar mejor que Serra en toda su campa?a, de signo positivo e ilusionado -dirigi¨¦ndose siempre a los m¨¢s pobres, pero conquistando al mismo tiempo a buena parte del empresariado del pa¨ªs-, que Brasil necesita ponerle emoci¨®n a las cosas.
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