Fallece Raf Vallone, gran actor de la ¨¦poca dorada italiana
El int¨¦rprete de 'Arroz amargo' ten¨ªa 86 a?os.
Raf Vallone, uno de los grandes actores de la ¨¦poca dorada del cine italiano, falleci¨® ayer en una cl¨ªnica romana, a los 86 a?os de edad. Vallone, un actor culto y discreto, poco amante del star system, hab¨ªa nacido en Calabria, en el profundo sur italiano, y llevaba casado 50 a?os con Elena Varzi, con la que hab¨ªa tenido tres hijos: Eleonora, que sigui¨® con poco ¨¦xito los pasos del padre, y los gemelos Javier y Arabella. Gina Lollobrigida y Silvana Pampanini, que compartieron el plat¨® con ¨¦l, recordaron ayer con afecto al actor fallecido. 'Era simpatiqu¨ªsimo', dijo la Pampanini, aunque el director Dino Risi lo defini¨®, sobre todo, como una persona discreta 'y poco sociable'.
Pese a la larga carrera profesional en el cine y en el teatro, el recuerdo de Vallone quedar¨¢ ligado para siempre a su interpretaci¨®n del militar de la pel¨ªcula Arroz amargo, dirigida en 1948 por Giuseppe de Santis. Al cine, Vallone hab¨ªa llegado casi por casualidad, cuando trabajaba en un reportaje period¨ªstico, pero en su vida hab¨ªa habido m¨¢s profesiones. Fue un m¨¢s que aceptable jugador de f¨²tbol en el Tur¨ªn, traductor de los versos latinos de Catulo de Verona y partisano en la II Guerra Mundial. Vallone lleg¨® a ser un divo de Hollywood y un rostro conocido en el cine europeo, aunque quienes le conocieron aseguran que fue el teatro su verdadera pasi¨®n.
'Me indigna este individualismo ciego y agresivo de la vida social y pol¨ªtica'
Nacido en Tropea (Catanzaro), en el fondo de la bota italiana, el 17 de febrero de 1916, en una familia acomodada, Vallone pas¨® su infancia y su juventud en Tur¨ªn, adonde se trasladaron sus padres. En la capital piamontesa fue futbolista y comenz¨® a trabajar como cr¨ªtico literario para un diario local. En Tur¨ªn dio tambi¨¦n sus primeros pasos como actor para trasladarse despu¨¦s a Roma, donde se convertir¨ªa en actor radiof¨®nico hasta el feliz encuentro con Giuseppe de Santis, que le dio el papel de su vida en Arroz amargo.
Su rostro duro de rasgos cl¨¢sicos y sus ojos claros de italiano internacional encajaron perfectamente con el cine neorrealista de la ¨²ltima ¨¦poca. Vallone interpreta El camino de la esperanza, de Pietro Fermi, en 1950; Roma, hora 11, de Giuseppe de Santis, un a?o despu¨¦s; Los h¨¦roes del domingo, de Mario Camerini, en 1952, y La playa, de Alberto Lattuada, en 1953, en un ascenso cinematogr¨¢fico espectacular. Su rostro, ya popular, encuentra nuevos admiradores en Francia, de donde le llega otra gran oportunidad: interpretar junto a Simone Signoret la Teresa Raquin de Marcel Carn¨¨. Vallone habla un franc¨¦s perfecto y se integra en Par¨ªs sin mayores dificultades. En la capital francesa interpretar¨¢ Una mirada desde el puente, el drama de Miller que llevar¨¢ al cine Sydney Lumet en 1962, y se fijar¨¢n en ¨¦l directores como el espa?ol Juan Antonio Bardem.
Vallone se convirti¨® en un astro italiano de exportaci¨®n, aunque nunca lleg¨® a encarnar el latin lover como Rossano Brazzi o Marcello Mastroianni. Aunque en su autobiograf¨ªa Alfabeto de la Memoria relata su escapada con una de las grandes divas del momento, Brigitte Bardot, descubierta por un fot¨®grafo, que les sigui¨® y fotografi¨®. 'Las fotos no fueron publicadas gracias a Oriana Fallaci', recuerda en su libro el actor, porque la periodista quiso evitarle un disgusto a su esposa. La carrera de Vallone sigue adelante y en los a?os sesenta interpreta una tras otra pel¨ªculas de ¨¦xito internacional como El cardenal, de Otto Preminger, y Carta al Kremlin, de John Huston, entre otras.
Vallone, un verdadero intelectual y artista polifac¨¦tico, no descuid¨® tampoco su faceta de actor curioso, interesado en el gran teatro, como lo demuestra su colaboraci¨®n con el brit¨¢nico Peter Brook. No todas las experiencias teatrales fueron placenteras. Vallone perdi¨® un ojo en un accidente ocurrido sobre el escenario. Su pasi¨®n por la interpretaci¨®n no anul¨® tampoco su faceta humana y ciudadana. La evoluci¨®n de la sociedad italiana no le gustaba. 'Lo que veo me indigna, me da n¨¢useas', dec¨ªa. 'Estamos ante un individualismo ciego y agresivo en la vida pol¨ªtica y en la social'. Nada de esto le imped¨ªa seguir viviendo en su pa¨ªs, al que amaba profundamente. 'En los mares del Sur no hay campanarios de Giotto y no saben ni qui¨¦n es Miguel ?ngel', dec¨ªa para justificar su aparente masoquismo.
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