Rostrop¨®vich y Vengerov, sin patetismos
El gran m¨²sico y excepcional violonchelista Mstislav Rostrop¨®vich ha actuado dos veces en una semana para las Juventudes Musicales de Madrid. Un concierto con Rostrop¨®vich es siempre una fiesta y, a la vez, un homenaje a una figura que los ha recibido casi a borbotones. El d¨ªa 25, con la Filarm¨®nica Arturo Toscanini, renov¨® Rostrop¨®vich uno de sus 'milagros' interpretativos: el Concerto de Dvorak, y anteayer se dedic¨® a su segunda vocaci¨®n / tentaci¨®n: la direcci¨®n de orquesta.
Tuvo con ¨¦l a un joven mito de nuestro tiempo, el violinista y violista Maxim Vengerov (Novossibirsk, 1974) en el Concierto de viola de William Walton, estrenado con Hindemith como solista, en Londres, 1929, y sobre el que escribe Salazar en 1931 desde Oxford. Walton, un temperamento l¨ªrico con inclinaciones latinas. Tantas que desde mediados de la d¨¦cada de los cincuenta habit¨® en la isla de Ischia. Nacido en 1902 y, en alguna medida, homologable con los autores de la denominada en Espa?a 'generaci¨®n del 27', su obra es tan variada como extensa, de noble traza y comedido hervor afectivo que en el Concierto para viola se muestra abiertamente y menos brahmsiano de lo que pensaba el cr¨ªtico de El Sol. La versi¨®n de Vengerov, uno de los grandes disc¨ªpulos de Bron, fue esplendorosa y plena de imaginaci¨®n.
Orquesta Toscanini y Nacional lituana
Directores: A. Weiser y Mstislav Rostrop¨®vich. Solistas: Rostrop¨®vich y Maxim Vengerov. Obras de Dvorak, Walton y Chaikovski. Auditorio Nacional. Madrid, 25 y 30 de octubre.
En fin, la segunda parte del programa, al que asisti¨® la reina Sof¨ªa y la infanta Irene, ofreci¨® a Rostrop¨®vich su tan querida Pat¨¦tica, de Chaikovski, en la que al margen de mayores o menores perfecciones, brilla siempre su honda vena y su sentido de la cantabilidad, al tiempo que evita muy mucho, igual que hace Vengerov, la adici¨®n de rasgos pat¨¦ticos, m¨¢s que suficientemente expl¨ªcitos en la m¨²sica terminal de la vida y la creaci¨®n chaikovskiana. Queda por decir algo ya conocido: la extraordinaria calidad de la Orquesta Nacional de Lituania, de manera particularmente luminosa y transparente en sus cuerdas pero, en todo caso, un instrumento que desde su fundaci¨®n en 1940 se ha mostrado flexible, competente y expresivo tanto en los cl¨¢sicos y rom¨¢nticos como en el repertorio contempor¨¢neo, sea Messiaen, Ligeti o Lutoslawski. Dos llenos hasta la bandera -perm¨ªtaseme el s¨ªmil taurino- para dos espadas que salieron a hombros por la puerta grande.
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