Encuestas
La encuesta electoral, el sondeo, la pesquisa telef¨®nica son el equivalente cibern¨¦tico del antiguo augur o el no tan inusual consejo de brujos y adivinos. La tentaci¨®n permanente del poder democr¨¢tico ya no es la exclusividad sino el conocimiento rentable de las intenciones del p¨²blico que le hace de mercado.
Liberalizadas o encorsetadas, con m¨¢s o menos muestra, con dinero p¨²blico o privado, la encuesta es el fondo de la bola de cristal, el talism¨¢n que abre las puertas de la financiaci¨®n a veces abierta, a veces oculta, el salvoconducto para penetrar en consorcios, adquirir activos, seleccionar candidatos y decidir lo que hay que pedir en privado y lo que silenciar en p¨²blico.
La encuesta es ahora y aqu¨ª la verdadera protagonista del debate pol¨ªtico. Es en funci¨®n de lo que dicen las encuestas, y, a veces, de lo que se les hace decir que se produce el juego dial¨¦ctico entre los competidores.
De entrada, si la encuesta es privada, recibe una salva de descalificaciones por parte del resto porque, por definici¨®n, la que hace p¨²blica el cliente que la encarg¨® nunca jam¨¢s aflora las verg¨¹enzas o los handicaps de quien la propicia.
Si es a cargo de un ente o autoridad p¨²blica, o bien se ofrece a la feligres¨ªa sin las claves que permitan hurgar en ella lo oculto -que es siempre lo rico en estos menesteres de adivinos con ciencia- o bien se sirve con maquillaje ad hoc para que provoque estupor, perplejidad o, en fin, avise a unos bien concretos de un peligro -que no existe-, para que no se descuiden.
Ahora mismo, pues, el juego es la encuesta, y por eso se habla con pasi¨®n del efecto Zapatero o del recorte de porcentajes entre los dos grandes partidos como todo alimento del debate p¨²blico.
Se eluden o minimizan conscientemente los indicadores b¨¢sicos de malestar y bienestar, la percepci¨®n de los conflictos m¨¢s importantes, las sensaciones que produce en los electores la econom¨ªa del pa¨ªs, o la implicaci¨®n del electorado en asuntos relacionados con su municipio y/o circunscripci¨®n.
Se deslizan datos que de ser ciertos romper¨ªan la l¨®gica de las series hist¨®ricas de los resultados electorales y se persigue obsesivamente crear sensaciones en lugar de recibir opiniones.
As¨ª, por ejemplo, se silencian los datos de hipot¨¦tica movilizaci¨®n del electorado potencialmente de centro izquierda e izquierda para las ciudades m¨¢s importantes del Pa¨ªs Valenciano y no puede llegar uno a entender c¨®mo los entre 20 puntos de diferencia porcentual entre PP y PSPV-PSOE en las tres primeras ciudades en demograf¨ªa de la CV en la media de las cuatro elecciones m¨¢s pr¨®ximas se puede haber convertido por arte de birlibirloque en un casi empate t¨¦cnico que acaba sembrando una seria duda en la esperada mayor¨ªa absoluta del PP en las pr¨®ximas auton¨®micas.
?De verdad que la difusi¨®n de ese espectacular e hipot¨¦tico recorte no tiene, en realidad, el efecto de movilizar al electorado del PP?
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