Pel¨ªcula libre y liberadora
Buena pel¨ªcula. Generosa, libre, liberadora. Emociona, divierte. Despide esp¨ªritu de lucha y lo ejerce. Es un pu?etazo creador de ideas y negador de seudoideas. No hay nada ama?ado en su vigorosa respuesta a la pacater¨ªa sacristana que rodea a la evidencia de vida sexual en la Iglesia, uno de cuyos tr¨¢gicos estallidos pasionales, El crimen del padre Amaro, aborda con franqueza y sin velos ni pa?os calientes, con ojos limpios, amor y crudeza.
Horada el filme un vidrioso subsuelo de la vida cotidiana y, al arrojar luz en su atm¨®sfera viciada, la limpia. Habla de encerronas morales y sociales a que conduce el sacerdocio, y lo hace desde la ecuanimidad, en un transparente ejercicio de enlace entre verdad y libertad. Porque respeta al hombre que hay bajo un alzacuellos o una sotana, pero no respeta las situaciones de poder, con frecuencia despiadado, a las que el alzacuellos y la sotana sirven como disfraces encubridores de dominio en zonas d¨®ciles de las clientelas cat¨®licas, cr¨¦dulas y obedientes de pa¨ªses como M¨¦xico (e Irlanda e Italia y Espa?a y Portugal).
EL CRIMEN DEL PADRE AMARO
Direcci¨®n: Carlos Carrera. Int¨¦rpretes: Gael Garc¨ªa Bernal, Sancho Gracia, Ana Claudia Talanc¨®n, Pedro Armend¨¢riz, Ernesto G¨®mez Cruz, Dami¨¢n Alc¨¢zar. M¨¦xico, 2001. G¨¦nero: drama. Duraci¨®n: 115 minutos.
Da luz y orden el buen director Carlos Carreras y dan carne viva los magn¨ªficos int¨¦rpretes -Gael Garc¨ªa Bernal, Sancho Gracia, Ana Claudia Talanc¨®n, Ang¨¦lica Arag¨®n, Pedro Armend¨¢riz, Ernesto G¨®mez Cruz, Dami¨¢n Alc¨¢zar- a verdades como pu?os, rectas y n¨ªtidas evidencias. Y una de estas evidencias inunda el centro del dispositivo argumental de El crimen del padre Amaro. Y nos dice -a trav¨¦s del relato a flor de piel de un bello y vigoroso estallido de sexo enamorado- algo tan obvio como que los curas son gente humana, gente que ama y que, a veces, esta hecha de carne amada. Son personas forzadas a echar al estercolero de la represi¨®n lo m¨¢s libre y espiritual de s¨ª mismas, y en ellas anida por fuerza la tragedia. Tal es el cauce oculto de una pel¨ªcula llena hasta rebosar de aire libre.
En infinidad de casos, el pozo del celibato da lugar, adem¨¢s de ejercer una patra?a permanente, a un nudo de crueles e irresolubles conflictos morales y sociales. Y cuenta con emoci¨®n y sin tapujos el filme una serie de sucesos duros, incluso terribles, derivados del remoto disparate del celibato, de lo que ¨¦ste tiene de estigma y de oscura marca de mafia blanca, que convierte al sacerdocio en antesala de una forma perversa de ejercicio de poder. Y, en definitiva, es el Poder (as¨ª, con may¨²sculas) eclesial el fondo y el fango que remueve esta valiente pel¨ªcula encolerizada contra lo que cuenta.
El crimen del padre Amaro no cuenta nada nuevo. Su historia es una vieja historia. El meollo argumental fue sabiamente desplegado, con refinada maestr¨ªa naturalista, hace m¨¢s de un siglo por el novelista portugu¨¦s E?a de Queiroz. La adaptaci¨®n al cine de este relato arrancado de la vida de un Portugal situado en la abrupta frontera moral y mental de la insondable Galicia de tierra adentro, no ofrece resistencias a los creadores de la pel¨ªcula, porque lo que cuenta pervive; y porque el mundo circular, cerrado sobre s¨ª mismo, de donde procede eso que cuenta sigue ah¨ª, en la Galicia eterna que se mueve en el M¨¦xico ¨ªntimo y dolorido del padre Amaro y su ni?a feligresa enamorada.
Babelia
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