Reci¨¦n horneada
Emociona!!!Jazz ha respondido con admirable rapidez al ¨¦xito fulgurante de Norah Jones, una absoluta desconocida de 23 a?os, hija de Ravi Shankar, que ha obtenido con su obra de estreno para el hist¨®rico sello Blue Note nada menos que un disco de oro en Estados Unidos.
La organizaci¨®n madrile?a ha hecho muy bien en traerla tan pronto, porque este tipo de fen¨®menos, cuanto antes se conozcan de cerca, mejor. En caso contrario, engordan y engordan y cuando llegan aqu¨ª con ¨ªnfulas imperiales no hay quien los desmonte. En esta fase incipiente, Norah Jones todav¨ªa tiene muchos resortes art¨ªsticos al descubierto y resulta m¨¢s sencillo acceder a sus mecanismos expresivos.
Antes de que los asesores de imagen entren en acci¨®n (o precisamente porque ya lo han hecho, nunca se sabe), Norah Jones va de indie modelo b¨¢sico, de cantante de bar de carretera: vaqueros y camiseta negra ce?ida, sin m¨¢s. Tampoco puede decirse que sea un cascabel, y su puesta en escena resulta triste y hasta un poco embarazosa. Incluso trat¨¢ndose de su estreno absoluto en Madrid, sus presentaciones no pasaron de la f¨®rmula telegr¨¢fica: 'Ahora vamos a interpretar una canci¨®n nueva que he compuesto yo'. Cierto que, seg¨²n Mies van der Rohe, 'menos es m¨¢s', pero en los deb¨²s siempre se agradece alg¨²n detalle sobre la historia de la canci¨®n o similares que ayude a acercarse al personaje.
Norah Jones
Norah Jones (voz y piano), Adam Levy (guitarras el¨¦ctrica y ac¨²stica), Lee Alexander (contrabajo) y Andy Borger (bater¨ªa). Auditorio de Conde Duque. Madrid. 6 de noviembre.
La m¨²sica de Norah Jones fue tambi¨¦n bastante lineal: uniformidad de tempi, ritmos perezosos, de esos que escuchan los gasolineros de carretera perdida mientras se mecen; sinton¨ªa de trenecito regional que recorre planicies ¨¢ridas sin otro entretenimiento que contar los postes de la l¨ªnea el¨¦ctrica... Sin duda, Norah Jones tiene una bonita voz, en la l¨ªnea aflautada de las cl¨¢sicas del folk de los sesenta y setenta, y, como ellas, busca alivio en el falsete cuando se acerca a los agudos.
Su corta biograf¨ªa dice que se cri¨® en el jazz hasta que conoci¨® la rica tradici¨®n de los cantautores tejanos y se puso a escuchar a Joni Mitchell y Bob Dylan. Y bajo esas influencias parece seguir ahora. Lo m¨¢s jazz¨ªstico que se le escuch¨® fue un The nearness of you a voz y piano solo que marc¨® el punto culminante de la noche.
Imperativos econ¨®micos
Al p¨²blico, en cambio, pareci¨® gustarle mucho m¨¢s la canci¨®n que da t¨ªtulo a su ¨²nico disco, Come away with me, y alguna otra que ha sonado en la radio con regularidad. La pena es que, por imperativos econ¨®micos, en Conde Duque no pudo contar con Bill Frisell, Brian Blade, Kenny Wollesen y otros m¨²sicos may¨²sculos que realzan la grabaci¨®n. A cambio, lleg¨® con un tr¨ªo apenas competente que demostr¨® conocer la m¨²sica, pero tambi¨¦n dio signos de no estar interesado en aportar nada nuevo a ella. En especial, el guitarrista Adam Levy, improvisador m¨¢s bien pobre, que acapar¨® casi todo el espacio solista. En el aspecto instrumental, Jones se limit¨® a cambiar del piano ac¨²stico al el¨¦ctrico, sin motivo aparente, para acompa?arse de manera m¨¢s bien rudimentaria.
En una entrevista concedida a este peri¨®dico, Jones se?alaba que es muy peligroso tener tanto ¨¦xito con un primer disco y que est¨¢ deseando hacer un segundo que la deje personalmente satisfecha. Da la sensaci¨®n de que teme convertirse en un fen¨®meno medi¨¢tico inconsistente y prematuro. Posee condiciones para eludir ese riesgo, aunque de lejos se d¨¦ un vago aire -f¨ªsico se entiende- a la ¨ªnclita Chenoa.
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