'Quise hacer un disco muy desnudo, sin adornos'
Tracy Chapman (Cleveland, Estados Unidos, 1964) rompi¨® los esquemas de la m¨²sica estadounidense a finales de la era de Reagan: nunca hab¨ªan dejado de existir los cantautores politizados, pero ella demostr¨® que se pod¨ªa conectar con el gran p¨²blico hablando de la necesidad de cambio (Talkin'bout a revolution) o del impulso de escapar de un ambiente hostil (Fast car). En 1988, su aparici¨®n en un homenaje televisado a Nelson Mandela hizo que el mundo entero se conmoviera con sus canciones y su pasi¨®n vocal.
T¨ªmida dentro y fuera del escenario, Chapman parec¨ªa una flor de temporada; sin embargo, el laconismo y la reticencia a compartir sus intimidades sirvieron para preservar su halo de criatura especial. Comercial y est¨¦ticamente, ha sabido mantenerse con dignidad, y publica ahora su sexto trabajo, Let it rain. A pesar de contar con el productor brit¨¢nico John Parish, c¨®mplice de P. J. Harvey, se trata de un disco suave y nocturno: 'Supongo que refleja la tranquilidad con que se ha elaborado. En vez de ir a grabar a Los ?ngeles, me traje los m¨²sicos a San Francisco, que es donde vivo. La mayor parte de ellos son gente que tambi¨¦n produce, y les suger¨ª que se reprimieran, que hici¨¦ramos un disco muy desnudo, sin adornos. Hemos evitado los elementos digitales, pero no se trata de prejuicios: en Jamaica han hecho versiones dance-hall de algunos de mis temas que son muy bailables y muy divertidos'.
Let it rain es puro Tracy Chapman: observaciones sobre el amor y alguna cr¨ªtica social. 'He tenido tambi¨¦n la oportunidad de usar mi colecci¨®n de instrumentos raros, desde el gurdol¨ªn a la mandoguitarra. Me han salido algunos elementos gospel, algo un poco chocante, ya que yo no soy muy religiosa. De todos modos, no me obsesiona la novedad sonora. En la universidad, yo estudi¨¦ etnomusicolog¨ªa, especializ¨¢ndome en los tambores de ?frica occidental, y no creo que nadie lo advierta en mis discos'.
En sus inicios, Chapman se enfrent¨® a la hostilidad de algunos l¨ªderes de opini¨®n negros, incluyendo a Chuck D., de Public Enemy: 'Me entristeci¨® que dijera que mi m¨²sica no ten¨ªa sentido para la comunidad afroamericana. El rap tiene tendencias imperialistas, parece querer ocupar todo el espacio disponible. Pretenden separarnos del resto de los americanos, cuando la verdad es que tenemos muchas referencias comunes. Yo ve¨ªa programas de m¨²sica country en la televisi¨®n y sorprendo a mis amigos cuando me encuentran disfrutando con una recopilaci¨®n de Glenn Campbell: tienen que escucharlo antes de reconocer que era un gran guitarrista y que ten¨ªa canciones soberbias'.
Prohibidos los melenudos
Recuerda que los habitantes de su ciudad natal son, estad¨ªsticamente, los m¨¢ximos compradores de discos en Estados Unidos. Y en Cleveland fue donde (el locutor) Alan Freed bautiz¨® el rock and roll, que fue la llave para que los chicos blancos descubrieran la m¨²sica del gueto. 'All¨ª se ha instalado el Rock and Roll Hall of Fame, que est¨¢ considerado el mejor museo de su g¨¦nero'. Lamenta reconocer que no es profeta en su tierra: 'No me quieren mucho. A pesar de que ahora usen el rock para atraer el turismo, Cleveland tiene un coraz¨®n conservador. Mi madre me cont¨® que -despu¨¦s de que actuaron los Beatles- el Ayuntamiento prohibi¨® durante a?os los conciertos de grupos melenudos'.
En San Francisco, asegura, su activismo pol¨ªtico es discreto: 'Puedo dar alg¨²n concierto ben¨¦fico, pero me rebelo contra esa percepci¨®n de que los artistas tenemos que estar siempre al frente de toda manifestaci¨®n. El otro d¨ªa le¨ªa que yo fui, junto con REM y 10.000 Maniacs, la introductora de lo pol¨ªticamente correcto en la m¨²sica pop. Supongo que es una forma de castigarme por mi ideolog¨ªa: me retratan como una persona dogm¨¢tica, obsesionada por detectar s¨ªntomas de racismo o sexismo'.
No obstante, hay rituales del show business por los que Tracy Chapman prefiere no pasar. En Madrid, su discogr¨¢fica quer¨ªa entregarle p¨²blicamente un disco de platino por haber despachado en Espa?a m¨¢s de un mill¨®n de copias de su discograf¨ªa. Se neg¨®, prefiriendo que fuera un acto privado. 'Me incomoda pensar que yo haya vendido tantos discos mientras muchos de mis artistas favoritos nunca han estado en las listas. Esto es una industria, pero detesto que se ponga tanto enfasis en las cifras, en los premios'.
Babelia
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