Posaznarismo
Los candidatos del PP a suceder a Aznar han empezado a despegar. Es una consecuencia de la consolidaci¨®n de Zapatero como l¨ªder del PSOE y de este partido como alternativa. El PP entra as¨ª en el final del ciclo de la hegemon¨ªa incontestada. La vida pol¨ªtica entra, por tanto, en una nueva fase. El solemne homenaje a la bandera representa el final del tiempo en que Aznar pudo dar rienda suelta a sus pasiones pol¨ªticas. La correcci¨®n del decretazo, el goteo cotidiano de propuestas sociales de Zaplana, la aceptaci¨®n de homosexuales en las casas cuartel de la Guardia Civil son algunos de los m¨¢s llamativos ejemplos que confirman que el Gobierno ha pasado de la acci¨®n de gobierno a la acci¨®n electoral.
Ahora los candidatos a la sucesi¨®n de Aznar han empezado a mostrar sus intenciones. Es una buena noticia. En una democracia con tradici¨®n, las candidaturas no deber¨ªan decidirse en las camarillas del poder. Los aspirantes a la sucesi¨®n de Aznar deben exponer ante su partido y ante la ciudadan¨ªa sus ideas y posiciones. Rato y Mayor han dado el primer paso, cada uno en su estilo. En cierto modo, Rajoy tambi¨¦n: su estilo es mostrarse poco y procurar estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. Rato es el preferido del partido y Mayor, el que de momento obtiene m¨¢s respaldo en las encuestas. Rato ha saltado a la arena con su estilo de gobernante seguro de s¨ª mismo, m¨¢s pragm¨¢tico que ideol¨®gico, dispuesto a demostrar que domina los resortes de la econom¨ªa mejor que sus adversarios. Mayor es monotem¨¢tico: la cuesti¨®n vasca y la unidad de Espa?a. Convencido de que ha sido su papel como ministro del Interior y su sacrificio personal como l¨ªder de la oposici¨®n en Euskadi lo que le ha dado prestigio y peso, parece decidido a llevar esta cuesti¨®n como divisa permanente. Pero hacer una campa?a electoral espa?ola s¨®lo en clave vasca puede ser peligroso, incluso para el Pacto Antiterrorista. Precisamente la normalidad frente al terrorismo es impedir que dicte la totalidad de la pol¨ªtica espa?ola.
Mayor y Aznar han lanzado una andanada de sospechas sobre Zapatero, present¨¢ndolo como una amenaza a la estabilidad constitucional. Cuesta creer que este mensaje tenga eco en el electorado, a la vista de los esfuerzos de Zapatero para mantener la unidad antiterrorista aun en los desplantes del PP. La imagen de Zapatero no se corresponde con el mensaje que Mayor y Aznar quieren dar. El propio secretario general ha dejado claro que para ¨¦l hay dos l¨ªmites en lo que se refiere a la cuesti¨®n vasca: no al derecho de autodeterminaci¨®n y s¨ª a la continuidad del Pacto Antiterrorista, sea quien sea el que gobierne. Por eso es de una grave frivolidad poner en peligro, por puro sectarismo, el acuerdo entre los dos grandes partidos sobre terrorismo. Tambi¨¦n es dif¨ªcil de aceptar que Mayor y Aznar deslegitimen al PSOE bas¨¢ndose en hipot¨¦ticos pactos electorales de futuro. Aznar, que ha pactado con nacionalistas vascos y catalanes cuando le ha convenido, no puede estrechar el campo de juego negando a los socialistas eventuales alianzas futuras con cualquier partido democr¨¢tico.
Dos candidatos del PP en campa?a, uno a la espera y otro en reserva, m¨¢s la aparici¨®n de una artista invitada, Ana Botella, dan una cierta sensaci¨®n de barullo como preludio del posaznarismo. El PSOE, en cambio, se presenta unido y reconfortado despu¨¦s de una traves¨ªa del desierto larga y dolorosa. El acto de Vistalegre, que sirvi¨® para reconciliar al PSOE con su etapa anterior, ha significado para Zapatero que el n¨²cleo duro del electorado felipista le reconozca como su candidato. ?sta es la novedad que han se?alado las encuestas los ¨²ltimos d¨ªas. Zapatero empieza a acercarse al pleno de su electorado, cuando el PP todav¨ªa tiene sectores desmovilizados. Este dato y los enormes recursos que da ocupar el Gobierno son factores a tener en cuenta. Sobre esta base se construir¨¢ una primera fase de campa?a que culminar¨¢ en las municipales, cuyo resultado marcar¨¢ las estrategias definitivas. Al PP le bastar¨ªa el empate en municipales y auton¨®micas para afrontar con confianza la recta sucesoria. El PSOE necesita ineludiblemente la victoria, para tener aspiraciones serias con vistas a las generales de 2004.
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