Pr¨®fugo
Quienes creyeron bajo palabra a Josu Ternera tienen motivos para lamentarlo. En la carta al diario Gara en la que comunicaba su intenci¨®n de no presentarse a declarar ante el Supremo, el pasado d¨ªa 6, por considerar que se trataba de un 'juicio-farsa', dec¨ªa que no se ir¨ªa 'a ning¨²n lado' y que pensaba continuar con su 'acta de parlamentario para seguir trabajando junto a vosotros'. No ha cumplido, y tampoco ayer se present¨® ante la justicia para responder de la acusaci¨®n de haber ordenado, como miembro de la direcci¨®n de ETA, el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, en 1987, en el que perecieron seis adultos y cinco ni?os.
El juez instructor no consider¨® necesario ordenar la detenci¨®n inmediata de Ternera tras la fallida comparecencia inicial, por 'no apreciar razones que hicieran pensar en su intenci¨®n de sustraerse a la acci¨®n de la justicia'. El exceso de confianza se extiende a los responsables del Gobierno. La prudencia habr¨ªa aconsejado mantener bajo vigilancia policial a Ternera desde el momento en que el procedimiento lleg¨® al Supremo, en julio pasado. El esc¨¢ndalo organizado en su d¨ªa por la fuga de Rold¨¢n, que provoc¨® la dimisi¨®n del entonces ministro de Interior, Antoni Asunci¨®n, deber¨ªa haber inspirado una mayor diligencia al actual y hace m¨¢s incomprensible esta negligencia.
El episodio debe servir al menos de aviso respecto a la necesaria coordinaci¨®n entre la justicia y la polic¨ªa con vistas a situaciones que podr¨ªan producirse en relaci¨®n a los sumarios abiertos contra el entramado de Batasuna. La idea de que ese mundo est¨¢ formado por luchadores equivocados pero altruistas y con sentido de la palabra dada es un t¨®pico sin fundamento. En su carta a Gara, Ternera habla de lo mucho que ha sufrido desde su detenci¨®n, en Francia, en 1989, pero no considera necesario pedir perd¨®n o siquiera lamentar las 11 muertes de Zaragoza. Tampoco niega su responsabilidad en el atentado, limit¨¢ndose a ensartar frases sobre la persecuci¨®n de que se siente objeto.
Juicios-farsa los hab¨ªa durante el franquismo, cuando los tribunales militares pod¨ªan condenar sin pruebas, ateni¨¦ndose a su 'convicci¨®n moral'. Si es detenido y juzgado, Ternera dispondr¨¢ de todas las garant¨ªas del Estado de derecho. No podr¨¢ ser condenado sin pruebas. Pero no le bastar¨¢ invocar sus convicciones pol¨ªticas para quedar impune.
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