Campa?a
Es evidente que ha dado comienzo la campa?a electoral de las elecciones generales de marzo de 2004. Y como en todas las anteriores existen muchos elementos de inter¨¦s, pero en este caso son, si cabe, mucho m¨¢s interesantes para cualquiera que se detenga a analizar algunos de los muchos escenarios posibles.
Para empezar, se ha planteado una campa?a electoral demasiado larga. No es la primera vez y no nada original. Una estrategia que en este contexto puede resultar beneficiosa para el PSOE, siempre que haya medido bien los tempos. En el fondo y en la forma me recuerda bastante a la primera campa?a electoral de Blair. Pero tambi¨¦n puede volverse en su contra si el PP sabe capitalizar con ¨¦xito su decisi¨®n de exhibir ahora su cara m¨¢s amable, dejando para este ¨²ltimo a?o y medio toda una bater¨ªa de medidas de gobierno electoralistas, trabajando el territorio y los sectores sociales y manteniendo a resguardo hasta el ¨²ltimo momento a su candidato. En ese caso, si el PSOE no se ha reservado algunas iniciativas de gran alcance, podr¨ªa correr el riesgo de aparecer como una alternativa estancada precisamente en el ¨²ltimo tramo de la campa?a.
Pero la campa?a se inicia en un contexto radicalmente diferente de la del a?o 2000. Con un partido en el Gobierno desgastado, sometido a crecientes tensiones internas, que ya ha iniciado un claro cambio de tendencia. El ejercicio de gobierno desgasta y la aplicaci¨®n de pol¨ªticas t¨ªpicamente neoliberales desgasta mucho m¨¢s, porque muchos ciudadanos comprueban en su vida cotidiana que muchos servicios p¨²blicos se han deteriorado, que se han tomado decisiones que benefician claramente a determinados grupos de presi¨®n y sectores de negocio situados en los aleda?os del poder y que existen demasiadas connivencias y complicidades con algunos en detrimento de la mayor¨ªa, se hacen menos permeables a los discursos y a las promesas electorales lanzados desde el Gobierno. La relaci¨®n de medidas percibidas como antisociales se hace muy larga y los sectores sociales con sentimiento de desamparo, desatenci¨®n o agravio se ampl¨ªa. Ya disponen de elementos para comparar y dan m¨¢s importancia a los hechos que a las campa?as publicitarias. Eso explica el cambio producido en la opini¨®n p¨²blica. Nadie puede negar que se ha producido un cambio de tendencia. Ha empezado a instalarse en amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica -y lo que a¨²n es m¨¢s interesante, en el propio seno del PP- la sensaci¨®n de final de etapa. Todav¨ªa no se ha producido la inversi¨®n, pero desde hace meses todas las encuestas indican que la intenci¨®n de voto del PP es decreciente y la del PSOE aumenta. Podr¨ªa decirse que la situaci¨®n actual est¨¢ muy cerca del empate t¨¦cnico, pero es m¨¢s probable que el PP todav¨ªa experimente una cierta capacidad de recuperaci¨®n antes de que pueda producirse un vuelco electoral significativo.
La otra gran novedad es que el PP afronta su primera campa?a electoral desde el Gobierno en un contexto de crisis econ¨®mica y con el precedente de una huelga general que rompi¨® muchos puentes pacientemente tejidos con sectores populares y que acentu¨® el perfil autoritario del PP. El paro ha vuelto a ser el primer problema de preocupaci¨®n para muchos ciudadanos. Uno de los activos fundamentales del Gobierno del PP, los efectos ben¨¦ficos de su pol¨ªtica econ¨®mica, deja de ser un punto fuerte para convertirse en un problema que ahora, por haber identificado la fase expansiva de la econom¨ªa con su pol¨ªtica econ¨®mica, deben resolver a la defensiva.
La convocatoria electoral la abordar¨¢ el PP en un escenario de retroceso electoral y de previsible p¨¦rdida de poder pol¨ªtico en las elecciones auton¨®micas y municipales. Es evidente que no va a mejorar sus resultados, sino que muy probablemente perder¨¢ el gobierno de algunas ciudades y diputaciones. No registrar¨¢ avances suficientes en Andaluc¨ªa, Extremadura y Castilla-La Mancha y Arag¨®n. En otros casos, la p¨¦rdida de su actual mayor¨ªa absoluta le puede suponer la p¨¦rdida del gobierno municipal o regional. Si a ello se a?adiera una victoria de Pasqual Maragall en el pr¨®ximo oto?o, la percepci¨®n de opci¨®n pol¨ªtica en declive se acentuar¨¢. Y ya se sabe las victorias tienen muchos padres, pero el fracaso es hu¨¦rfano.
En esas circunstancias los partidos pierden la serenidad y, sin quererlo, pueden cometer errores cuyas consecuencias van mucho m¨¢s all¨¢ de tiempo electoral. La decisi¨®n del PP de situar en el centro de la agenda electoral el debate sobre la unidad de Espa?a, queriendo situar al resto de expresiones democr¨¢ticas fuera del espacio constitucional, es tan demag¨®gico y desleal como irresponsable. Su grado de desconcierto y su af¨¢n por mantener mayor¨ªas electorales a cualquier precio, les impide valorar con sosiego las consecuencias que esa decisi¨®n puede tener para todos en el medio plazo. Es m¨¢s, creo sinceramente que estas son las cuestiones que invalidan la gesti¨®n de un presidente aqu¨ª y ahora.
Mientras el PSOE presenta un candidato alternativo cre¨ªble que cuenta con el apoyo de un partido unido, el PP ha iniciado su campa?a sin candidato. Otra novedad en los dos casos. Es muy probable que de esta circunstancia hagan de la necesidad virtud, pero lo cierto es que esta cuesti¨®n les plantea muchas dificultades. Un distinguido dirigente del PP me dec¨ªa no hace mucho que es un problema de dif¨ªcil soluci¨®n. De una parte en las encuestas aparece Mayor Oreja como destacado, pero no est¨¢ claro que con su discurso nacionalista de la Espa?a definitiva sea el mejor candidato para unas elecciones generales, especialmente si existiera una situaci¨®n de p¨¦rdida de mayor¨ªa absoluta en el Parlamento espa?ol. En cambio, otros sectores se inclinan por Rato, pero tambi¨¦n ofrece algunos flancos d¨¦biles por el lado de su gesti¨®n del patrimonio familiar.
En resumen, una campa?a abierta y con resultado incierto. Nadie sabe lo que puede ocurrir, entre otras cosas porque a?o y medio en pol¨ªtica es una enormidad de tiempo. Pero la actual situaci¨®n y algunos de los escenarios previsibles me recuerdan, cada vez m¨¢s, la situaci¨®n de 1995. El PSOE empez¨® a perder las elecciones generales de 1996 en 1993... si no antes. Muchos otros ciudadanos ya manifestaron su descontento con el PSOE en las auton¨®micas y municipales de 1995. Ahora puede empezar a ocurrir algo similar. El PP puede empezar a perder las elecciones generales el a?o pr¨®ximo, pero eso no quiere decir que ocurra. En cambio, la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta s¨ª parece, por ahora, bastante m¨¢s clara.
Joan Romero es catedr¨¢tico en la Universitat de Val¨¨ncia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.