Historia de las religiones, no religi¨®n

Mis hijas se forman en un colegio p¨²blico y acuden a clases de religi¨®n (cat¨®lica, claro). Tanto mi marido como yo somos agn¨®sticos, pero consideramos que las ni?as deben conocer su entorno cultural, incluidas las creencias que han llevado a construir esas catedrales tan imponentes que a veces vamos a visitar.

A principios de curso, el colegio solicit¨® a los padres que indic¨¢ramos el tipo de fe religiosa (cat¨®lica, evangelista, ortodoxa, jud¨ªa, musulmana) elegida para nuestros hijos. Me he acordado ahora, cuando he le¨ªdo que el 9,2% de los empadronados en Madrid son inmigrantes y que el Partido Popular Europeo propone que la Constituci¨®n de la Uni¨®n Europea recoja menciones expresas a la religi¨®n.

Mis amigas de infancia eran Luisa, Rosa, Carmen; las de mis hijas se llaman Carolina o Nerea, pero tambi¨¦n Hanne, Leany o Luana.

Por eso creo que a muchos padres nos parecer¨ªa un acierto potenciar la asignatura de religi¨®n, pero bajo un enfoque nuevo: me gustar¨ªa que mis ni?as estudiaran historia de las religiones. As¨ª, en plural. Para ellas ser¨ªa una oportunidad de entender mejor a ese chaval con el que comparten pupitre. Y a la inversa, lo mismo: a Hanne le convendr¨ªa saber que el Dios al que veneran en su casa se parece mucho al de nuestras iglesias.

Quiz¨¢s ense?ar historia de las religiones sea lo primero para acercarnos a ese matiz religioso que se quiere incluir en la Constituci¨®n Europea.

No me resisto a repetirlo, porque dibuja el mundo libre, sin ira ni desconfianza, que todos querr¨ªamos para nuestros hijos: "Los valores de la Uni¨®n incluyen los valores de quienes creen en Dios como fuente de verdad, justicia, bondad y belleza, as¨ª como de aquellos que no comparten esa creencia pero respetan esos valores universales procedentes de otros or¨ªgenes."