Fragmentos de un Apocalipsis privado
No hay peor Apocalipsis que el personal, el ¨ªntimo, el privado; el Apocalipsis desencadenado en uno por el fracaso, la traici¨®n, la enfermedad, la muerte. Ante una de estas situaciones que suponen un fin particular de los tiempos, lo exterior, la mala marcha de los asuntos del mundo tal como la cuentan los medios de comunicaci¨®n, adquiere una total y siniestra irrelevancia. Acuchillado a cada instante por el dolor y la perplejidad, incapaz de encontrar la menor distracci¨®n en lo bueno o malo que pueda ocurrirle a terceros, uno se encuentra convertido en el centro del universo; y no para bien, sino para mal. Es un egocentrismo ardiente, devastador y obsesivo como la sed en el desierto, en el que surge inevitablemente la gran pregunta, la que se hace Lauren Hartke hacia el final de Body Art, la ¨²ltima novela de Don DeLillo: "?Por qu¨¦ no dejarse hundir? ?Por qu¨¦ no dejar que la muerte te sumerja? ?Por qu¨¦ negarle a la muerte sus dominios?".
BODY ART
Don DeLillo Traducci¨®n de Gian Gastelli Circe. Barcelona, 2002 141 p¨¢ginas. 10 euros
Aparecida en Estados Unidos el pasado a?o y reci¨¦n publicada en Espa?a en su traducci¨®n al castellano, Body Art es una novela corta de muy dif¨ªcil lectura y de muy dif¨ªcil evaluaci¨®n. Hasta el punto de que la cr¨ªtica norteamericana oscil¨® entre los que la consideraron no s¨®lo la peor obra de DeLillo, sino la m¨¢s espantosa de la literatura en ingl¨¦s del a?o 2001, y los que la tildaron de una joya de la escritura y el pensamiento zen. Es probable que sea ambas cosas al mismo tiempo. Tras ofrecer en Underworld una larga historia sobre un largo periodo colectivo, el de la guerra fr¨ªa, DeLillo se va en Body Art al extremo opuesto y ofrece una corta historia sobre unas pocas semanas en la vida de una persona, la artista del cuerpo -gimnasta, mimo, contorsionista, ventr¨ªlocua e int¨¦rprete- Lauren Hartke. De lo macro a lo micro, del milenarismo a escala planetaria al milenarismo en la vida de un individuo.
Al servicio de un argumento raro, febril, alucinatorio, DeLillo pone una escritura tambi¨¦n extra?a y metaf¨ªsica, muy tensa y muy sucinta, que recuerda a veces a su compatriota Carver y otras al mism¨ªsimo Kafka. La novela arranca con una escena de desayuno que nos presenta a Lauren Hartke, que vive de alquiler en una vieja casa de la costa de Nueva Inglaterra con un hombre bastante mayor que ella con el que acaba de casarse: Rey Robles, un olvidado director de cine de arte y ensayo. Cuando Rey se suicida inesperadamente, Lauren contin¨²a viviendo en la casona y all¨ª descubre un extra?o personaje, alguien del que no sabremos si es una especie de ni?o autista, un fantasma asociado a la vivienda o un producto de su imaginaci¨®n, con el que reproduce sus ¨²ltimas conversaciones con el cineasta. Cuando ese personaje tambi¨¦n desaparece abruptamente, Lauren se encuentra de nuevo sola. Sola con su arte, con su duelo y con su creciente enajenaci¨®n. "Quer¨ªa sentir la intensidad del mar en su rostro y el paso del tiempo en su cuerpo, y que le dijeran qui¨¦n era en realidad", concluye el relato.
En este texto, DeLillo no se dirige al cerebro sino al alma, y no habla del miedo a la muerte sino de la realidad de la muerte. El resultado es un producto que a veces parece incoherente y pretencioso y en otras l¨²cido y humilde. Como escribi¨® Jeff Bercovici en bookreporter.com, Body Art es una obra que "exige ser le¨ªda tres veces, una por su argumento, otra por su concisa, solemne prosa y una tercera por sus implicaciones metaf¨ªsicas". Y quiz¨¢ la m¨¢s interesante de las lecturas sea la tercera, porque el libro contiene numerosas de esas verdades expresadas tradicionalmente por la poes¨ªa oriental. Por ejemplo, cuando Lauren, tras el suicidio de Rey y hablando de la muerte, responde as¨ª a su amiga Mariella que, por tel¨¦fono, le pregunta si est¨¢ sola: "Deber¨ªa haber otra palabra para expresarlo. Todos estamos solos. Esto es otra cosa". O cuando Mariella hace el siguiente comentario sobre el espect¨¢culo, la performance, que Lauren presenta en Boston tras la muerte de Rey: "Trata de qui¨¦nes somos cuando no estamos ensayando qui¨¦nes somos". O la reflexi¨®n que, m¨¢s adelante, hace Lauren: "Uno no sabe c¨®mo amar a las personas que ama hasta que ¨¦stas desaparecen de pronto".
El eje central de la obra literaria de DeLillo es su fascinaci¨®n por el modo como los productos de la cultura pop, y en particular los medios de comunicaci¨®n audiovisuales, han colonizado el subconsciente de los individuos y las comunidades. En Body Art ofrece una respuesta radical a esa colonizaci¨®n: la ¨²nica rebeli¨®n posible frente a la tiran¨ªa de los medios es una intromisi¨®n obsesiva que niegue la totalidad del mundo exterior. Ese tipo de intromisiones radicales s¨®lo son posibles en la desgracia; en muchas ocasiones terminan con la derrota total, pero en otras pueden terminar con un conocimiento aut¨¦ntico. Lo anticipa DeLillo en el comienzo de esta complicada novela corta, una obra cuya lectura deja tan confuso e insatisfecho como intrigado y perturbado: "Sabemos mejor qui¨¦nes somos en esos d¨ªas brillantes y poderosos en que, tras la tormenta, hasta las m¨¢s peque?as hojas secas caen imbuidas de identidad propia".
Terroristas 'versus' escritores
DE CUMPLIRSE los plazos, la pr¨®xima novela de Don DeLillo aparecer¨¢ en la primavera del a?o pr¨®ximo. Se llamar¨¢ Cosm¨®polis y contar¨¢ la historia de un d¨ªa en la vida de un joven vecino de Nueva York, que ha hecho una inmensa fortuna, y que quiz¨¢ est¨¦ a punto de perderla con la especulaci¨®n financiera. Tras la incursi¨®n intimista de Body Art, DeLillo vuelve as¨ª a su especialidad: los grandes temas de la cultura popular estadounidense. Nacido en 1936, hijo de inmigrantes italianos, criado en el Bronx, DeLillo ha dedicado la mayor parte de su obra -desde su debut con Americana en 1971 hasta su obra m¨¢s compleja, Submundo (1997), pasando por Mao II (1991), traducidas por Circe- a tratar de esos asuntos que, como la CIA, la Mafia, Wall Street, la guerra fr¨ªa o el terrorismo, fascinan a los medios de comunicaci¨®n estadounidenses y, a partir de ah¨ª, a los norteamericanos y al resto del planeta.En salom.com, Jeffrey MacIntyre ha calificado a DeLillo del "primer novelista norteamericano de ideas, que ha anticipado un mundo en que el espect¨¢culo y el terror adquieren significaci¨®n tot¨¦mica". Es una excelente descripci¨®n del trabajo del autor de Body Art. Si alguna obra literaria hab¨ªa anticipado el apocal¨ªptico 11-S, ¨¦sta es la de DeLillo; con much¨ªsima m¨¢s veracidad y profundidad que los baratos thrillers de pol¨ªtica-ficci¨®n de la factor¨ªa de Tom Clancy. Un ¨²ltimo apunte: Rey Robles, el cineasta de Body Art, es un barcelon¨¦s nacido con el nombre de Alejandro Alqu¨¦zar e hijo de un obrero antifascista muerto en los primeros combates de la guerra civil espa?ola. Sergi P¨¢mies debe tener raz¨®n cuando vincula este hecho con la visita que DeLillo y su esposa efectuaron a Barcelona en 1992; una visita en la que el neoyorquino asegur¨® que, en el gran combate de nuestro tiempo, los terroristas le estaban ganando a los escritores. J. V.
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