Gesti¨®n sanitaria

El reciente anuncio del rescate por parte de la Administraci¨®n de la concesi¨®n al sector privado de la gesti¨®n del hospital de Alzira ofrece una ocasi¨®n inmejorable para hacer algunas reflexiones al respecto del tan manido debate entre lo p¨²blico y lo privado. Antes que nada conviene dejar claro que no es lo mismo ceder la gesti¨®n de un servicio p¨²blico que privatizarlo. En el primer caso la administraci¨®n conserva su titularidad y transfiere el modo en que se suministrar¨¢ a la sociedad a cambio de un precio. Pues bien, cuando un gobierno decide adoptar un modelo de gesti¨®n privada, hay que entender que, per se, dicho sistema de provisi¨®n no tiene que perjudicar a la universalidad del servicio ni constituir menoscabo de nuestro estado del bienestar. Y esto es as¨ª, porque cuando los poderes p¨²blicos fundamentan esta decisi¨®n, lo hacen bas¨¢ndose en criterios de estricta eficacia en la gesti¨®n, garantizando que las condiciones de acceso y los beneficiarios ser¨¢n id¨¦nticas que en el supuesto de provisi¨®n p¨²blica. Por tanto, el debate p¨²blico-privado no s¨®lo tiene que darse en el momento de los proyectos, sino fundamentalmente cuando al cabo de un cierto periodo de tiempo (y en el caso de Alzira ya ha transcurrido ese periodo), existe margen para evaluar los costes y beneficios de la decisi¨®n pol¨ªtica antes adoptada. Es en ese momento, cuando los ciudadanos deben exigir a los pol¨ªticos la rendici¨®n de cuentas de aquellos proyectos. Ser¨ªa deseable que todos reflexion¨¢ramos acerca de nuestra responsabilidad como miembros de un estado social y democr¨¢tico de derecho.