Bienvenido, Mitzna
Para los amigos de Israel -entre los que me cuento- que hemos seguido con creciente espanto la pol¨ªtica seguida en estos ¨²ltimos diecinueve meses por el Gobierno presidido por Ariel Sharon, ha sido una bocanada de esperanza la noticia de la elecci¨®n de Amram Mitzna, el exitoso alcalde de Haifa, como el nuevo l¨ªder del Partido Laborista, que disputar¨¢ con el Likud, actualmente en el poder, las elecciones fijadas para el pr¨®ximo 28 enero.
El nuevo dirigente laborista, que no est¨¢ contaminado por la alianza que una fracci¨®n mayoritaria de su partido forj¨® con el Gobierno de Sharon, propone, si gana las elecciones, reabrir de inmediato las negociaciones de paz con los palestinos, retirar a las tropas y desmantelar los asentamiento israel¨ªes de la Franja de Gaza y Cisjordania, y admitir, como precio de la coexistencia con el adversario tradicional, la divisi¨®n de Jerusal¨¦n y la creaci¨®n de un Estado Palestino.
Aunque algunas voces solitarias, como la del ex canciller israel¨ª Shlomo Ben Ami se hab¨ªan pronunciado en este sentido, en contra de la opini¨®n de su propio partido, da la impresi¨®n de que, por fin, con la victoria de Amran Mitzna sobre Benjamin Ben-Eliezer, la sensatez y el pragmatismo vuelven a prevalecer en la direcci¨®n laborista, luego de a?o y medio de casi total enfeudamiento y subordinaci¨®n de este partido a la pol¨ªtica extremista, xen¨®foba y, a la postre, auto-destructiva en la que Ariel Sharon precipit¨® a Israel desde su malhadado y provocador paseo por la explanada de las mezquitas que hizo estallar la nueva Intifada. Ella sigue hasta nuestros d¨ªas regando el Medio Oriente de cad¨¢veres y escombros y pr¨¢cticamente ha cancelado el proceso pacificador iniciado en Oslo por Rabin y Arafat.
A nadie debe desmoralizar la noticia de que, en estos momentos, las encuestas pronostican una f¨¢cil victoria del Likud sobre el Laborismo en las elecciones del pr¨®ximo enero. Lo cierto es que, hasta ahora, el electorado israel¨ª no ten¨ªa alternativa, pues, debido a la lamentable abdicaci¨®n del Partido Laborista, la ¨²nica opci¨®n que se le ofrec¨ªa era la de la guerra sin cuartel a los palestinos en que funda toda su pol¨ªtica Ariel Sharon. La excusa esgrimida por los dirigentes laboristas para integrar la coalici¨®n de Gobierno -que, desde el interior, ejercer¨ªan una influencia moderadora- no funcion¨® en absoluto. Por el contrario; al cumplir, en el Gobierno extremista, una mera funci¨®n de comparsas, los laboristas se desprestigiaron y dejaron el campo libre a un Likud exacerbado y sectario para promocionar su rechazo de los acuerdos de paz, tan laboriosamente concertados en Oslo, desatar una ofensiva militar cruel, desproporcionada y contraproducente contra el pueblo palestino como si todo ¨¦l, sin matices ni excepciones, fuera responsable de los atentados terroristas que han llenado de horror y de sufrimiento las ciudades de Israel.
Estos atentados de las organizaciones extremistas palestinas, hay que recordarlo, han alcanzado una violencia demencial, con las matanzas ciegas a civiles inermes en tiendas, caf¨¦s, discotecas, ¨®mnibus, sembrando el p¨¢nico en todos los hogares israel¨ªes y exasperando muy explicablemente a una sociedad que se siente infiltrada por bandas de asesinos y expuesta a ser asesinada a mansalva. Pero, a la vez que los atentados suicidas deben ser condenados como los injustificables cr¨ªmenes de lesa humanidad que son, es tambi¨¦n preciso preguntarse si ellos no resultan la consecuencia inevitable de una pol¨ªtica como la del Gobierno de Sharon, que, de entrada, cierra todas las puertas a la negociaci¨®n, y castiga a la poblaci¨®n civil palestina con verdadera ferocidad despu¨¦s de cada atentado, como si toda ella fuera colectivamente responsable de los actos de terror. ?Qu¨¦ otra respuesta posible cabe esperar de los palestinos ante una pol¨ªtica que los hace a todos ellos solidariamente culpables de los asesinatos de israel¨ªes, y les bombardea sus viviendas, ocupa sus ciudades, deporta a sus vecinos y practica los asesinatos selectivos? Esta pol¨ªtica no tiene posibilidad alguna de triunfar, porque, pese a todo su poder¨ªo, el Ej¨¦rcito israel¨ª no conseguir¨¢ nunca golpear e intimidar a los palestinos hasta imponerles la f¨®rmula unilateral que el propio Sharon tiene de lo que deber¨ªan ser los acuerdos de paz. Esta pol¨ªtica s¨®lo puede atizar el odio rec¨ªproco y mantener la monstruosa carnicer¨ªa de palestinos e israel¨ªes indefinidamente.
Es posible, que, ahora que s¨ª tiene una alternativa, el electorado israel¨ª que apoy¨® de manera tan resuelta a Rabin y a Peres cuando tuvieron el coraje de firmar los acuerdos de paz, deje de apoyar una pol¨ªtica de intransigencia y violencia que no ha hecho avanzar un ¨¢pice la seguridad ni la paz, sino que ha exacerbado la tensi¨®n entre las dos comunidades hasta romper toda forma de di¨¢logo entre ellas, a la vez que se multiplicaba el terrorismo e Israel, a consecuencia de la inseguridad y la guerra, se ve¨ªa sumida en una crisis social y econ¨®mica de graves consecuencias sobre el futuro del pa¨ªs. No es imposible que en estas circunstancias, muchos votantes israel¨ªes escuchen el llamado de la moderaci¨®n y el realismo que ha llevado a la direcci¨®n del partido al alcalde Amran Mitzna, con 16 puntos de ventaja sobre su adversario, Benjamin Ben-Eliezer, que fue ministro de Defensa -?nada menos!- de Ariel Sharon.
Un retorno al poder del laborismo es, desde mi punto de vista, la ¨²nica luz al fondo de ese t¨²nel en que el Likud ha sumido a Israel desde hace diecinueve meses. Porque, aunque parezca mentira, dentro del propio Likud, la alternativa a Ariel Sharon es la de un ultra todav¨ªa m¨¢s extremista y enloquecido, el ex premier Benjamin Netanyahu, quien en su af¨¢n de recuperar el poder jugando la carta del apocalipsis, promete, de entrada, como acci¨®n inicial de su eventual Gobierno, secuestrar a Arafat y expulsarlo de Palestina. ?Por qu¨¦ no asesinarlo, simplemente?
Amram Mitzna no tiene experiencia parlamentaria ni ha ocupado cargos en el Gobierno central, pero esas credenciales, con lo que viene pasando en las altas esferas del poder en Israel, en vez de perjudicarlo m¨¢s bien lo favorecen. Y pueden despertar, en el lado palestino, una mejor disposi
ci¨®n al di¨¢logo y al entendimiento. Ha sido un magn¨ªfico alcalde de Haifa durante nueve a?os, y ha sabido ganarse, en esta ciudad donde hay una vasta comunidad ¨¢rabe-israel¨ª, no s¨®lo las simpat¨ªas de los jud¨ªos inmigrantes y los religiosos, sino tambi¨¦n la de los votantes palestinos. ?sta es, sin duda, una excelente carta de presentaci¨®n para quienes aspiran a que Israel viva alg¨²n d¨ªa en paz con sus inevitables vecinos.
Y deber¨ªa ser una garant¨ªa, asimismo, para los israel¨ªes ansiosos de alcanzar por fin la siempre huidiza seguridad, que el nuevo l¨ªder del partido Laborista sea uno de los ex-oficiales del Ej¨¦rcito israel¨ª m¨¢s condecorado en acciones de guerra. En 1967, cuando dirig¨ªa una unidad artillada, fue herido tres veces en una misma batalla. Desde esa ¨¦poca lleva barba: fue una promesa, hecha con un grupo de compa?eros de armas, de no volverse a afeitar hasta que Israel no sellara una paz definitiva con los ¨¢rabes.
Hasta que ese d¨ªa llegue, Israel vivir¨¢ al borde del abismo y con un macabro signo de interrogaci¨®n sobre su futuro. No importa que su Ej¨¦rcito sea uno de los m¨¢s poderosos y eficientes ni que su estrecha relaci¨®n con los Estados Unidos le asegure una extraordinaria infraestructura log¨ªstica y un formidable apoyo econ¨®mico. No fueron los fusiles ni los d¨®lares los que hicieron posible la extraordinaria epopeya de los pioneros sionistas que, a base de indecibles sacrificios, coraje, trabajo e idealismo, construyeron un pa¨ªs moderno y democr¨¢tico en un desierto est¨¦ril y humedecido de la sangre que vertieron en ¨¦l muchos siglos de satrap¨ªas y despotismos. Esos pioneros llegaron a aquella miserable provincia del imperio otomano que era Palestina con las manos abiertas hacia los ¨¢rabes y con una voluntad de paz y coexistencia que dio a Israel una valencia moral sobre la intransigencia y violencia de sus enemigos, algo que ahora, por la ceguera nacionalista y dogm¨¢tica que personifican pol¨ªticos como Ariel Sharon y Benjamin Netanyahu, ha perdido casi totalmente, al extremo de que cada vez se extiende m¨¢s por el mundo la idea que sus enemigos han acu?ado de ¨¦l: la de una potencia colonizadora que prolonga, en nuestros d¨ªas, la vieja tradici¨®n imperialista de Occidente.
Esto ¨²ltimo tampoco es verdad, por lo menos no lo es todav¨ªa. Para que no lo sea tampoco en el futuro es imprescindible que llegue a su ocaso de una vez la hora de Ariel Sharon y comience cuanto antes la de Amram Mitzna.
? Mario Vargas Llosa, 2002. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2002.
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