No es tan fiero el le¨®n como usted lo pinta

"Lo primero que hay que hacer es cambiar al delegado del Gobierno". As¨ª empezaba una de las entrevistas de dos p¨¢ginas que tuve con un peri¨®dico del norte, y a?ad¨ªa a continuaci¨®n, m¨¢s o menos, que si la situaci¨®n mejoraba, lo primero que hab¨ªa que hacer era cambiar al delegado del Gobierno, pero que, tal como est¨¢n las cosas, el mejor delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco es Enrique Villar.

No se le escapa a don Javier Pradera que, en circunstancias diferentes, habr¨ªa por mi parte comportamientos diferentes, pero yo iba m¨¢s all¨¢ y hablaba de cambiar al delegado del Gobierno para acabar con todos sus problemas.

Quiero con esto darle un talante de mi personalidad y ponerle de manifiesto mi desapego al cargo. Eso s¨ª, mi orgullo es terminar este segundo periodo intentando servir lo mejor que pueda a mi Gobierno, al Pa¨ªs Vasco y a Espa?a.

Mi cargo, estoy de acuerdo con usted, fue desempe?ado con notable acierto por centristas como Marcelino Oreja y Jaime Mayor, y socialistas como Ram¨®n J¨¢uregui, Juan Manuel Eguiagaray y, a?adir¨ªa, Jos¨¦ Antonio Aguiriano. Pero debe usted reconocer que la situaci¨®n de aquellos tiempos era, por lo menos, distinta a la actual, y donde jam¨¢s el Gobierno vasco, la mayor parte de las veces PNV-PSOE, tuvo la osad¨ªa de proponer un Estado asociado con el pa¨ªs que, aparentemente, es al que m¨¢s se odia.

Y le cuento el sucedido del Parlamento vasco. Cuando el lehendakari termin¨® de desarrollar el dislate pol¨ªtico, con el que no sorprendi¨®, el nacionalismo, que me rodeaba por todos los lados, comenz¨® a aplaudir. Partiendo de que en el Parlamento vasco est¨¢ prohibido cualquier signo, incluso el aplauso, yo medit¨¦ r¨¢pidamente qu¨¦ hacer: silbar lo hago muy mal y, adem¨¢s, era un signo de p¨¦sima educaci¨®n; gritar, no, me pareci¨® demasiado extempor¨¢neo, y entonces, con la misma incorrecci¨®n con que el nacionalismo oficial aplaud¨ªa (entre ellos, el presidente de

Udalbiltza, sentado a mi izquierda), me puse de pie y, tal como indica la fotograf¨ªa, le dije "no" de izquierda a derecha y de derecha a izquierda con el dedo ¨ªndice de mi mano derecha.

Debe reconocer que el gesto, aunque tan prohibido como el aplauso, es de una gran discreci¨®n, y silencioso. La comparaci¨®n que hace usted con lo taurino y con el tendido 7, sinceramente, me parece una tonter¨ªa, y para usted todo aquello que vaya en contra de su opini¨®n, o es falso, o no es id¨®neo, o, como califica a las palabras de don Jaime Mayor Oreja, es desgraciado. Otro infalible.

Hombre, sin caer en la tentaci¨®n de adjudic¨¢rselos a usted, debe reconocer que no es propio que, con un solo art¨ªculo, intente desacreditar a dos personas, salvo que sus convicciones pol¨ªticas, por todos conocidas, le obliguen a ejercicios de este tipo.

Se?or Pradera, admito mis errores ya que, como humano, humano es errar. Pero le rogar¨ªa tenga en cuenta mis dificultades para que otra vez sea m¨¢s ben¨¦volo en su duro y seco enjuiciamiento.-