Realidad e ilusi¨®n
Forma parte de su manera de entender la novela, que la escritora gallega Marina Mayoral funda en sus obras la ficci¨®n y el margen donde el lector puede visualizar la construcci¨®n de la misma. Mediante este mecanismo de representaci¨®n, la autora desaparece de la escena, no as¨ª su funci¨®n que queda encarnada en una voz narradora. En La ¨²nica libertad, novela que se public¨® hace ya veinte a?os y ahora se reedita, este esp¨ªritu metaliterario se muestra como algo m¨¢s que una t¨¦cnica; es una forma de comprometer al lector en una peripecia que tambi¨¦n puede interesarle. Los lectores acceden generalmente a la realidad como ilusi¨®n. Al ofrec¨¦rseles el segmento que no se ve de ese acto de prestidigitaci¨®n que es todo proceso narrativo, es decir, los avatares del narrador -de la voz que narra- con la historia que quiere contar, el lector es introducido en otra ilusi¨®n, la ilusi¨®n de creer que quien narra es un semejante suyo. Yo creo que detr¨¢s de esta operaci¨®n hay siempre la intenci¨®n de destronar al autor, en tanto es siempre un tipo que puede hacer cosas que nosotros no podemos hacer. Desde esta circunstancia, la novela que ahora comentamos ofrece esta dimensi¨®n, digamos, humanizadora.
LA ?NICA LIBERTAD
Marina Mayoral Alfaguara. Madrid, 2002 500 p¨¢ginas. 19,50 euros
En La ¨²nica libertad, Marina Mayoral expone todas las caracter¨ªsticas de su novel¨ªstica. A lo ya apuntado, se suma su uso de la perspectiva m¨²ltiple, ese m¨¦todo que invent¨® Wilkie Collins y que tan buenos resultados le dio en sus apasionantes folletines policiacos. La acci¨®n de esta novela se centra fundamentalmente en esa tierra imaginaria que Mayoral invent¨®: Br¨¦tama, una porci¨®n de Galicia. La idea central del relato estriba en la voluntad de una chica de veintitantos a?os, Etel, por escribir la historia de su familia. Hacer la novela familiar. Como todo proceso de este tenor tiene su cuota de follet¨ªn, de misterio, de amores prohibidos y secretos, y de inconfesables pecados, Marina Mayoral no nos ahorra nada de ello. Relatos cruzados, personajes entra?ables, otros m¨¢s insondables, historias ambiguas, se van alternando con ese rigor imprescindible que todo novelista de ley debe poner siempre. Los caracteres est¨¢n bien dibujados en una historia que siempre se ofrece atractiva. La narradora, Etel, sigue la consigna de la lucha por la libertad de la mujer, y de todas las libertades humanas. Bien narrada, sobre todo, bien trabajada la lengua coloquial cuando se hace necesaria. S¨®lo reprochar¨ªa a la autora la hechura del escultor, Morais. ?Por qu¨¦ ser¨¢ que por momentos, este personaje, que debe fascinar a Etel, parece que termina por fascinar m¨¢s a la propia Marina Mayoral? A ratos Morais nos recuerda demasiado a ese vitalista sin medida que es Zorba el griego. Excepto este problema concreto de dibujo psicol¨®gico, la novela resulta siempre gratificante de leer.
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