Lizondo
No es la primera vez que Eduardo Zaplana trata de resucitar a Vicente Gonz¨¢lez Lizondo. Para algo es Dios y est¨¢ en su mano, en la misma que acaba de apretar y ahogar a Aurelio Hern¨¢ndez en Aguas de Valencia. De hecho, habr¨¢ que acostumbrarse a que cada vez que se acerquen elecciones, entre tanto Uni¨®n Valenciana (UV) conserve alg¨²n resquicio de aliento en su pulm¨®n pol¨ªtico, Lizondo tendr¨¢ su semana santa con llamas de cirio, pasos de penitentes que recreen su martirio, saetas muy sentidas y su santa faz colgada en la pantalla de Canal 9. A Zaplana le pueden incluso salir los estigmas si se lo propone. Todo lo que sea necesario para que resulte muy evidente que el sepulcro es patrimonio del PP, y por tanto ning¨²n partido m¨¢s que ¨¦se merece ser el depositario del voto que pueda (re)mover su santa memoria. Ayer mismo lo volvi¨® a intentar s¨®lo con liderar la presentaci¨®n de la biograf¨ªa del ex presidente de las Cortes Valencianas, escrita por el intelectual pegajoso Carles Recio, quien afirma, quiz¨¢ deslumbrado desde la adolescencia por el reflejo del Mercedes 300 del difunto, que Gonz¨¢lez Lizondo "es el pol¨ªtico m¨¢s carism¨¢tico de la Valencia del siglo XX". Y es probable que este ensayista y pintor de corbatas haya puesto el ditirambo sobre la ouija sin ¨¢nimo de ofender a todos aquellos que no ignoran que si alguien merece ese t¨ªtulo fue Luis Lucia. Pero tampoco es ninguna novedad que el PP prefiere Lizondo a Lucia, incluso que trata de solapar con el primero la memoria del segundo. En cualquier caso, Lucia, como conducta, es una referencia inc¨®moda, y Lizondo s¨®lo es un intrumento en las manos que lo crearon. Incluso su muerte, casi retransmitida en directo por Canal 9, parec¨ªa que llevaba impl¨ªcito un jerogl¨ªfico con la acusaci¨®n de quienes hab¨ªan sido los culpables. Al fin y al cabo, la muerte siempre fue el elemento clave en la relaci¨®n entre el PP y UV, puesto que el principio de uno es el fin del otro y viceversa. Incluso los difuntos de un partido resucitan en el contrario, como se ha visto tan a menudo. No es gratuito que precisamente ahora aparezca esta biograf¨ªa, que sean las Cortes Valencianas las que financien la operaci¨®n y Zaplana quien la consagre.
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