El historiador Friedrich considera cr¨ªmenes de guerra los bombardeos de los aliados
El libro 'Der Brand' y el premio a Raul Hilberg causan una gran pol¨¦mica en Alemania
Si se habla de cr¨ªmenes de guerra, y de Alemania, el pensamiento se dirige inmediatamente a la barbarie nazi. Pero un libro reci¨¦n publicado, Der Brand (El incendio), del historiador J?rg Friedrich, acusa ahora a los aliados, y al entonces primer ministro brit¨¢nico, Winston Churchill, de matar sin sentido a 600.000 civiles en los bombardeos sobre ciudades alemanas al final de la guerra. En medio de la pol¨¦mica, ayer se concedi¨® un importante premio a otro historiador, Raul Hilberg, que sostiene que los jud¨ªos no se defendieron lo suficiente.
Una incesante lluvia de fuego y destrucci¨®n, de proporciones b¨ªblicas, arras¨® Alemania al final de la II Guerra Mundial. Miles de aviones aliados, brit¨¢nicos y estadounidenses principalmente, destruyeron Dresde, Hamburgo, Pforzheim, Dortmund, Darmstadt, Kassel.... Decenas de ciudades y edificios hist¨®ricos formados lentamente desde la Edad Media desaparecieron. M¨¢s de 600.000 civiles murieron. Durante a?os, aplastados por el horror nazi, los historiadores alemanes apenas se dedicaron a este cap¨ªtulo de su historia. Friedrich, de origen austriaco, ha puesto ahora punto final a ese silencio cargado de culpabilidad de los alemanes.
El historiador afirma en Der Brand que los bombardeos aliados fueron un crimen de guerra y que s¨®lo cabe calificarlos de "terror civil". No se trata de una mera revisi¨®n de la historia, como han intentado otros historiadores de tercera o cuarta fila, demasiado cercanos a la ultraderecha como para tomarlos en serio. Su tesis se basa en minuciosas investigaciones que, en su opini¨®n, prueban que los bombardeos masivos sobre estas ciudades no ten¨ªan objetivos militares. Que el mando aliado, en un momento dado, fue consciente del nulo valor militar de los ataques. Y que, pese a ello, sigui¨® enviando miles de aviones con la panza repleta de fuego y muerte hacia Alemania.
A la cabeza de los responsables de estos "cr¨ªmenes de guerra", sir Winston Churchill, entonces primer ministro brit¨¢nico. Como cab¨ªa esperar, la acusaci¨®n ha desatado una considerable pol¨¦mica, sobre todo en el Reino Unido. Las cr¨ªticas en la prensa brit¨¢nica no se han centrado en discutir los m¨¦ritos t¨¦cnicos del trabajo de Friedrich, ni los documentos encontrados, sino sus intenciones. El tono general es que el historiador, que vive en Berl¨ªn, ha tratado de equiparar el esfuerzo de guerra de los aliados con las masacres de las tropas de Hitler. En Alemania, sin embargo, pese a la pol¨¦mica permanente sobre estos temas (o quiz¨¢ por ello), el libro ha comenzado a venderse muy bien. Esta semana est¨¢ ya en el n¨²mero diez de la lista de los veinte m¨¢s vendidos del semanario Der Spiegel, cuando hace siete d¨ªas ni siquiera aparec¨ªa.
En medio de la discusi¨®n p¨²blica, otro historiador, tambi¨¦n de origen austriaco, y tambi¨¦n pol¨¦mico, recibi¨® ayer un importante galard¨®n en M¨²nich, el Geschwister-Scholl-Preis. Raul Hilberg, de 76 a?os, ha dedicado toda su vida a investigar la maquinaria burocr¨¢tica que hizo posible el exterminio de seis millones de jud¨ªos. Los funcionarios obedientes en la mejor tradici¨®n prusiana, que nunca preguntan ni cuestionan una orden, las listas exactas, la precisi¨®n y la organizaci¨®n de los transportes. Pese a ello, y pese a su origen jud¨ªo (escap¨® a duras penas de los nazis en Viena), sus libros son tambi¨¦n pol¨¦micos (no se venden en Israel), porque una de sus conclusiones es que los jud¨ªos no se defendieron lo suficiente ante el holocausto que se acercaba y que casi les borr¨®, como pueblo, de la superficie de la Tierra.
En unas declaraciones en el ¨²ltimo n¨²mero de Der Spiegel, Hilberg, que vive retirado en Vermont (EE UU), y que adopt¨® la nacionalidad estadounidense ya en la guerra, dice: "No entiendo como una cr¨ªtica decir que los jud¨ªos no se defendieron lo suficiente; me limito a constatarlo; el pueblo jud¨ªo decidi¨® no levantarse contra el Estado para no proporcionarle m¨¢s argumentos para la violencia; as¨ª que la mayor¨ªa se encamin¨® hacia la muerte sin defenderse; eso es un hecho que no se puede cambiar". Sobre la prohibici¨®n de facto de sus libros en Israel, concluye: "Es un pa¨ªs donde uno tiene que ocuparse de la historia de los jud¨ªos, no de la de sus asesinos".
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