Sobradelo
Pepe Sobradelo hace de un hombre vulgar, del mont¨®n, que trabaja de noche como vigilante de un almac¨¦n donde jam¨¢s sucede nada, mientras cuenta retazos de su vida a una especie de psiquiatra, que en realidad es el sufrido espectador, no para recibir reconocimiento ni animadversi¨®n, sino para que se hagan una idea sobre la clase de sujeto con el que se la juegan. Pero, m¨¢s all¨¢ del texto, donde Alejandro Jornet hace una fusi¨®n de los asuntos que, en su opini¨®n, preocupan al personal -al personal de apegos marginales, cabe decir- est¨¢ la figura, y tambi¨¦n la actuaci¨®n, de Pepe Sobradelo.
Es un actor de muchos recursos, sobre todo porque finge carecer de todos ellos, y habr¨ªa sido uno de los preferidos de Meyerhold si se lo hubiera echado a la cara en su periodo de b¨²squeda del nuevo int¨¦rprete para el teatro moderno. Sobradelo lo hace todo sin necesidad de hacer gran cosa, pone una jeta que es desamparada cuando alegre y que no puede ocultar el jolgorio interior cuando se le pide tristeza. Es tambi¨¦n el menos dicharachero de nuestros actores, de manera que parece que hablar, sobre todo desde un escenario, le cueste un gran esfuerzo, cuando la realidad es que su capacidad de comunicaci¨®n es anterior a la palabra, y tal vez por eso dice todos los textos que yo le he visto interpretar con un punto de desconfianza, como quien est¨¢ persuadido de que el lenguaje es un mal resumen de los gestos o situaciones que lo preceden.
Primer plano
De Alejandro Jornet, por Orvallo Teatro. Int¨¦rprete, Pepe Sobradelo. Iluminaci¨®n, V¨ªctor Ant¨®n. Vestuario y Espacio esc¨¦nico, Joan Miquel Reig. Banda sonora, D.K. Direcci¨®n, Alejandro Jornet. Sala Morat¨ªn. Valencia.
Tiene Sobradelo, por esa v¨ªa, un gran potencial c¨®mico, de la comicidad cl¨¢sica y nada televisiva, un fil¨®n todav¨ªa por descubrir por alg¨²n director de talento, y su presencia es tan convincente que el espectador piensa, vale, t¨ªo, ahora busca algo en lo que muestres al fin todo lo que puedes hacer en movimiento. El texto de Jornet no est¨¢ mal, pero tampoco es gran cosa. Y Sobradelo, una vez m¨¢s, sufre su papel mientras lo borda. Y sufre para nada.
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