Miriam desaf¨ªa al Gobierno de Israel
La mujer que ha pedido la extradici¨®n de los tres palestinos asilados en Espa?a mantiene la lucha a pesar de los obst¨¢culos
La mujer que ha pedido la extradici¨®n de los tres palestinos asilados en Espa?a mantiene la lucha a pesar de los obst¨¢culos
"Una sola bala palestina ha echado por tierra mis esperanzas", susurra Miriam Gorov, de 40 a?os, madre de cuatro hijos, firmante de una demanda con la que trata de conseguir la extradici¨®n de tres activistas palestinos refugiados en Espa?a, a los que acusa del asesinato de su marido. Su batalla legal no ha hecho mas que empezar pero ya cuenta con el apoyo de la comunidad rusa, a la que pertenece toda su familia, y del partido Uni¨®n Nacional-Israel Beiteinu, que est¨¢ dispuesto a elevar el caso ante el Parlamento de Jerusal¨¦n si fracasa la v¨ªa judicial.
En su ciudad natal, Minks, no hab¨ªa rabino, por eso Miriam y Aar¨®n se casaron en la gran sinagoga de Mosc¨². Una fotograf¨ªa, colgada en el sal¨®n de su casa, lo certifica. Lo atestiguan tambi¨¦n sus cuatro hijos -Jaem, de 10 a?os, Jana Bela, de 9, Ben Zion, de 5, y Susana Sonia, de 3- que constituyen a su vez los primeros frutos de un sue?o sionista, que les llev¨® hace 11 a?os a emigrar a Israel. Fue entonces cuando se afincaron en el asentamiento de Nokdim, a espaldas de Hebr¨®n, en Cisjordania. Ella era directora de teatro. ?l compositor musical.
El jard¨ªn de su casa est¨¢ orientado a las colinas del desierto de Judea, frente a un recodo de la carretera a Jerusal¨¦n, el mismo lugar donde el pasado 25 de febrero un comando de activistas palestinos dispar¨® contra el coche en el que viajaba Aar¨®n y su amigo Abraham. Los dos murieron de un disparo certero en la cabeza. Era la noche m¨¢gica del Purim, en que los ni?os enfundados en sus disfraces esperaban ansiosos la entrega de los regalos. En el asentamiento se hab¨ªa programado adem¨¢s un concierto que deb¨ªa dirigir Aar¨®n. El estallido seco de los proyectiles se oy¨® desde las primeras casas del enclave, hizo enmudecer los instrumentos y congel¨® sus sonrisas.
"Un alto oficial del Ej¨¦rcito llam¨® por tel¨¦fono para decirnos que el asesino era Ibrahim Musa Abayat, un terrorista de Bel¨¦n. El militar me asegur¨® que no iba a salir con vida, que tarde o temprano acabar¨ªan con el. A?adi¨® que pod¨ªa comunicarlo as¨ª a toda la familia", recuerda Miriam, mientras se hund¨ªa en el dolor, se suced¨ªan los actos de condolencia y el nombre de su marido se convert¨ªa en una v¨ªctima m¨¢s del combate de las carreteras, que los activistas palestinos hab¨ªan desencadenado en Cisjordania.
Tres meses despu¨¦s del incidente tr¨¢gico, Miriam contempl¨® at¨®nita la r¨²brica de un pacto entre israel¨ªes y palestinos a ra¨ªz del asedio a la bas¨ªlica de la Natividad, por el que Ibrahim Musa Abayat era expulsado a Espa?a, junto con otros dos compa?eros implicados tambi¨¦n en el atentado. El acuerdo, que alcanz¨® a otros 10 activistas palestinos hoy en cinco pa¨ªses europeos, supuso el fin al cerco que los militares hab¨ªan establecido desde hace dos meses.
El Gobierno ha negado hasta ahora a Miriam el derecho de pedir la extradici¨®n. Le ha otorgado, como a todas las v¨ªctimas israel¨ªes de esta Intifada, una pensi¨®n para el resto de su vida, id¨¦ntica a la que reciben los familiares de soldados muertos en el frente de combate. Adem¨¢s, el Gobierno ha colaborado en la iniciativa de un grupo de amigos que ha formado una fundaci¨®n para difundir la obra musical de Aar¨®n.
"Pero nada puede llenar el vac¨ªo. Yo he perdido a mi marido. Ellos, a un padre", se lamenta Miriam, mientras coge en brazos a Susana Sonia. Explica que su hija, a sus tres a?os, no ha llegado a entender lo que ha pasado. A menudo, a?ade, cuando ve entrar a un hombre por la puerta de su casa se le abraza a sus piernas, le sonr¨ªe y le pregunta con su media lengua: "?Eres mi pap¨¢?".
Miriam Gorov no est¨¢ sola. Le apoya toda la comunidad rusa, pero en especial los responsables del partido Uni¨®n Nacional-Israel Beiteinu. El diputado Yuri Shtern est¨¢ dispuesto a llevar el caso al pleno del Parlamento si el Gobierno se niega a pedir la extradici¨®n de los tres activistas palestinos. "No hay nada que impida reclamar la entrega a Israel. Ni siquiera un pacto. Si lo hubiera ser¨ªa ilegitimo y adem¨¢s inmoral", concluye.
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