La oficina
Los matem¨¢ticos no comprenden la realidad hasta que la encierran en una ecuaci¨®n, pero los bur¨®cratas son incapaces de medir el tama?o de una cat¨¢strofe hasta que la transforman en un expediente. El otro d¨ªa, cuando una de las manchas se encontraba a cuatro millas de la costa, Rajoy abri¨® su habitual rueda de prensa anunciando que los damnificados que hab¨ªan solicitado las ayudas antes del 1 podr¨ªan pasar por ventanilla a partir del 15. Necesitaba convertir el drama en un tr¨¢mite y hablar de ¨¦l desde detr¨¢s de un mostrador. En cuanto a Aznar, si a usted le extra?a que no se haya presentado a¨²n en el lugar de los hechos, piense que jam¨¢s un jefe de negociado ha asistido personalmente al entierro de un subordinado. Lo normal es enviar a un propio a dar el p¨¦same a la familia con el desparpajo con el que este hombre ha enviado al Rey a Galicia.
As¨ª que el problema no es s¨®lo el petr¨®leo, sino lo que el petr¨®leo ha puesto de manifiesto. Si lo piensas, no se conoce ninguna ¨¦poca hist¨®rica en la que hayan coincidido tantos personajes de la talla de Aznar, de Bush, de Putin, de Berlusconi, por citar a los que m¨¢s vemos en la tele. Todos ellos son l¨ªderes carism¨¢ticos cuyas actuaciones en los momentos dif¨ªciles le ponen a uno la carne de gallina. Putin se fue de vacaciones cuando el Kursk. Bush se escondi¨® en un refugio nuclear cuando las Torres Gemelas. Aznar ni sabemos d¨®nde estaba cuando el Prestige, pero los suyos se encontraban cazando o tomando el sol en Do?ana. De Berlusconi no diremos nada porque no queremos tener problemas con la Mafia. La verdad es que no pasa nada para las desgracias que podr¨ªan ocurrir. Lo milagroso es que a¨²n funcionen los sem¨¢foros.
As¨ª las cosas, la realidad ha devenido en una oficina siniestra en la que valor supremo es la mediocridad. Si repasan ustedes el directorio de l¨ªderes, ver¨¢n que no falta ninguno de los arquetipos propios de un negociado de posguerra. Hay pelotas y caraduras y matones y exc¨¦ntricos, y hasta escritores especializados en alabar las inquietudes sociales (a la par que los bellos hombros) de la esposa del jefe de personal. La marea negra est¨¢ acabando con los percebes, s¨ª, pero la caspa no ha dejado una neurona viva. Dios nos asista.
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