"Trabajar en una ciudad es una labor de dentista"
Dani Freixes (Barcelona, 1946) es un hombre de equipo. Desde hace 30 a?os comparte con Vicente Miranda un estudio al que cada d¨¦cada se ha ido sumando un nuevo socio: Eulalia Gonz¨¢lez primero y Vicen? Bou despu¨¦s, hasta formar Varis Arquitectes (varios arquitectos), el nombre de la oficina. Freixes asegura que en la vida ha aprendido m¨¢s que desaprendido, por eso es un hombre paciente, un tipo que sedimenta sus etapas en lugar de quemarlas. Si su historia vital se remonta al mundo errante del espect¨¢culo de marionetas al que dedic¨® m¨¢s de dos a?os, su trayectoria profesional est¨¢ plagada de agradecimientos y deudas. Con 56 a?os, ¨¦ste es un hombre tan brillante como humilde que explica sus proyectos citando la ense?anza de otro arquitecto (y eso es lo extra?o) de su tiempo. As¨ª, Federico Correa le ense?¨® a escoger los problemas, y Rafael Moneo a entender las soluciones: "Correa ense?aba a detectar al enemigo y Moneo a disparar con punter¨ªa. Las dos habilidades son complementarias. Tener s¨®lo una es peligroso. Aunque hoy d¨ªa, la primera parte, la de escoger los problemas y dudar, se ha convertido en un lujo".
PREGUNTA. ?Dudar es demasiado caro?
RESPUESTA. Las culturas siempre se han distinguido por la manera en que jerarquizan las cosas a resolver. El tiempo de dudar es clave para entender c¨®mo una comunidad soluciona sus problemas. Si no dudas y empiezas a actuar, el problema siempre lo escoge alguien que no eres t¨². En la Escuela de Arquitectura antes te daban tres meses para escoger el problema, tres para resolverlo y tres para sacar conclusiones. Ahora los cursos duran cuatro meses. Los alumnos tienen un mes m¨¢s para solucionar los problemas, pero no tienen ni un d¨ªa para aprender a plante¨¢rselos. Esto marca la arquitectura. Seguramente los proyectos est¨¢n mejor resueltos, a nivel profesional, pero a nivel cultural resultan deficitarios.
P. ?Qu¨¦ fomenta esa manera de trabajar? ?Clientes con pocas dudas?
R. Antes me pagaban por dudar. Hoy d¨ªa es un defecto que se me consiente. El tiempo es oro y dudar es perder dinero.
P. ?Por qu¨¦ es importante dudar?
R. Ante un trabajo siempre me imagino que vuelvo a pasar por delante al cabo de 30 a?os. Pienso en lo que me dar¨ªa verg¨¹enza ver. Equivocarse por defectos hijos de la propia ¨¦poca es mala suerte, pero reconocer errores fruto de la arrogancia da mucha verg¨¹enza.
P. ?Est¨¢ en contra de la arquitectura espectacular?
R. Descreo. Par¨ªs es Par¨ªs porque no ha habido 10.000 arquitectos dedicados a levantar edificios singulares. La aportaci¨®n de Gaud¨ª es m¨¢s importante por la excepci¨®n que por la contribuci¨®n a las reglas que han creado la ciudad.
P. Pero Barcelona no ser¨ªa la misma sin Gaud¨ª.
R. Sin duda Gaud¨ª le ha hecho la postal a Barcelona. Hay ciudades con postal, como Roma, Par¨ªs, Granada o Bilbao, que no ten¨ªa y ahora s¨ª la tiene; y ciudades como Madrid o Buenos Aires que no tienen postal. En Madrid lo han intentado con las Torres KIO, pero no ha acabado de funcionar. Hoy es la ¨²nica ciudad del mundo que tiene como postal un equipo de f¨²tbol, que tal como est¨¢n los tiempos, quiz¨¢ sea la mejor.
P. ?Las ciudades tienen que tener postal?
R. Es una de las cosas que pueden tener. Otra es el paisaje. Barcelona, por ejemplo, tiene la ventaja de tener mar, pero a cambio su cielo es turbio, en cambio Madrid tiene cielos azules en los que los edificios parecen recortarse. Nueva York tambi¨¦n tiene muy buenos cielos porque la corriente del Hudson genera o bruma, que no deja ver los rascacielos, o un sol brutal que ilumina las puntas de los rascacielos. Todo eso conforma las ciudades y la arquitectura es s¨®lo un factor m¨¢s. Construir en una ciudad es una labor semejante a la de un dentista dispuesto a corregir una dentadura. Poner un diente de oro es peligroso, generalmente s¨®lo los eligen los nuevos ricos o los piratas.
P. ?Qu¨¦ puede aprender una ciudad de un interior?
R. El disfrute de todos los sentidos. Nuestra vida en la ciudad pasa demasiado por el sentido de la vista. Lo miramos todo, hasta el tiempo que hace, cuando parecer¨ªa que hay otros sentidos capaces de recoger informaci¨®n m¨¢s precisa sobre la temperatura. Al igual que ha mejorado la habitabilidad, cambiando usos y muebles para que no huyamos del interior, no se ha hecho nada porque las personas no huyamos de las ciudades. Las tratamos como c¨¢rceles de las que hay que salir. Los arquitectos deber¨ªamos tratar de reconquistarlas porque el 80% de la poblaci¨®n del mundo vivir¨¢ en ellas.
P. ?No cree que esa reconquista ya est¨¢ teniendo lugar?
R. Queda mucho por hacer. El sistema de salir de las ciudades al asociar ciudad y trabajo explota una idea fundamental de la econom¨ªa: la huida. Es muy simple: estoy mal, me voy a otro sitio. Para ir a otro sitio necesito un coche. Y el coche es el gran problema de las ciudades hoy. De la misma manera que un constructor tiene limitada la altura de los edificios, ?por qu¨¦ no se limita la cantidad de coches que produce una f¨¢brica? Un constructor no construir¨ªa nunca si no tuviese un solar. ?Por qu¨¦ las f¨¢bricas de autom¨®viles producen coches que no van a caber en las ciudades?
P. Todo el mundo habla del problema de los coches, pero nadie est¨¢ dispuesto a pasar sin uno.
R. Hay ciudades que han ensayado medidas disuasorias. De la misma manera que a un cami¨®n tr¨¢iler no se le ocurre meterse por un callej¨®n estrecho, llegar¨¢ un d¨ªa en que los coches ni pisar¨¢n los centros de las ciudades. Hoy la situaci¨®n en Espa?a dista mucho de eso. Mucha gente utiliza la calle como garaje. Las ciudades ya no admiten eso, igual que uno no acampa en la autopista por m¨¢s espacio verde que sobre. Si se soluciona el problema del transporte, las ciudades cambiar¨¢n radicalmente.
P. Como arquitecto usted resulta m¨¢s imaginativo dentro que fuera de los edificios.
R. El exterior es colectivo. Ayuda a la identificaci¨®n, y el arquitecto comparte tablero con personas, paisajes y otros edificios. En cambio, en el interior, la persona es la unidad fundamental. Hay arquitectura de los contornos y arquitectura de las condiciones. La primera es m¨¢s visible. Se ocupa de las proporciones, de las escalas, de la composici¨®n. La de las condiciones se ocupa de lo vivible, del confort, la luz, el calor de ese espacio. Lo deseable es la suma de las dos, pero a la hora de elegir yo lo tengo claro: la primera arquitectura no la ve un ciego, y la segunda s¨ª.
P. Confort es hoy una palabra denostada.
R. El confort se da cuando no te falta algo b¨¢sico: el calor, la intimidad, el espacio com¨²n. Normalmente pasa por permitir que los cinco sentidos trabajen a la vez. Entonces aparece el sexto que es el mejor: s¨®lo se dispara cuando las cosas funcionan. No sabes qu¨¦ te pasa pero est¨¢s bien. El tema fundamental de una casa es la manera de compartir la soledad. Cuando una vivienda resuelve que sus habitantes puedan elegir entre estar solos o juntos, esa casa funciona.
Un parque tem¨¢tico que hace pensar
FREIXES ES el interiorista m¨¢s famoso de Espa?a y el m¨¢s reconocido en Barcelona, la mejor cantera de nuestro pa¨ªs. Es, adem¨¢s, un arquitecto todo terreno que ha levantado edificios y dise?ado parques urbanos. En el sur de Italia, su estudio Varis Arquitectes, construye ahora Felifonte, un parque tem¨¢tico disfrazado de excavaci¨®n arqueol¨®gica, al lado de Felisia, un Family Entertainement Center, que dise?aron Alfredo Arribas, Mariscal y ¨¦l mismo. Ambos proyectos comparten la historia de los Felici, un pueblo que guardaba como oro en pa?o lo que consideraba importante cuando empezaban a perder la memoria. El paisaje agr¨ªcola, los bungalows de las excavaciones y las ruinas encontradas componen el marco arquitect¨®nico ideado por Freixes y su equipo. "He tratado de explicar lo que para m¨ª es cultura y por qu¨¦ tiene sentido conservarla. Es un cuento construido, una rememoraci¨®n de la ni?ez, una gran mentira hecha con peque?as verdades. En Felifonte ser¨¢ posible descubrir los vestigios de una cultura muy parecida a la nuestra, si no hubi¨¦semos perdido la senda de la ingenuidad. Una cultura de gente que ten¨ªa el privilegio de morir jugando".
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