Risa con sangre
Tramposos, c¨¢ndidos infractores de la ley, gente que siente la alegr¨ªa moment¨¢nea de mentir con ¨¦xito: aqu¨ª est¨¢n las criaturas del muy prol¨ªfico y cinematogr¨¢fico Elmore Leonard (Nueva Orleans, 1925), aunque el h¨¦roe de El blues del Misisip¨ª (Tishomingo Blues, 2002) sea un incorruptible saltador profesional de trampol¨ªn y palanca que, entregado a su vocaci¨®n, en plena decadencia f¨ªsica se resiste a vender el alma al diablo. Acaba de contratarlo el Tishomingo, nuevo casino-hotel de Tunica, casi en el extremo norte de Misisip¨ª (seguimos aprendiendo recreativamente la geograf¨ªa americana), cuando oye, m¨¢s que ve, un asesinato desde la torre de saltos: dos con pinta de polic¨ªas le pegan cinco tiros a un feriante, e inmediatamente alguien cuenta por los bares que el Saltador ha sido testigo del crimen.
EL BLUES DEL MISISIP?
Elmore Leonard Traducci¨®n de Daniel Aguirre Ediciones B. Barcelona, 2002 365 p¨¢ginas. 19,50 euros
Aparece entonces una es
pecie de bucanero urbano que dice llamarse Robert Taylor, de Detroit (Detroit es una de las ciudades predilectas de Leonard). Este hombre sostiene que lincharon en Tunica a su bisabuelo, negro y cantante, creador del c¨¦lebre Tishomingo Blues, y visita con una foto del acontecimiento a los vecinos blancos cuyos bisabuelos fueron linchadores. Taylor lleva pistola, el mismo modelo que usa James Bond, seg¨²n Taylor. Quiere estudiar la marcha de la delincuencia en la comarca, quiere que el Saltador le venda el alma al diablo (el lector encuentra instrucciones sobre c¨®mo se realiza semejante comercio), ha decidido quedarse con el tr¨¢fico local de metanfetamina durante la representaci¨®n festiva de una batalla hist¨®rica, de 1864, entre unionistas y confederados de la guerra civil americana.
El asesinato de las primeras p¨¢ginas s¨®lo es un anzuelo para el p¨²blico, entendido como trucha: Elmore Leonard es feliz en el manejo de recursos cinematogr¨¢ficos, de c¨®mic, caricaturas y onomatopeyas. Sus polic¨ªas, con sombrero de cowboy, entienden que s¨®lo puede controlar el crimen un criminal de marca mayor. Van a la c¨¢rcel, salen de la c¨¢rcel, opinan de la calidad carcelaria: ?las privadas son mucho mejores! Son la mafia sure?a: el crimen desorganizado, el disparate con sangre que da risa, dos o tres muertos nada m¨¢s, hasta que llega la temible y eficiente mafia de Detroit. Hay tambi¨¦n un industrial honrado, rey de las casas prefabricadas de Tunica, que, a causa de sus vicios, sufre chantaje y debe dirigir el negocio de la droga. Cumple con su obligaci¨®n, pero sue?a que huye, que abandona a su mujer y a sus hijas insoportables: desear¨ªa convertirse en otro, como casi todos los personajes de Leonard. El ¨²nico fiel a s¨ª mismo, el h¨¦roe, es el esforzado saltador de palanca, hombre bueno y amigo de las mujeres: duda si corromperse, pero s¨®lo para comprarle una casa a su madre anciana, ayudar a su hermana alcoh¨®lica y dar trabajo a saltadores j¨®venes y parados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.