La 'operaci¨®n Odessa' de Mengele
Durante sus a?os de exilio en Madrid, Per¨®n admit¨ªa de buena gana su relaci¨®n personal con criminales nazis fugitivos ante cualquiera que se molestara en pregunt¨¢rselo. La ma?ana del 9 de septiembre de 1970 le relat¨® al escritor argentino Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez c¨®mo, mientras era presidente, en la d¨¦cada de 1950, un "especialista de gen¨¦tica" alem¨¢n sol¨ªa visitar su residencia de fin de semana en Olivos, entreteni¨¦ndole con sus supuestos incre¨ªbles descubrimientos cient¨ªficos. "Un d¨ªa el hombre vino a despedirse porque un caba?ero paraguayo le hab¨ªa contratado para que le mejorara el ganado", explicaba Per¨®n con franqueza. "Le iban a pagar una fortuna. Me mostr¨® las fotos de un establo que ten¨ªa por all¨ª cerca del Tigre (un suburbio de Buenos Aires) donde todas las vacas le par¨ªan mellizos".
' La aut¨¦ntica Odessa'
Paid¨®s. Historia Contempor¨¢nea
En Auschwitz, Mengele sol¨ªa silbar arias de ¨®pera mientras divid¨ªa la cola de las v¨ªctimas, se?alando con su bast¨®n a derecha o izquierda: la muerte, o la muerte en vida
La descripci¨®n que dio Per¨®n tambi¨¦n encajaba con Mengele. ?ste proced¨ªa de una familia rica y hab¨ªa sido muy bien recibido por la comunidad alemana de Argentina
La Cruz Roja admiti¨® tras la muerte de Per¨®n que hab¨ªa proporcionado un pasaporte a Mengele expedido a nombre de Helmut Gregor, alias que seguir¨ªa usando en Argentina
El escritor le pregunt¨® a Per¨®n si recordaba el nombre del especialista."?Qui¨¦n sabe? Era uno de esos b¨¢varos bien plantados, cultos, orgullosos de su tierra. Espere... Si no me equivoco, se llamaba Gregor. Eso es, el doctor Gregor".
Mart¨ªnez, que no hab¨ªa o¨ªdo nunca antes aquel nombre, archiv¨® la cinta de la entrevista de Per¨®n. S¨®lo en 1985, cuando se revel¨® al mundo la noticia de la muerte de Mengele en 1979, desenterr¨® la vieja cinta y se dio cuenta del verdadero alcance de las palabras de Per¨®n. En la posterior investigaci¨®n sobre los a?os de posguerra de Mengele se hizo evidente que Per¨®n hab¨ªa tentado a Mart¨ªnez con informaci¨®n verdadera, aunque en aquel momento imposible de verificar. La Cruz Roja se vio forzada a admitir tras su muerte que hab¨ªa proporcionado un pasaporte a Mengele expedido a nombre de Helmut Gregor, un alias que seguir¨ªa usando en Argentina. Un documento de la CIA confirmar¨ªa que el m¨¦dico de Auschwitz hab¨ªa estado visitando Paraguay al menos desde 1951. La descripci¨®n del sujeto que dio Per¨®n tambi¨¦n encajaba. Mengele proced¨ªa de una familia rica, y hab¨ªa sido muy bien recibido por la comunidad alemana de Argentina. Entre los amigos nazis de Per¨®n, el m¨¦dico "extremadamente culto" ten¨ªa fama de ser un "hombre brillante desde un punto de vista intelectual". Y, por supuesto, se trataba de un "bien plantado" oficial de las SS que hablaba con un claro acento b¨¢varo. (...)
El 17 de enero de 1945, Mengele junt¨® los registros de sus experimentos con gemelos, inv¨¢lidos y enanos en el campo de exterminio de Auschwitz, carg¨® los papeles y las muestras de sangre en un coche que le esperaba e inici¨® su larga huida de la justicia. Tras ¨¦l dejaba incontables actos de criminal crueldad que le har¨ªan acreedor a un estatus ¨²nico entre los asesinos nazis. Encargado del campo de mujeres del anexo Birkenau cuando lleg¨® al complejo de Auschwitz procedente del frente ruso, en 1943, Mengele hab¨ªa abordado la escasez de alimento o los brotes de tifus enviando a morir a 4.000 mujeres cada d¨ªa.
En el campo se conoc¨ªa a Mengele como "el principal proveedor de la c¨¢mara de gas y los hornos", debido principalmente a su g¨¦lida conducta en las selecciones de los trenes de Auschwitz, en las que los m¨¦dicos de las SS examinaban a los reci¨¦n llegados que bajaban de los vagones de carga, y, o bien los enviaban directamente a la c¨¢mara de gas, o bien les salvaban la vida para dedicarlos a trabajos forzados. A diferencia de otros m¨¦dicos de las SS, que hab¨ªan de emborracharse para poder llevar a cabo su inhumana tarea, Mengele se mostraba siempre sobrio, fr¨ªo y despiadado, siempre con su impecable uniforme de las SS. Con frecuencia sol¨ªa silbar arias de ¨®pera mientras divid¨ªa la cola de las v¨ªctimas, se?alando con su bast¨®n a derecha o izquierda: la muerte, o la muerte en vida.
?Gemelos! ?Gemelos! ?Gemelos!
A veces recorr¨ªa las colas gritando: "?Gemelos! ?Gemelos! ?Gemelos!", eligiendo cobayas humanas para sus brutales experimentos seudocient¨ªficos. Seg¨²n la acusaci¨®n que Alemania present¨® contra ¨¦l en 1981, cuando todav¨ªa se le cre¨ªa vivo, Mengele quer¨ªa lograr "un aumento m¨¦dicamente manipulado del n¨²mero de nacimientos de gemelos" con el fin de duplicar la tasa de natalidad de los ni?os arios para Hitler. Otros experimentos de Mengele inclu¨ªan inyectar tintes en los ojos de los ni?os para ver si pod¨ªa convertirlos en arios de ojos azules. Tras las pruebas se enviaba a los ni?os a la c¨¢mara de gas. Mengele exhib¨ªa muestras de ojos, desde el amarillo p¨¢lido hasta el azul claro, en la pared. "Estaban clavados como mariposas", explicar¨ªa un superviviente de Auschwitz. "Yo cre¨ªa que hab¨ªa muerto y viv¨ªa ya en el infierno".
Despoj¨¢ndose de su uniforme de las SS, Mengele adopt¨® el disfraz de un m¨¦dico militar alem¨¢n regular y se uni¨® a una unidad del ej¨¦rcito en retirada. Le confi¨® sus notas a una enfermera con la que inici¨® una relaci¨®n. Mientras la unidad hu¨ªa del avance de las tropas sovi¨¦ticas empez¨® a aflorar el nombre de Mengele como uno de los criminales de guerra nazis m¨¢s buscados. Su primera inclusi¨®n en una lista aliada de la que se tenga constancia fue en abril de 1945. En mayo, la Comisi¨®n de Cr¨ªmenes de Guerra de la ONU le buscaba por "genocidio y otros cr¨ªmenes". La radio aliada empez¨® a emitir noticias sobre las atrocidades que hab¨ªa cometido.
Enfermera providencial
En alg¨²n momento en torno al mes de junio, su unidad fue arrestada por tropas estadounidenses en la ciudad alemana de Weiden. La enfermera que guardaba sus preciosas notas tambi¨¦n fue detenida, aunque pronto se la dejar¨ªa en libertad. A pesar de que en el campo de detenci¨®n se registr¨® a Mengele con su verdadero nombre, los estadounidenses no le identificaron como un criminal de guerra buscado, o siquiera como un miembro de las SS, debido simplemente al hecho de que, al incorporarse a este organismo, en 1938, Mengele se hab¨ªa negado a dejarse tatuar su grupo sangu¨ªneo en el brazo o en el pecho como los dem¨¢s oficiales. Eso no significaba que no se le persiguiera: el 11 de junio de 1945, tres polic¨ªas militares norteamericanos se hab¨ªan presentado en casa de su esposa, Irene, en Autenreid, pregunt¨¢ndole si conoc¨ªa su paradero.
En septiembre, Mengele fue liberado por el ej¨¦rcito estadounidense en su Baviera natal. Mientras estaba en el campo de prisioneros hab¨ªa conseguido un documento de liberaci¨®n aliado expedido a nombre de otro m¨¦dico, Fritz Ulman, nombre que alter¨® cambi¨¢ndolo por el de Fritz Hollmann. Con dicho documento regres¨® a Alemania, a la zona ocupada por los rusos, y localiz¨® a la enfermera a la que hab¨ªa confiado sus notas y sus muestras, y luego se retir¨® a M¨²nich, donde se ocult¨® en casa de unos amigos.
En octubre de 1945, Mengele hab¨ªa encontrado trabajo en una peque?a granja en Mangolding, Baviera. All¨ª vivir¨ªa tranquilo como trabajador agr¨ªcola durante tres a?os, mientras la prensa publicaba informes sobre sus atroces cr¨ªmenes y su nombre aparec¨ªa en los juicios de N¨²remberg. Pero aunque Mengele logr¨® evadirse del brazo de la ley, en su cabeza se repet¨ªa una y otra vez una parodia de juicio. Al igual que [el criminal de guerra belga] Pierre Daye, quien, sentado a solas en una habitaci¨®n de hotel de Madrid, se dedic¨® a anotar brillantes justificaciones de su colaboraci¨®n con los nazis, Mengele escribi¨® un diario en el que se convirti¨® en su propio testigo estelar de la defensa.
En alg¨²n momento en torno a abril de 1948, Mengele empez¨® a preparar su fuga a Argentina. Como ocurriera con otros importantes criminales de guerra alemanes, sus documentos de viaje se arreglaron mientras [el ex capit¨¢n de las SS Carlos] Fuldner estaba en Europa rescatando a nazis perseguidos (hasta entonces no se hab¨ªa establecido a¨²n una infraestructura adecuada para salvar a los peces m¨¢s gordos, que despu¨¦s de la guerra permanecieron ocultos durante varios a?os). A partir de ahora, Mengele estar¨ªa en manos de profesionales. En lugar de un nombre sobreescrito en un documento prestado, ahora se dotar¨ªa al m¨¦dico de Auschwitz de una identidad falsa totalmente nueva. El m¨¦todo empleado consist¨ªa en hacerle pasar por un individuo de etnia alemana originario del Alto Adigio, en el norte de Italia. Curiosamente, en Roma el obispo Alois Hudal se hab¨ªa hecho cargo de varios oficiales de las SS incriminados en el norte de Italia junto con el cardenal Montini, que ve¨ªa sus casos con simpat¨ªa. Durante el periodo de la posguerra, Hudal mantuvo una voluminosa correspondencia con dichos hombres, organizando la fuga a Argentina de muchos de ellos. La inteligencia estadounidense sab¨ªa que hab¨ªa "alemanes nazis" incriminados que estaban cruzando la frontera hacia Italia. Un informe de 1947 afirmaba que viajaban "v¨ªa Treviso y Mil¨¢n con el ¨²nico objetivo de conseguir documentos de identidad falsos (...) regresando legalmente a las zonas de ocupaci¨®n brit¨¢nicas, francesas o norteamericanas".
Identidades falsas
?ste fue precisamente el m¨¦todo empleado por Mengele y Eichmann para conseguir identidades falsas para su posterior viaje a Argentina. Entre abril y junio de 1948, los dos criminales de las SS obtuvieron sendos documentos de identidad del municipio de Termeno. Gracias a la Carta d'Identit¨¢ n¨²mero 114, Mengele se convirti¨® en Helmut Gregor, mientras que la n¨²mero 131 convert¨ªa a Eichmann en Riccardo Klement. Un tercer criminal de guerra que acab¨® en Argentina, Erich M¨¹ller, funcionario de alto rango del Ministerio de Propaganda de Goebbels, obtuvo la Carta d'Identit¨¢ n¨²mero 111, con el alias de Francesco Noelke.
Bajo los semilegales alias proporcionados por dichos documentos de identidad, Mengele, Eichmann y M¨¹ller solicitaron y obtuvieron de inmediato sendos permisos de desembarco argentinos con s¨®lo unas semanas de diferencia. Sus solicitudes se canalizaron casi con toda seguridad a trav¨¦s de la oficina de la DAIE [inmigraci¨®n argentina] de Fuldner en G¨¦nova hacia la Direcci¨®n de Migraciones en Buenos Aires. Aquel frenes¨ª de solicitudes, incluyendo las de otros oficiales de las SS como Erich Priebke y Josef Schwammberger, favoreci¨® a un nutrido grupo de criminales nazis cuyos papeles argentinos se procesaron casi simult¨¢neamente a mediados de 1948.
Es probable que Mengele pagara caro su permiso de desembarco en Argentina, pero el dinero no era precisamente algo que le faltara a su familia. La zona b¨¢vara de G¨¹nzburg era sede de la empresa de maquinaria agr¨ªcola Mengele desde comienzos de siglo. Su padre, Karl, hab¨ªa sido miembro del Partido Nazi, y en 1932 incluso hab¨ªa recibido la visita de Hitler a su f¨¢brica. En el periodo de la posguerra, y a pesar de soportar un prolongado proceso de desnazificaci¨®n por parte de los aliados, los negocios de Karl Mengele prosperaron. Pronto extender¨ªa su empresa al extranjero, incluyendo Argentina, el pa¨ªs donde su hijo hallar¨ªa refugio.
El 7 de septiembre de 1948 lleg¨® la noticia de que el permiso de desembarco de Helmut Gregor hab¨ªa sido aprobado por Buenos Aires. Mengele desapareci¨® de Mangolding sin despedirse siquiera de sus empleadores. Tras regresar a su ciudad natal de G¨¹nzburg, pas¨® los meses siguientes oculto en los bosques cercanos, tratando de convencer sin ¨¦xito a su esposa, Irene, de que le siguiera a Argentina con el hijo de ambos, Rolf.
En abril de 1949, Mengele se march¨® solo, saliendo de Alemania. Al parecer, su huida a Italia a trav¨¦s de Austria fue organizada y financiada por su padre por medio de sus antiguos contactos de las SS en la zona de G¨¹nzburg. Dicha organizaci¨®n implic¨® pasar clandestinamente la frontera, intercambiar contrase?as y falsificar documentos de viaje. Finalmente, Mengele lleg¨® a la poblaci¨®n septentrional italiana de Vipiteno, la misma localidad del Alto Adigio en donde se hab¨ªa refugiado Erich Priebke un a?o antes. All¨ª ten¨ªa reservada una habitaci¨®n en la pensi¨®n de la Cruz de Oro bajo su alias de Fritz Hollmann. Un mensajero de la empresa familiar le llev¨® dinero y un "malet¨ªn" que conten¨ªa sus notas de Auschwitz y muestras de sangre, conservadas entre peque?as placas.
Despu¨¦s de aproximadamente un mes pas¨® a Bolzano, donde se encontr¨® con un agente clandestino identificado s¨®lo como "Kurt" en el diario de su viaje. Kurt ten¨ªa contactos croatas, acceso a la Cruz Roja y al consulado argentino; de hecho, todos los atributos para estar vinculado a la DAIE de Per¨®n o a uno de los sacerdotes cat¨®licos que ayudaban a los fugitivos nazis. El hombre misterioso le hab¨ªa reservado a Mengele un billete en el North King, un barco que hab¨ªa de zarpar con rumbo a Argentina el 25 de mayo de 1949.
La primera parada de Mengele, el 16 de mayo, fue la oficina de la Cruz Roja en G¨¦nova, con el fin de obtener un pasaporte v¨¢lido. El tal Kurt lo arregl¨® sin dificultad: Mengele estaba bien equipado con su permiso de desembarco argentino y su documento de identidad de Termeno, la misma combinaci¨®n de enga?osos documentos que permitir¨ªa a Eichmann y a M¨¹ller obtener un pasaporte de la Cruz Roja un a?o despu¨¦s. El siguiente paso, al d¨ªa siguiente, fue ir al consulado argentino a buscar un visado de entrada. Mengele lleg¨® con un falso certificado de vacunaci¨®n proporcionado por un m¨¦dico croata. A pesar de ello, los puntillosos diplom¨¢ticos argentinos observaron que la Cruz Roja hab¨ªa escrito por error la fecha de expedici¨®n del pasaporte de Gregor en el espacio reservado para la fecha de expiraci¨®n, con lo que resultaba t¨¦cnicamente inv¨¢lido. Tras regresar con un documento enmendado, Mengele descubri¨® ahora que todav¨ªa hab¨ªa de someterse a un examen m¨¦dico obligatorio en la oficina de la DAIE, en el n¨²mero 38 de la Via Albaro. Las condiciones sanitarias en las que trabajaban los doctores argentinos dejaron mudo de asombro incluso al propio m¨¦dico de Auschwitz: "Buscaban posibles casos de tracoma usando siempre la misma varilla de vidrio y sin lavarse las manos", escribi¨® Mengele en su diario. "Si uno no padec¨ªa una enfermedad contagiosa antes del examen, lo m¨¢s probable es que despu¨¦s la tuviera".
Visado italiano
El ¨²nico obst¨¢culo real se produjo cuando trat¨® de obtener un visado de salida italiano. Desgraciadamente para Mengele, el funcionario italiano al que Kurt sol¨ªa sobornar ten¨ªa fiesta. Cuando Mengele desliz¨® un billete de 20.000 liras entre sus documentos y se los entreg¨® al funcionario italiano que estaba de servicio, en lugar de recibir el visado que esperaba se encontr¨® encerrado en una celda. Tras unas cuantas noches de incomodidad, Mengele fue rescatado por Kurt, que finalmente hab¨ªa regresado a la ciudad. De repente, la polic¨ªa de G¨¦nova adopt¨® un tono de disculpa, y le pregunt¨® a Mengele si es que acaso era jud¨ªo. Agitado, pero todav¨ªa entero, Mengele logr¨® embarcar en el North King a tiempo, el 25 de mayo. "Olas, todo es olas", reflexion¨® el m¨¦dico mientras la costa italiana se perd¨ªa a lo lejos.
El North King atrac¨® en el puerto de Buenos Aires el 22 de junio de 1949, despu¨¦s de una traves¨ªa de cuatro semanas. Los funcionarios de Migraciones de Argentina quedaron desconcertados al ver los documentos m¨¦dicos y las muestras que Helmut Gregor llevaba al pa¨ªs. "Son notas biol¨®gicas", afirm¨® Mengele sin faltar a la verdad. Se mand¨® llamar al m¨¦dico del puerto para que examinara el contenido francamente sombr¨ªo del malet¨ªn, pero dado que ¨¦ste no sab¨ªa alem¨¢n, finalmente dej¨® pasar a Mengele. Extra?amente, no desconcert¨® en absoluto al funcionario el hecho de que un "mec¨¢nico t¨¦cnico" -tal como figuraba Gregor en su pasaporte y en la lista de pasajeros del barco- se hallara en posesi¨®n de aquel material. Un m¨¦dico que deb¨ªa acudir a recibirle, al que Mengele hab¨ªa conocido en 1939 y al que se refer¨ªa en su diario como "Rolf Nuckert", no se present¨®. Con un par de italianos con los que hab¨ªa hecho amistad a bordo, Mengele se registr¨® en el s¨®rdido hotel Palermo, situado en el centro de Buenos Aires. La habitaci¨®n, francamente ruinosa, parec¨ªa realzar a¨²n m¨¢s la triste acogida que le hab¨ªa dado Argentina. [Sin embargo, Mengele conect¨® con la red de nazis y se labr¨® una posici¨®n econ¨®mica, hasta que en 1960, ya derrocado Per¨®n, huy¨® a Paraguay, en donde muri¨® ahogado el 7 de febrero de 1979].
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