"Escribir me salv¨® la vida"
La entrevista es en el Grand Hotel (donde se alojan todos los galardonados desde que existen los Nobel), y dos de los amigos h¨²ngaros que han acompa?ado a Kert¨¦sz hasta aqu¨ª, Andrea Gabor y Paul Gerl¨®czy, traducen sus palabras al ingl¨¦s. Por suerte, esa dificultad de comunicaci¨®n no impide a Kert¨¦sz transmitir su gran carisma, su humanidad c¨¢lida y cercana, su sabidur¨ªa profunda y humilde. Y cuando una hora despu¨¦s se despide con una sonrisa y un abrazo, cualquiera pensar¨ªa que el Nobel no le hace justicia del todo. Porque Kert¨¦sz no es s¨®lo el enorme escritor y el hombre valiente que fue perseguido por la barbarie hasta convertirse en el s¨ªmbolo vivo de los horrores del fascismo y el comunismo. Adem¨¢s de todo eso es un tipo espl¨¦ndido, de una lucidez desarmante. ?se es quiz¨¢s el sello insobornable de Kert¨¦sz: su capacidad para escapar del t¨®pico y someter al juicio de la raz¨®n, la moral y la iron¨ªa todas las etiquetas y todas las creencias, incluso las propias.
"Europa debe ser m¨¢s creativa y dejar de pensar en s¨ª misma como poder secundario"
"Los medios crean un lenguaje en el que el individuo se siente perdido"
"Los jud¨ªos de Europa del Este hemos sufrido siempre por el hecho de ser cosmopolitas"
Pregunta. En su discurso del s¨¢bado dijo que estaba partido en dos, que no sab¨ªa si era el observador o el premiado. ?Hoy c¨®mo anda?
Respuesta. A medio gas, pero contento. No estoy entero del todo, pero espero volver a estarlo pronto.
P. ?Y c¨®mo lleva todo este l¨ªo del Nobel y el ¨¦xito una persona que ha estado tanto tiempo escondida y encerrada?
R. Trato de coger la perspectiva otra vez. Pero creo que s¨®lo estar¨¦ entero cuando vuelva a escribir mi novela. El discurso era parte de ese intento por volver a ser uno, era un reto del escritor. Lo otro que pasa estos d¨ªas no son retos, son obligaciones.
P. Como las entrevistas. ?Sabe cu¨¢ntas lleva ya?
R. Yo no las cuento, pero Magda, mi mujer, s¨ª, y el d¨ªa siguiente a la noticia del Nobel llevaba ya 49. As¨ª que imag¨ªnese c¨®mo ser¨¢n de profundas y de inteligentes.
P. Hay gente que para no repetirse miente en las entrevistas. ?Usted suele darse a la literatura?
R. Es verdad que algunas veces resultan muy literarias, pero no porque sean ficci¨®n, sino porque est¨¢n llenas de significado. Pero eso era antes del Nobel, cuando ten¨ªa tiempo.
P. La apelaci¨®n que hizo ayer a construir una nueva cultura europea tomando Auschwitz como punto cero, como punto de partida, ?no cree que es demasiado optimista, dado c¨®mo anda el mundo en este momento?
R. Bueno, no dije que fuera a cambiar, dije que, si queremos cambiar, debemos tratar de hacer eso. No me siento demasiado optimista en ese sentido, pero no hay alternativa. Si queremos sentir otra vez la creatividad y darnos un nuevo sistema de valores, que es lo que Europa ha perdido, y superar el fracaso de la cultura y de la ¨¦tica, no podemos decir que no ha pasado nada. Eso ser¨ªa como negar los principios de la f¨ªsica, decir que el mundo no se mueve. Auschwitz sucedi¨®, y la aventura de la Revoluci¨®n Francesa acaba ah¨ª. Pero los puntos de partida nunca nacen de la nada. Y yo creo que algo ha nacido ya: el consenso de Occidente sobre la destrucci¨®n de la humanidad que suponen los totalitarismos. Ese consenso pol¨ªtico estaba herido, roto, antes de la intervenci¨®n de la OTAN en Yugoslavia. Se permiti¨® el genocidio durante a?os, pero al final se actu¨®, se pas¨® a la acci¨®n. Como no soy muy optimista, ahora hace falta ver si ese consenso es serio o s¨®lo es superficial. Y hay muchos retos en el futuro para comprobarlo.
P. Pero Europa es hoy poco m¨¢s que un siervo de Estados Unidos.
R. S¨ª, de acuerdo, Europa debe ser m¨¢s creativa, debe dejar de pensar en s¨ª misma como un poder secundario. Pero eso es pol¨ªtica cotidiana, y prefiero no entrar en eso. Soy europeo, pero un europeo al que le gusta Am¨¦rica.
P. ?Conf¨ªa entonces en que saldremos adelante?
R. Vivimos un gran trauma espiritual, un trauma que viene de Auschwitz, y no creo que haya nada m¨¢s traum¨¢tico que reconocer que nuestra cultura est¨¢ muerta. Quiz¨¢ estamos en el cl¨ªmax de esa crisis, pero debemos usar ese punto cero para empezar a crecer. Por la manera de reaccionar de Europa, parece que hay cierta toma de conciencia. La gran paradoja es que, desde que Europa est¨¢ unida, los nacionalismos han crecido, as¨ª que debemos empezar cuanto antes. Pero todo esto me suena a profeta, mejor lo dejamos.
P. Usted ha denunciado c¨®mo el nazismo y el comunismo secuestraron el lenguaje. ?Cree que las democracias nos lo han devuelto?
R. No, sigue secuestrado. Los medios y los peri¨®dicos crean su propio lenguaje en el que el individuo est¨¢ perdido. Tenemos que volver al lenguaje del individuo. En el discurso escrib¨ª que en un momento de mi vida decid¨ª que mi ¨²nica realidad era yo. Creo que todo el mundo deber¨ªa tener ese momento, la libertad total de ser. Pero ahora me estoy poniendo filos¨®fico.
P. Bueno, tambi¨¦n ha escrito que a veces le sorprende el poqu¨ªsimo inter¨¦s que tiene por su propio ser.
R. Quiz¨¢ porque siempre he vivido como un extranjero en m¨ª mismo, siempre me han forzado a ser, o a no ser. Primero, por ser jud¨ªo, me llevaron a Auschwitz. Y no fue mi elecci¨®n, es evidente. Luego, bajo la dictadura comunista, viv¨ª una vida que tampoco era la m¨ªa. Aunque debo decir que fue una experiencia bastante c¨®moda hasta el d¨ªa que eleg¨ª algo. Eleg¨ª ser libre y escribir, y ah¨ª empezaron los problemas. Lo curioso es que el camino llevaba a Estocolmo. ?Y eso no estaba en el contrato!
P. As¨ª que tras esas dos dictaduras acaba aterrizando en la del mercado...
R. ?S¨ª, ahora puedo decir que he vivido bajo tres dictaduras? La nazi, la comunista y la del dinero. Y la verdad es que esta ¨²ltima es la m¨¢s c¨®moda. Si miras el dinero del Nobel (un mill¨®n de euros), no est¨¢ mal como dictadura. Pero esto, que puede resultar gracioso, no lo es tanto si piensas en las presiones que los intelectuales jud¨ªos del este de Europa hemos sufrido siempre por el simple hecho de ser cosmopolitas, o simplemente por el de hablar alem¨¢n. Kakania jam¨¢s perdon¨® eso. A m¨ª, la ultraderecha h¨²ngara me ha criticado por traducir a Joseph Roth. Como en su d¨ªa criticaron a Kafka, a Celan, al propio Roth, todos sospechosos en sus peque?as naciones. El Nobel, m¨¢s por su dinero que por la fama que supone, es un escudo que me va a dar libertad y protecci¨®n frente a esas presiones. Ahora podr¨¦ hacer lo que quiera. Y esa Kakania que Musil retrat¨® tan bien tendr¨¢ que aguantarse.
P. Kafka, Roth, Musil... ?sos son sus abuelos, ?no?
R. S¨ª, son mi tradici¨®n, mis ra¨ªces... Lo cual quiz¨¢ quiera decir que un poco de presi¨®n siempre es buena para el esp¨ªritu. Aunque es verdad que desde que vivo en democracia puedo pensar lo que quiero, la verdad es que todav¨ªa pienso lo que pensaba antes. Lo que pasa es que publiqu¨¦ mis pensamientos secretos sobre la dictadura en el libro Yo, otro, y ahora se habla de eso en p¨²blico; es como un cotilleo, y eso le ha hecho perder poder a esas ideas.
P. A m¨ª, en cambio, me parece que siguen siendo muy poderosas.
R. Bueno, no espero que le gusten a todo el mundo, porque la unanimidad siempre es sospechosa.
P. ?Cree en la sinceridad como un valor literario?
R. No, es que mi naturaleza es as¨ª. Quiz¨¢ no soy buen actor.
P. ?Y piensa seguir viviendo en Hungr¨ªa?
R. S¨ª, ya lo decid¨ª antes del Nobel. Con la diferencia de que ahora podr¨¦ moverme m¨¢s. En realidad, ahora estoy viviendo como deber¨ªa haber vivido a los 25 a?os. Pero entonces no ten¨ªa pasaporte. Y tardaron 40 a?os en d¨¢rmelo.
P. Pero seguir¨¢ escribiendo.
R. A pesar de las tentaciones, no ser¨¦ una celebridad. Intentar¨¦ seguir siendo un artista. Escribir me salv¨® la vida. Y todav¨ªa tengo algunos libros dentro por escribir.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.