Realidad
En medio de la sensaci¨®n de choque general que causa un desastre como el del Prestige, ha habido reiteradas alusiones al soci¨®logo Ulrich Beck y sus teor¨ªas sobre el "nuevo perfil de riesgo" de la sociedad moderna, con esos peligros que pueden parecer similares, por sus consecuencias, a las cat¨¢strofes naturales pero que contrastan llamativamente porque son resultado del impacto del industrialismo sobre el medio ambiente (en este caso, el de un petrolero inseguro y viejo cuyo naufragio vierte en las costas un fuel espeso y contaminante). La caracter¨ªstica fundamental de esos nuevos peligros es que pueden evaluarse y tienen poco que ver con el "destino" o la "fortuna". Como dir¨ªa Giddens, "un mundo estructurado principalmente por riesgos de creaci¨®n humana deja poco lugar a la influencia divina o a la propiciaci¨®n m¨¢gica de fuerzas c¨®smicas o espirituales". En pocas palabras, aunque Fraga con sus invocaciones pat¨¦ticas a la ayuda de Dios parezca no haberse enterado, el riesgo se ha secularizado. Entra de lleno, por tanto, la gesti¨®n de ese riesgo en la agenda de responsabilidades gubernamentales porque los problemas del medio ambiente no ata?en s¨®lo a la ciencia y a la tecnolog¨ªa, sino primordialmente a la sociedad y a la pol¨ªtica. Ahora bien, ?a qu¨¦ tipo de agenda pol¨ªtica afecta la marea negra del Prestige? Aznar no lo ha entendido. Su perplejidad por el amplio tratamiento informativo de la lucha de los gallegos contra la cat¨¢strofe, su recurso victimista a antecedentes como el del petrolero Mar Egeo, son signos de que ha despertado de una fantas¨ªa y se ha visto arrojado contra los escollos de la crisis. Pocas veces como en ese jefe del Ejecutivo quejoso de tanto despliegue medi¨¢tico se ha revelado el fracaso de una determinada concepci¨®n de la pol¨ªtica: aquella que se mueve de cara al homo videns para burlar al homo sapiens, aquella que desprecia al ciudadano en beneficio del telespectador (lo que no se ve, no existe) y deval¨²a las virtudes de la democracia hasta que un suceso ingente pone al descubierto todas las miserias. Ya lo escribi¨® Hugo von Hofmansthal hace casi un siglo: "La realidad es la medida de la decencia".
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