El alcalde y el F¨°rum
La pasada semana Joan Clos, alcalde de Barcelona, pronunci¨® una solemne y largu¨ªsima conferencia sobre el F¨°rum 2004. Al salir, no s¨¦ si el p¨²blico tuvo la sensaci¨®n de saber por fin qu¨¦ es "aix¨° del F¨°rum", como dir¨ªa Joan de Sagarra, pero s¨ª supimos qu¨¦ pensaba Joan Clos del F¨°rum, lo cual es importante en la medida en que como alcalde de Barcelona le corresponde el liderazgo pol¨ªtico del evento.
El discurso de Clos gir¨® en torno a cuatro ideas fuerza: la asunci¨®n de la operaci¨®n urban¨ªstica del Bes¨°s como parte integrante del programa del F¨°rum; la defensa del modelo europeo de convivencia; la celebraci¨®n de la diversidad como eslogan, y la paz como proceso o construcci¨®n.
Basta darse un paseo por la zona para entender la importancia de la transformaci¨®n urban¨ªstica de un ¨¢rea que ha sido el cuarto trastero de Barcelona. A modo de contrapeso, de una ciudad que por inclinaci¨®n natural tiende a desarrollarse hacia el lado Llobregat, el Ayuntamiento est¨¢ promoviendo una operaci¨®n que por su coste y por su envergadura es una de las m¨¢s importantes que Barcelona ha llevado a cabo. Una vez m¨¢s Barcelona -obligada por su condici¨®n de capital sin estado- practica este recurso que busca en la excepcionalidad de un evento el modo de arrancar a las administraciones unas inversiones que por lo com¨²n no llegan. Ah¨ª est¨¢n. Las obras lo testifican.
Toda gran operaci¨®n urban¨ªstica abre m¨²ltiples interrogantes en torno al sistema de intereses que convergen en ella. Quiz¨¢s por miedo a las cr¨ªticas que apuntan a un modelo excesivamente favorecedor de procesos especulativos, pod¨ªa dar la sensaci¨®n de que el Ayuntamiento defend¨ªa con la boca peque?a este nuevo salto de la ciudad. Joan Clos disip¨® esta impresi¨®n. Y no s¨®lo eso; al asumirlo, relacion¨® el proyecto con el propio contenido del F¨°rum, en tanto que ejercicio que pretende resolver problemas ligados con la sostenibilidad urbana -empezando por la depuradora- y de dignificaci¨®n de una de las zonas m¨¢s degradadas de la ciudad -el barrio de la Mina, en primer lugar. El criterio del ¨¦xito de una operaci¨®n urban¨ªstica es para m¨ª uno: el destino de las personas. Si afecta positivamente a los que all¨ª viven y si crea nuevas formas de convivencia con los que lleguen el balance ser¨¢ positivo. Si lo que se hace es una especie de barrido para sacar a unos y poner a otros con m¨¢s recursos, las cr¨ªticas que ahora aparecen ser¨¢n fundadas.
Europa como modelo. Los pa¨ªses europeos se han enfrentado, odiado, peleado durante siglos. Dos guerras terribles coronaron la conflictividad en el interior de Europa en el siglo XX. La terrible experiencia de la II Guerra Mundial abri¨® el camino de la raz¨®n. En 1948, Francia y Alemania firmaron un tratado de reconciliaci¨®n. La Uni¨®n Europea naci¨®, por encima de todo, como un marco para el entendimiento entres las naciones europeas que hiciera imposible volver a las andadas. Y efectivamente, los europeos, sin renunciar a diferencias, antipat¨ªas y rencillas cr¨®nicas, hemos sido capaces de construir un sistema de convivencia que ha conducido, m¨¢s all¨¢ de lo que en un principio se pod¨ªa pensar, a alcanzar la moneda ¨²nica y la convicci¨®n de que, hoy por hoy, una guerra entre pa¨ªses europeos es imposible.
Estoy de acuerdo en que deber¨ªa ser ¨¦ste el modelo de referencia y no el simplismo desregulador y privatizador que exporta Estados Unidos. Pero son evidentes los problemas para su generalizaci¨®n. Los pa¨ªses europeos han podido llegar a este grado de convivencia que alcanza incluso a la soberan¨ªa compartida porque se mueven en par¨¢metros relativamente iguales. Y fue la consolidaci¨®n de la cohesi¨®n social, a trav¨¦s del Estado de bienestar, la que permiti¨® que el pacto no fracasara. Para entrar en el club se ponen condiciones de nivel de desarrollo y se ayuda a los pa¨ªses reci¨¦n incorporados para que converjan con los dem¨¢s. Nada de esto se percibe en la sociedad global en que las distancias son cada vez m¨¢s grandes entre pa¨ªses y en el interior de los pa¨ªses. A esta dificultad de partida, se une otra: ?puede ser una propuesta indudablemente euroc¨¦ntrica el punto de enganche de un evento global? El mundo est¨¢ lleno de recelos y, en muchos casos, perfectamente fundados. De momento el proceso de globalizaci¨®n no hace sino aumentar las desconfianzas.
La celebraci¨®n de la diversidad. Este eslogan me temo que vamos a o¨ªrlo hasta la saciedad. Mi pregunta: ?tenemos que celebrar la diversidad o la unidad de la especie humana? A mi entender lo fundamental es que todos somos una misma cosa: seres humanos. Y que ello nos da igualdad de derechos y dignidad. La diversidad es un valor a?adido, que nos permite multiplicar nuestra capacidad de acci¨®n y de experiencia. Pero lo importante, aunque a veces cueste asumirlo, es que todos somos iguales en derechos. La cultura pol¨ªtica francesa se funda en esta creencia en que todos somos iguales (aunque sea a semejanza suya): cuando llega alguien con apariencia de ser diverso -por trazos f¨ªsicos o h¨¢bitos culturales- se produce un choque, un susto, un rechazo, pero a medio plazo se le incorpora plenamente al espacio republicano de igualdad. Los ingleses siempre han asumido la diferencia como principio, por eso hay poco rechazo cuando aparece el que es distinto, pero evitan cualquier forma de aproximaci¨®n y relaci¨®n. Todos distintos, pero cada cual en su sitio. La apolog¨ªa de la diferencia tiene este problema: puede conducir a la fractura social. Y es una estrategia de fondo que est¨¢ cuajando en muchas zonas del primer mundo. V¨¦ase si no el desasosegante Viaje al futuro del Imperio, de Robert Kaplan, por las profundidades de USA.
Ciertamente la convivencia y la paz s¨®lo pueden basarse en la experiencia. Son procesos en construcci¨®n, que requieren formas de aprendizaje. Pero esto requiere que los que est¨¢n en conflicto, los que viven situaciones de confrontaci¨®n, sean capaces de buscarse y encontrarse. Es muy f¨¢cil la convivencia entre diferentes que no tienen ning¨²n desencuentro entre ellos. Es la superficialidad bien intencionada de las fiestas de la diferencia. Pero la convivencia s¨®lo puede construirse sobre la cruda realidad. Y, en este sentido, me parece que es un error encerrar el F¨°rum en un recinto. Los que paguen la entrada y crucen la barrera no dejar¨¢n de ingresar en un para¨ªso artificial. Todo lo que sea extender el F¨°rum sobre la piel de la ciudad ser¨¢ positivo, porque dar¨¢ lugar a espacios de experiencia habituales y no excepcionales.
Ser¨ªa de desear que la conferencia del alcalde estimulara el debate sobre el F¨°rum, que ha sido m¨¢s bien escaso. Los que desconf¨ªan de las ideas o las consideran una p¨¦rdida de tiempo (que los hay de ¨¦stos en el F¨°rum) dir¨¢n que ya es tarde, que ahora s¨®lo queda tiempo para la gesti¨®n. Deber¨ªan saber que el debate nunca es excesivo. Y m¨¢s camino de un F¨°rum de les cultures que pretende -o deber¨ªa pretender- estimular el debate hasta el d¨ªa de su clausura y, adem¨¢s, dejar alguna idea como herencia.
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