El gran cisma
A principios de octubre, el mundo vislumbr¨® el futuro. GM present¨® su revolucionario nuevo coche Hy-Wire en la Feria del Motor de Par¨ªs. El autom¨®vil de GM funciona con hidr¨®geno, el elemento m¨¢s b¨¢sico y ligero del universo. Al quemarse s¨®lo emite agua pura y calor.
El propio autom¨®vil est¨¢ construido sobre un chasis de c¨¦lula de combustible que dura 20 a?os. El cliente puede escoger el modelo que quiera. No tiene volante convencional, ni pedales, ni frenos, ni tampoco motor: el coche se dirige con una palanca de mando. Es un coche propulsado por hidr¨®geno para la generaci¨®n punto.com. Aunque GM ha financiado el coche, lo que resulta especialmente interesante es que gran parte de la ingenier¨ªa, dise?o y programas se ha desarrollado en Europa. El coche de GM se?ala el comienzo del fin del motor de combusti¨®n interna, y el paso de una civilizaci¨®n basada en el petr¨®leo a la era del hidr¨®geno. Su presentaci¨®n en Europa tambi¨¦n se?ala el gran cambio en la forma en que Europa y Estados Unidos perciben el futuro.
Estados Unidos y Europa empiezan a diferenciarse en el aspecto m¨¢s b¨¢sico del modo en que se organiza una sociedad: su r¨¦gimen energ¨¦tico. Esta realidad incipiente se puso de manifiesto m¨¢s que nunca en Johanesburgo, en la Cumbre Mundial, cuando la Uni¨®n Europea (UE) presion¨® para alcanzar el objetivo del 15% de energ¨ªa renovable para todo el mundo en 2010 y Estados Unidos se opuso a la iniciativa. La UE ya ha establecido su propio objetivo interno del 22% de energ¨ªa renovable para la generaci¨®n de electricidad y del 12% de toda la energ¨ªa procedente de fuentes renovables para 2010.
La diferencia de perspectiva ante el futuro de la energ¨ªa no podr¨ªa ser m¨¢s clara. Mientras la UE empieza a movilizar su sector industrial, a los institutos de investigaci¨®n y a la opini¨®n p¨²blica para llevar a cabo una transici¨®n hist¨®rica de los combustibles f¨®siles basados en el carb¨®n a los recursos renovables y el futuro basado en el hidr¨®geno, Estados Unidos prosigue su b¨²squeda cada vez m¨¢s desesperada para asegurarse el acceso al petr¨®leo. Un ejemplo que viene al caso es la obsesi¨®n casi fan¨¢tica del presidente Bush con la apertura de la pr¨ªstina reserva natural de Alaska para prospecciones petroleras, a pesar del hecho de que, seg¨²n los c¨¢lculos m¨¢s optimistas, con ese petr¨®leo s¨®lo se cubrir¨ªa el 1% de la producci¨®n total mundial. Ahora el presidente parece estar decidido a invadir Irak. El motivo aparente es que Sadam Husein podr¨ªa estar ocultando armas de destrucci¨®n masiva, planteando con ello una grave amenaza a la seguridad de sus vecinos y del resto del mundo. Es muy posible que tenga raz¨®n. Con todo, hay otro poderos¨ªsimo subtema que se va abriendo camino en los c¨ªrculos pol¨ªticos y que la Casa Blanca tiene sin duda muy presente, y es que en Irak se encuentra la segunda mayor reserva de petr¨®leo del mundo, despu¨¦s de Arabia Saud¨ª. Si la invasi¨®n de Estados Unidos lograra "liberar los campos petrol¨ªferos", Estados Unidos disfrutar¨ªa de una nueva posici¨®n estrat¨¦gica para influir en el golfo P¨¦rsico, rico en petr¨®leo, y contrarrestar la influencia saud¨ª en la regi¨®n.
Mientras tanto, por si acaso a la Casa Blanca le saliera el tiro por la culata con su estrategia en Oriente Pr¨®ximo, el presidente Bush convoc¨® una reuni¨®n de alto nivel en Houston a principios de octubre con el fin de resolver los pormenores de un acuerdo anterior de mayo para asegurarse el petr¨®leo de Siberia, firmado en mayo con el presidente ruso, Putin. Por supuesto, lo que no se ha dicho entre toda la euforia por encontrar un posible sustituto para el petr¨®leo del golfo P¨¦rsico es que la reserva petrol¨ªfera que queda en Rusia equivale a menos de la mitad de la de Arabia Saud¨ª, y las reservas rusas se van vaciando r¨¢pidamente a medida que sus empresas petrol¨ªferas inundan el mercado mundial.
Lo que va quedando claro es que mientras la UE mira al futuro, Estados Unidos se aferra desesperadamente al pasado. El mundo se va adentrando en la era del ocaso de la gran cultura de los combustibles f¨®siles que se inici¨® con el aprovechamiento del carb¨®n y la energ¨ªa del vapor hace m¨¢s de 200 a?os. Es cierto que los principales petroge¨®logos discrepan sobre el momento exacto en que la producci¨®n mundial de petr¨®leo alcanzar¨¢ su techo, que ser¨¢ cuando se hayan utilizado la mitad de las reservas petrol¨ªferas conocidas y del petr¨®leo que est¨¢ previsto descubrir. Pasado ese punto, el precio del petr¨®leo aumentar¨¢ de forma estable en los mercados mundiales conforme la producci¨®n petrol¨ªfera descienda por la cl¨¢sica curva en forma de campana. Seg¨²n los m¨¢s pesimistas, es probable que se alcance el m¨¢ximo de producci¨®n a finales de esta d¨¦cada, aunque lo m¨¢s previsible es que sea antes de 2020, mientras que los optimistas afirman que no se alcanzar¨¢ el m¨¢ximo de producci¨®n mundial hasta 2040. Sin embargo, lo m¨¢s sorprendente de todo es la poca diferencia temporal que separa a ambos bandos: s¨®lo 20 o 30 a?os. En lo que s¨ª est¨¢n de acuerdo es en que cuando se alcance el techo de la producci¨®n mundial de petr¨®leo, dos tercios de las reservas petrol¨ªferas restantes se encontrar¨¢n en Oriente Pr¨®ximo, la regi¨®n m¨¢s inestable y m¨¢s vol¨¢til del mundo desde el punto de vista pol¨ªtico. Esto significa que los pa¨ªses que sigan dependiendo del petr¨®leo se ver¨¢n inmersos en una salvaje lucha geopol¨ªtica para mantener el acceso a los campos petrol¨ªferos restantes de Oriente Pr¨®ximo, con todos los graves riesgos y consecuencias que acompa?an a esa cruda realidad.
La diferencia de perspectiva entre Europa y Estados Unidos en este aspecto se ve reflejada en las actitudes de las enormes empresas energ¨¦ticas de todo el mundo. Los gigantes con sede en Europa, como British Petroleum y Royal Dutch Shell, se han comprometido a largo plazo a realizar la transici¨®n para abandonar los combustibles f¨®siles, y est¨¢n gastando grandes sumas de dinero en tecnolog¨ªas renovables y en investigaci¨®n y desarrollo del hidr¨®geno. El nuevo eslogan de BP es "Beyond Petroleum" ("M¨¢s all¨¢ del petr¨®leo"), y Philip Watts, presidente del Comit¨¦ de Directores Generales del Grupo Royal Dutch / Shell, ha declarado p¨²blicamente que su empresa se est¨¢ preparando para el final de la era de los hidrocarburos y est¨¢ explorando activamente la promesa de la econom¨ªa del hidr¨®geno. En cambio, la empresa energ¨¦tica estadounidense Exxon Mobil sigue inque-
brantable en su compromiso a largo plazo con los combustibles f¨®siles, y consagra pocos esfuerzos a las fuentes renovables y a la exploraci¨®n de la investigaci¨®n centrada en el hidr¨®geno.
La Uni¨®n Europea se encuentra en una posici¨®n exclusiva para hacerse valer en el futuro, convirti¨¦ndose en la primera superpotencia que emprende un giro a largo plazo para abandonar los combustibles basados en el carbono y adentrarse en la era del hidr¨®geno. Es probable que un cambio de esta magnitud en los reg¨ªmenes energ¨¦ticos en el transcurso de los pr¨®ximos cincuenta a?os tenga un impacto tan profundo en la sociedad humana como lo tuvo el aprovechamiento del carb¨®n y de la energ¨ªa del vapor hace m¨¢s de tres siglos. La era de los combustibles f¨®siles cambi¨® por completo nuestro modo de vida, nuestra idea del comercio y el gobierno, y los valores que nos mueven. Lo mismo ocurrir¨¢ con la inminente econom¨ªa del hidr¨®geno. En alg¨²n momento se asumir¨¢ la realidad de que Europa se dirige hacia un nuevo futuro energ¨¦tico. Cuando eso ocurra, el efecto de onda podr¨ªa cruzar el charco como una gran ola s¨ªsmica, y obligar a Estados Unidos a reconsiderar su propio futuro energ¨¦tico. La ¨²ltima vez que Estados Unidos fue despertado de su sonambulismo fue en 1956, cuando los rusos enviaron su primer sat¨¦lite al espacio exterior. Cogidos por sorpresa, movilizamos cada rinc¨®n de la sociedad estadounidense para alcanzar a los rusos y superarlos. Quiz¨¢ sea el momento de otro sobresalto.
Jeremy Rifkin es autor de La econom¨ªa del hidr¨®geno: la creaci¨®n de la red energ¨¦tica mundial y la redistribuci¨®n del poder en la Tierra (Paidos).
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