Mutantes
Hay un concurso en televisi¨®n que me tiene turulata. Se titula Doble juego; nunca me he tragado un programa entero, pero he visto cinco o seis veces el final, momento en el que los dos concursantes, despu¨¦s de jurar por sus madres que son honest¨ªsimos y que conf¨ªan a rabiar en el otro, tienen que pulsar un bot¨®n secreto decidiendo si quieren llevarse la mitad del dinero obtenido hasta entonces o si eligen el doble. Si los dos pulsan doble, nadie se lleva nada. Si los dos pulsan mitad, se lo reparten. Si uno pulsa mitad y otro doble, el primero se queda sin un euro y el otro se lleva todo el bot¨ªn y lo duplica. Y digo bien bot¨ªn, porque ganar as¨ª es un acto pirata, un abuso del otro, un verdadero latrocinio. Pues bien, no he conseguido ver ninguna final en la que los dos concursantes votaran mitad. Siempre uno de ellos enga?¨® al otro.
Yo no s¨¦ si es que los responsables del concurso buscan participantes especialmente indignos, de la misma manera que los que seleccionaron a los chicos de la primera Operaci¨®n Triunfo se los buscaron tan buenecitos que parec¨ªan alegres pastorcillos escapados de una ¨¦gloga. Sea como fuere, deprime contemplar la total falta de escr¨²pulos que suele exhibir el personal. Doble juego es un programa perverso, porque ense?a que, para ganar, hay que fingir honestidad de la manera m¨¢s elocuente, y luego pisotear esas bellas palabras que has pronunciado. Una endeblez (y una doblez) moral de lo m¨¢s com¨²n en estos tiempos.
Por lo general el vencedor pasa un peque?o momento de apuro cuando se descubre que ha sido un guarro; pero hace una semana vi a una chica de 23 a?os, profesora de aer¨®bic, que me dej¨® aterrada. No s¨®lo minti¨®, no s¨®lo se burl¨® de los principios ¨¦ticos, sino que, adem¨¢s, al destaparse su enga?o, palmote¨® feliz y dictamin¨® que se hab¨ªa comportado as¨ª no por avaricia, sino porque desconfiaba de su oponente. Es decir, encima "criminaliz¨®" a su pobre v¨ªctima, sin que, al parecer, le temblara el menor escr¨²pulo moral en el est¨®mago. Hay una nueva generaci¨®n de j¨®venes mutantes a los que la sociedad est¨¢ extirpando la conciencia, de la misma manera que antes estaba de moda extirparles las am¨ªgdalas a los ni?os. Esa chica tremenda llegar¨¢ muy lejos.
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