Preocupaci¨®n por la cultura cient¨ªfica
En la cumbre europea de Lisboa (marzo de 2000), la Comisi¨®n Europea adopt¨® la decisi¨®n de crear la European Research Communication Area con el fin de establecer una mayor coherencia de la investigaci¨®n y aumentar el impacto sociopol¨ªtico de estas actividades. En colaboraci¨®n con los estados miembros se configur¨® un programa de an¨¢lisis para conocer el estado la ciencia en Europa y proponer pol¨ªticas futuras que incrementen su competencia, con el objetivo -a?adido en la cumbre de Barcelona de marzo 2002- de aspirar a una convergencia de todos los pa¨ªses para alcanzar una inversi¨®n media del 3% del PIB europeo con destino a investigaci¨®n cient¨ªfica (actualmente, un 2% para el conjunto de la Uni¨®n Europea y de aproximadamente s¨®lo un 1% para Espa?a).
Fueron creados cinco grupos de expertos para abordar este proceso prospectivo en I+D: recursos humanos y profesionales; inversi¨®n p¨²blica y privada; productividad cient¨ªfica y tecnol¨®gica; impacto econ¨®mico y laboral, y promoci¨®n de la cultura cient¨ªfica y percepci¨®n p¨²blica de las ciencias. En agosto pasado se completaron los correspondientes informes que ya son p¨²blicos (*).
Los resultados y recomendaciones ser¨¢n incorporados a los criterios del VI Programa Marco que la Comisi¨®n Europea lanz¨® el pasado mes de noviembre y est¨¢n siendo asimismo ampliamente diseminados entre todos los estados para que los respectivos gobiernos puedan dise?ar pol¨ªticas eficaces, si lo consideran oportuno, para la mejora de su competencia en estas ¨¢reas. La pr¨®xima presidencia griega -a partir de enero de 2003- ha anunciado que realizar¨¢ una amplia reflexi¨®n sobre todos estos resultados los d¨ªas 17 y 18 de enero en Atenas, seminario en el que participar¨¢n representantes de alto nivel de todos los pa¨ªses y de los grupos de expertos.
Una de las se?ales de alarma que se han encendido ha sido la clara disminuci¨®n de vocaciones cient¨ªficas entre la juventud europea: Estados Unidos cuenta con 8 investigadores/as por cada mil personas activas; Europa, con algo m¨¢s de 5, y Espa?a se sit¨²a claramente por debajo del 4 de media, concretamente 3,7 cient¨ªficos/as por cada mil espa?oles o espa?olas activos. El problema, sin duda, ya comienza en la educaci¨®n b¨¢sica. El catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, Vicen? Navarro, ha recordado recientemente en su libro -de muy recomendable lectura- Bienestar insuficiente, democracia incompleta (Editorial Anagrama): "Los estudiantes de las escuelas espa?olas est¨¢n entre los que tienen peores indicadores en comprensi¨®n y capacidad de lectura y en conocimiento cient¨ªfico".
Al d¨¦ficit educativo se le a?aden otros dos conflictos de singular importancia: las enormes dificultades que en muchos pa¨ªses tienen los j¨®venes para desarrollar en condiciones una carrera cient¨ªfica y la falta de tradici¨®n cultural cient¨ªfica de sociedades como la nuestra. Por ello, otra se?al de alarma que preocupa, y mucho, es la poca evoluci¨®n positiva que hemos experimentado en el Viejo Continente en los niveles de conocimiento cient¨ªfico entre la poblaci¨®n desde el ¨²ltimo Eurobar¨®metro de estas caracter¨ªsticas, que se realiz¨® en 1992. Incluso en algunos aspectos podemos considerar que hemos experimentado un cierto retroceso: dos tercios de los europeos consultados consideran que est¨¢n mal informados sobre ciencias y tecnolog¨ªas. Y est¨¢ claro que en una sociedad con bajo nivel cultural cient¨ªfico va a ser muy dif¨ªcil impulsar pol¨ªticas que permitan corregir nuestro evidente euroescepticismo cient¨ªfico, adem¨¢s de la poca sensibilidad social y pol¨ªtica que se tendr¨¢ para afrontar el debate sobre los muchos problemas ¨¦ticos que nos plantea la innovaci¨®n cient¨ªfica.
Por esta raz¨®n, la Comisi¨®n Europea decidi¨® a?adir el an¨¢lisis de los problemas que plantea la difusi¨®n y percepci¨®n p¨²blicas de las ciencias, aspecto que hasta ahora hab¨ªa permanecido in¨¦dito en la pol¨ªtica europea. Se abre as¨ª la necesidad de que las diferentes administraciones -comunitaria europea, estatal, regional/auton¨®mica y municipal- pongan en pr¨¢ctica pol¨ªticas adecuadas para romper definitivamente con la err¨®nea y acomodaticia coexistencia de dos culturas -literaria/human¨ªstica y cient¨ªfica/tecnol¨®gica, a veces incluso antag¨®nicas- que hemos arrastrado durante todo el siglo XX y que los diferentes gobiernos practiquen pol¨ªticas activas para impulsar la cultura cient¨ªfica entre la ciudadan¨ªa.
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