La palabra del sabio

Friedrich Schlegel escribi¨® que era igualmente mortal para el esp¨ªritu tener un sistema o no tener ninguno. La crisis rom¨¢ntica, que abri¨® la caja sin fondo de las contradicciones modernas, so?¨® al mismo tiempo una explicaci¨®n esencial, infinita, de la realidad y una inteligencia que desmintiera las narraciones totales del mundo. Descubri¨® as¨ª el valor significativo de los fragmentos. Surgi¨® un planteamiento fronterizo que se afirmaba en sus dudas, una incertidumbre moral entre el sistema y la falta de sistema, entre la ciencia y el arte. Ezio Raimondi recuerda la afirmaci¨®n de Schlegel porque su cr¨ªtica literaria se sit¨²a en la fertilidad de un ¨¢mbito fronterizo. Es el lugar de la mejor cr¨ªtica literaria que hoy se hace en Europa, un espacio en el que cierto eclecticismo cultural sirve de respuesta al dogmatismo de las metodolog¨ªas hipertrofiadas.

Resulta sintom¨¢tico que las grandes explicaciones formalistas de la autonom¨ªa literaria hayan desembocado en el reconocimiento de los factores hist¨®ricos, del mismo modo que las grandes argumentaciones sociol¨®gicas han terminado por reconocer la tarea inexcusable de una interpretaci¨®n filol¨®gica de los textos. Ezio Raimondi es uno de los cr¨ªticos literarios que mejor asume esta ense?anza, al ofrecer un ampl¨ªsimo di¨¢logo interdisciplinar, un profund¨ªsimo conocimiento de la cultura europea, que presta atenci¨®n al valor propio de cada fen¨®meno para definirlo en un horizonte de estrategias hist¨®ricas. "Un esquema conceptual es", escribe Raimondi, "un sistema flexible que se adapta a la complejidad de los datos, un orden que no excluye el desorden y que, al contrario, necesita de la anarqu¨ªa: es un principio constructivo en el que confluyen la necesidad y el acaso". Son palabras que pueden aplicarse al pensamiento literario de Raimondi, formado en un conocimiento exhaustivo de los debates cr¨ªticos contempor¨¢neos. Desde su c¨¢tedra de Literatura Italiana en la Universidad de Bolonia, Raimondi se ha convertido en ejemplo de un pensamiento capacitado para aprovechar la dependencia mutua de la filolog¨ªa y la teor¨ªa

museo del discreto. Ensayos de la curiosidad y la experiencia en literatura sugieren una idea general de la literatura mientras van desentra?ando cuestiones delimitadas o autores concretos. El acierto del t¨ªtulo, que alude a las materias estudiadas y a la perspectiva del estudioso, surge de las reflexiones que Raimondi dedic¨® a Il Cannocchiale aristot¨¦lico, de Emmanuele Tesauro, trabajo en el que defini¨® los cambios provocados en la ideolog¨ªa de la lectura por el desarrollo de la imprenta. El libro, como almac¨¦n de discretos, es un espacio abierto a la interpretaci¨®n. El di¨¢logo cr¨ªtico con Lucien Fevre, McLuhan y Walter J. Ong sirve a Raimondi para aclarar el protagonismo de una mirada moderna que acopia un conocimiento movedizo, inevitablemente reelaborado de acuerdo con las conclusiones de la experiencia individual. Si el manuscrito implicaba a un lector dominado por la liturgia de un saber comunitario, reproducido en voz alta y lentamente, el libro impreso inaugur¨® una lectura silenciosa que acabar¨ªa por modificar los argumentos de autoridad. Ahora es decisivo el ojo que ve m¨¢s all¨¢ de los discursos heredados.

Los art¨ªculos reunidos en El

Una de las claves de este museo se encuentra en las salas dedicadas a la figura de Galileo, porque ofrecen un s¨ªntoma claro de la unidad flexible en la que se mueven los estilos literarios y los avances cient¨ªficos. El terreno es muy apropiado para situar las relaciones generales de la escritura y la historia. La justificaci¨®n de un realismo humanista dispuesto a describir el mundo fue inseparable de la certeza con la que Galileo le escribi¨® a Cristina de Lorena: "En las disputas de problemas naturales no se deber¨ªa comenzar por las autoridades de lugares de las Escrituras, sino por las sensatas experiencias y por las demostraciones necesarias". Bajo el amparo de estas relaciones entre ciencia y literatura, El museo del discreto hace hincapi¨¦ en las percepciones de la modernidad humanista y en su permanencia alambicada bajo algunos artificios del barroco. Como es l¨®gico, la filolog¨ªa desemboca en la cr¨ªtica. La galer¨ªa de estudios sobre Ortega, Manzoni, Tesauro o Galileo culmina en el ensayo final Una ciencia imperfecta. Se trata de un excelente estado de la cuesti¨®n sobre los horizontes abiertos por la cr¨ªtica literaria del siglo XX. La palabra del sabio traza el mapa de nuestro pensamiento con un pulso clarificador.