Turismo cultural en Valencia
Tur¨ªsticamente hoy la ciudad de Valencia se proyecta y promociona a partir de obras recientes e incluso inacabadas, como ocurre con la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que siendo de atractivo e inter¨¦s para la ciudad en su conjunto, constituye una iniciativa salpicada de la pol¨¦mica que se deriva de la propia trayectoria e idiosincrasia que ha ido jalonando el proyecto desde su concepci¨®n. Pero algo es incontestable: la Ciudad de las Artes y las Ciencias no puede sustituir los valores culturales de Valencia y las posibilidades que el turismo cultural tendr¨ªa en la ciudad si se apostase por ¨¦l. El proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias tiene, ante todo, vocaci¨®n expl¨ªcita de regenerar urban¨ªsticamente una parte de la ciudad y de ampliar la oferta de atractivos l¨²dicos para los valencianos y sus posibles visitantes. Eso ciertamente lo conseguir¨¢. ?Es bastante? Esa es una pregunta de dif¨ªcil respuesta. Sin embargo, lo que s¨ª es seguro es que la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, que podr¨ªa haber sido un interesante parque tem¨¢tico especializado en Ciencia y Tecnolog¨ªa y estrechamente vinculado a la investigaci¨®n af¨ªn que se desarrolla en la Comunidad Valenciana, siguiendo los pasos de otras experiencias europeas, con apenas variar el enfoque que se le confiri¨® desde su concepci¨®n, no parece al final ser capaz de alcanzar la dimensi¨®n m¨ªnima exigible a un parque de esas caracter¨ªsticas. Su planteamiento, desde el punto de vista tur¨ªstico, siempre ha sido dubitativo e insuficiente, y sus objetivos, en el mejor de los casos, confusos desde el inicio, de tal modo que puede calificarse el proyecto de h¨ªbrido entre lo que se conoce como un parque tem¨¢tico y la dotaci¨®n de una cualificada e importante oferta urban¨ªstica y de ocio para sus habitantes.
En el improbable caso de que en un plazo razonable se supere el s¨ªndrome de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia puede reposicionarse tur¨ªsticamente con tan s¨®lo poner en valor su valios¨ªsimo patrimonio, capaz de alimentar un producto cultural con capacidad de competir en los circuitos tur¨ªsticos, y adem¨¢s de inter¨¦s para complementar la demanda de ocio de los destinos de "sol y playa" pr¨®ximos, entre cuyo p¨²blico no se promocionan adecuadamente las posibilidades de una ciudad como Valencia. Para alcanzar tal objetivo ¨²nicamente precisa del impulso de los responsables municipales y del empresariado local, hasta la fecha conformistas con los resultados extra¨ªdos del turismo ferial y poco m¨¢s.
En suma, a Valencia simplemente le resta creer en su potencial para desarrollar el turismo cultural. Hay Valencias diferentes y complementarias a un mismo tiempo, de lecturas muy divergentes. As¨ª es posible encontrarse con la Valencia jud¨ªa, ¨¢rabe, romana, g¨®tica, barroca, modernista, natural, mediterr¨¢nea, muse¨ªstica o simplemente cultural, tan atractivas o m¨¢s que la Valencia de las Fallas y de los fuegos de artificio. O de esa Valencia resultante de la epidemia nacional de los palacios de congresos, que como tantas otras obras realizadas por mimetismo de lo realizado en otros lugares, no ha arraigado en los valores y tradiciones de la ciudad, que en lugar de comprobar que cuanto se hace es en favor de convertir a la ciudad en referencia vital, lo que ha ocurrido es, por el contrario, que las actuaciones emprendidas se han convertido en un pretexto para la comercializaci¨®n irresponsable de su territorio. Se han olvidado en consecuencia otras lecturas arquitect¨®nico-urban¨ªsticas que atesora la ciudad, se provocan confusiones en la promoci¨®n descoordinada e indiferenciada de hasta treinta museos y se mantiene una enfermiza compulsi¨®n por promover una arquitectura p¨²blica fara¨®nica, mientras se desatienden o lo que es peor se atacan los valores culturales en los que descansa la historia de la ciudad; es decir, su autenticidad.
Resulta muy dif¨ªcil apostar por un modelo de turismo cultural por parte de una ciudad que mientras potencia lo nuevo, abandona a su suerte las ra¨ªces de su cultura, y sin ra¨ªces no hay or¨ªgenes y en suma no es posible promover la cultura como referencia tur¨ªstica. Esa es la situaci¨®n de las alquer¨ªas del siglo XIX de Campanar, derruidas sin piedad en aras del progreso urban¨ªstico; el destrozo que atenaza el barrio mar¨ªtimo de El Caba?al, sobre el que planean los peores presagios del nuevo urbanismo que unos pocos han decidido para la capital valenciana; o La Punta, zona abandonada a su suerte en aras a instalar una ampliaci¨®n portuaria de Valencia que compita y logre un dudoso liderazgo que hasta la fecha no se ha explicado y justificado razonablemente, y mientras tanto ese barrio se asfixia entre las palas excavadoras y las l¨¢grimas de sus moradores. Otro tanto acontece con La Albufera, parque natural que se debilita progresivamente, por las carencias de la pol¨ªtica ambiental de protecci¨®n de esta laguna, que tampoco se incorpora a los programas que la ciudad deber¨ªa potenciar en favor de la difusi¨®n de sus valores tur¨ªstico-naturales.
Definitivamente, sin un respeto al bagaje cultural es muy dif¨ªcil, si no imposible, afianzar un producto cultural de ciudad. En el caso de la querida ciudad de Valencia, su potencial tur¨ªstico, desde la vertiente de la cultura, pese a carencias, como es la programaci¨®n musical o teatral, en la que no es posible competir hasta la fecha con otras ciudades tanto espa?olas como extranjeras, es enorme, mas no se vislumbra una decidida apuesta por ese producto. Hoy por hoy se enmara?an las actuaciones y se desatienden muchos frentes de inter¨¦s tur¨ªstico cultural, inclin¨¢ndose la balanza por convencionalismos y renunciando Valencia a la comercializaci¨®n de sus atractivos culturales, que existen en cuant¨ªa y calidad.
Vale la pena apostar por esta ciudad y por el turismo cultural que es capaz de provocar, a pesar de la escasa sensibilidad mostrada por ciertos estamentos y de los errores de promoci¨®n cometidos hasta la fecha.
Vicente M. Monfort es profesor de la Universidad Jaume I de Castell¨®n.
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