Una artificiosa ceremonia del dolor
El presidente del Bar?a asumi¨® una pose m¨¢s victimista ante los pitos que, en su d¨ªa, su antecesor
El palco dej¨® de ser el palco, el p¨²blico no se port¨® como p¨²blico y el presidente no ejerci¨® de presidente sino que, a pecho descubierto, se ofreci¨® para que la hinchada se desbravara. El rostro de Joan Gaspart dibuj¨® el domingo una mueca indescifrable: ?dolor?, ?desesperaci¨®n?, ?aturdimiento?, ?ira?, ?resignaci¨®n?, ?asco?
El vicepresidente del club y primo suyo, Francesc Closa, se atrevi¨® a acercarse por detr¨¢s y cogerle del brazo conmin¨¢ndole a dejar el palco. Gaspart, sin mirarle siquiera, se neg¨®. "?Dejadme solo!", parec¨ªa decir. Tambi¨¦n Elisabeth Cardoner, directiva y nieta de Nicolau Casaus, le dijo algo, y el presidente no le hizo ni caso. "!Joan?", le susurr¨® el presidente de la federaci¨®n catalana, mientras procuraba sacarle del palco. Ni caso. Gaspart, despu¨¦s de encajar de mala manera la mano que le tend¨ªa el presidente del Sevilla, al que ni siquiera mir¨® a la cara, hizo que todos los directivos salieran delante suyo mientras el ex presidente Josep Llu¨ªs N¨²?ez, situado en la tercera fila superior al palco, contemplaba el espect¨¢culo.
El presidente aguant¨® a pie firme y con la cabeza gacha el clamor de la grada, que a coro gritaba "dimisi¨®n, dimisi¨®n" mientras bland¨ªa los pa?uelos, y cerr¨® el desfile de directivos pese a la insistencia de todos en cederle el paso. Gaspart s¨®lo departi¨® despu¨¦s con sus vicepresidentes, m¨¢s tarde con el entrenador, posteriormente con el capit¨¢n Puyol, y al cabo de tres horas compareci¨® en conferencia de prensa. Los acoples de las radios de toda Espa?a, que transmit¨ªan en directo, le hicieron desistir de iniciar su exposici¨®n, en un gesto en el que se recre¨®. "Mi lengua es el catal¨¢n", advirti¨® al tiempo de que no admitir¨ªa traducciones simult¨¢neas.?No va a pasar nada?, le preguntaban, incr¨¦dulos, los periodistas. "?Les parece que estar aqu¨ª a la una y media de la madrugada, sin haber cenado, significa que no ha pasado nada?", respond¨ªa. "Querr¨ªa saber cuantos barcelonistas aguantar¨ªan lo que he aguantado. Pero lo he hecho por sentido de responsabilidad, porque me apasiona el Bar?a y lo asumo. He tenido que medicarme para seguir de pie y mantener conversaciones como la que tenemos".
?Por qu¨¦ Gaspart tard¨® tanto en abandonar el palco? N¨²?ez, su antecesor, en una de sus ¨²ltimas juntas, en noviembre de 1999, espet¨® a sus directivos: "Estoy harto de ser bombero, un guerrero... Jesucristo fue muy bueno, pero acab¨® crucificado. S¨®lo faltar¨ªa, con lo que yo trabajo, que acabara como ¨¦l". Tres a?os despu¨¦s, la actitud de Gaspart parece la contraria: se entrega, con actitud masoquista, al escarnio p¨²blico. Pero no se va.
"Ha sido un gesto de responsabilidad", se defendi¨® antes de abandonar el estadio cogido del brazo de Van Gaal. "No estaba provocando ni disfrutando. Estaba dejando que me dijesen lo que quer¨ªan". Frente a la c¨¢mara estaba el Gaspart tan desmedido como medi¨¢tico, un presidente dispuesto igualmente a recibir en audiencia a los socios que lo desean, de 20 en 20, los primeros lunes de cada mes.
La memoria guarda im¨¢genes del Gaspart vicepresidente como su ba?o en el r¨ªo T¨¢mesis cuando el Bar?a gan¨® la Copa de Europa en 1992 o como su par de vueltas al Bernab¨¦u con la bufanda azulgrana al cuello tras la conquista de la Copa en 1997. Pero el impacto medi¨¢tico de su gesto impasible del domingo en el palco del Camp Nou, someti¨¦ndose a la bronca de la grada, lo supera todo.
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