De sondeos y otras adivinanzas
El chapapote ha puesto de nuevo en el candelero a los sondeos. De la misma manera que en la antigua Roma los magistrados consultaban el vuelo de las aves y el picotear de los gansos, en nuestros d¨ªas los pol¨ªticos, y los periodistas que ofician de coro, se inclinan sobre las encuestas que las casas especializadas elaboran para desentra?ar los misterios del futuro. Cosa vana, porque como sabe cualquier estudiante de Pol¨ªticas, y aun cualquiera con un m¨ªnimo de sentido com¨²n, las encuestas, cuando est¨¢n bien hechas, son a lo sumo un retrato del estado de la opini¨®n en un pasado m¨¢s o menos inmediato. Como mucho, si se dispone de una serie m¨¢s o menos larga y m¨¢s o menos homog¨¦nea se pueden trazar l¨ªneas de tendencia, y poco m¨¢s. Si lo dicho es v¨¢lido para cualquier clase de sondeo de opini¨®n aun lo es m¨¢s si se trata de sondeos electorales, en especial cuando no son inminentes las elecciones. La raz¨®n es clara, aunque no simple,: los sondeos buscan darnos informaci¨®n sobre la opini¨®n de los encuestados en un momento determinado, en consecuencia para que sean ¨²tiles esas opiniones deben estar formadas y existir, cosa que no sucede en el caso de las elecciones, supuesto en el cual la opini¨®n de una parte nada desde?able, y frecuentemente decisiva, de los electores se forma durante la campa?a electoral y en el seno de la misma. De ah¨ª que los especialistas se vean obligados a emplear t¨¦cnicas prospectivas de fundamento cient¨ªfico discutible y fiabilidad problem¨¢tica cuando tratan de dar una imagen del eventual resultado de unas elecciones inexistentes en un momento en el que los comicios no est¨¢n convocados. Es el problema de c¨®mo votar¨¢n los indecisos, los que ocultan su intenci¨®n de voto o los no sabe/no contesta.
La imprecisi¨®n de los sondeos electorales en los per¨ªodos entre elecciones no impide que los especialistas puedan hacer pron¨®sticos y que estos resulten aproximarse a la ¨²nica encuesta que de verdad vale: la que hacen los electores con sus papeletas el d¨ªa de la votaci¨®n. Cuando se cuenta con informaci¨®n precisa, experiencia abundante y no poco de savoir faire se pueden hacer pron¨®sticos , a veces singularmente acertados. Pero aqu¨ª ya no estamos en los dominios de la ciencia, sino mas bien en los del arte, o, si se prefiere, aqu¨ª act¨²a m¨¢s bien al augur, que no el cient¨ªfico social.
Viene esto a cuento porque con la tragedia en curso que nos han suministrado en amable colaboraci¨®n unos petroleros sinverg¨¹enzas, unos marineros poco capacitados, un buque en malas condiciones y un gobierno que s¨®lo sale de un error para caer en otro, a ser posible mayor que el anterior, ha venido a poner en marcha la m¨¢quina de las especulaciones sobre el futuro electoral. Lo que no deja de tener su aquel: se trata de medir el impacto del chapapote sobre la posible intenci¨®n electoral cuando a¨²n se est¨¢ recogiendo un fuel cuyo vertido no se sabe cuando cesar¨¢. Algo as¨ª como tratar de medir el impacto del incendio cuando a¨²n est¨¢n actuando los bomberos. Muy inteligente no parece.
Es l¨®gico que haya nervios en las alturas, a la postre no parece que el Gobierno se est¨¦ caracterizando por su eficiencia en la soluci¨®n del problema. Suponiendo que el problema lo sea, y por ello tenga soluci¨®n. Pero no se trata s¨®lo de eso, como prueba la excusatio non petita del sr. Presidente se?alando que las de mayo son elecciones locales y que esas no enjuician al Gobierno, se trata que en nuestro francamente deficiente sistema de representaci¨®n las elecciones municipales se celebran simult¨¢neamente en todo el pa¨ªs el mismo d¨ªa, son as¨ª una suerte de elecci¨®n nacional de segundo orden porque los principales partidos lo han querido as¨ª, con el prop¨®sito de adquirir ventajas comparativas respecto de los partidos y listas locales. Claro que ese dise?o tiene un precio: asociar a las elecciones locales la virtualidad de censurar al Gobierno ( e incluso hacerlo caer, como sucedi¨® en pasado a?o en el ¨²nico pais de la Uni¨®n Europea que hace todas las elecciones locales el mismo d¨ªa: Portugal). Del mismo que en el 95 no pocos electores le dieron a Felipe una patada en el trasero de alcaldes y presidentes auton¨®micos socialistas algo similar le puede ocurrir a D.Jose Mar¨ªa de mayo. Donde las dan las toman.
Empero las elecciones no fueron la semana pasada, son en mayo. Pueden estar ustedes seguros que el espect¨¢culo cuotidiano del chapapote va a tener consecuencias, incluso electorales. Pero cuantas y cuales aun es pronto para se?alarlo. Todo puede depender de si se logra el cese del vertido, de la habilidad en la gesti¨®n de la recogida, de la agilidad en las indemnizaciones y de la dotaci¨®n de planes para reconstruir el tejido econ¨®mico y social de una zona en la que los da?os van a ser de larga duraci¨®n. Cosa esta ¨²ltima de la que apenas se habla y en la que Mohamed VI le ha ganado un punto al Gobierno. Como mucho pueden ustedes hacer una adivinanza de este tenor: con un Gobierno cuesta abajo cuya gesti¨®n de la crisis tienen los vac¨ªos que se ha registrado o hay un cambio dr¨¢stico de equipo y orientaci¨®n o mayo puede ser el primer y decisivo escal¨®n en el ascenso de Zapatero a La Moncloa. Pero es una adivinanza, quede claro.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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