Polos de la intolerancia
Numerosos actos de la derecha extrema y de la extrema izquierda est¨¢n conformando hoy un mapa de la intolerancia que da?a profundamente a todos los que buscan desde el centro de la democracia y la legalidad respuestas justas a un mundo peligrosamente amenazado por una larga lista de desaf¨ªos concretos. La guerra por el petr¨®leo. El desprecio hacia el derecho internacional y sus instituciones. El armamentismo. La unipolaridad global. El crimen organizado. Las necesidades mundiales de la educaci¨®n y de la salud. El hambre en un mundo donde, nos recordaba hace poco Bill Clinton, cuarenta millones de personas mueren de inanici¨®n cada a?o.
Desde que estall¨® el 1? de enero de 1992, el movimiento zapatista de Chiapas convoc¨® y obtuvo la simpat¨ªa de much¨ªsimos hombres y mujeres, no s¨®lo en M¨¦xico, sino en el mundo entero. La lucha de los ind¨ªgenas chiapanecos era vista, con justicia, como parte de la agenda que acabo de se?alar. Problemas locales todos ellos antes de ofrecerse como problemas globales. Y problemas s¨®lo en la medida de nuestra incapacidad pol¨ªtica para transformarlos en oportunidades. La lucha zapatista era el modelo mismo de una paciente pero firme lucha por obtener los derechos que le son inherentes, pero que le han sido sistem¨¢ticamente negados a las comunidades ind¨ªgenas de M¨¦xico.
En el polo opuesto, la organizaci¨®n terrorista vasca, ETA, ha repudiado sistem¨¢ticamente los caminos abiertos por la ley y la democracia para lanzarse a la ruta del crimen indiscriminado, como si la independencia del pueblo vasco pudiera construirse sobre una pir¨¢mide de muertos inocentes. El Estatuto del Pa¨ªs Vasco puede ser discutido y aun cambiado. Todos los caminos est¨¢n abiertos en Espa?a para discutir y para cambiar. La prensa es libre, los partidos son fuertes, las legislaturas son independientes, los gobiernos leg¨ªtimamente electos, la opini¨®n no es perseguida, el poder judicial opera con apego a la ley. Todos los caminos est¨¢n abiertos salvo uno: el del crimen. Si una organizaci¨®n opta por la violencia criminal desechando todas las armas legales a su alcance, esa organizaci¨®n cae bajo las mismas normas generales que castigan a las dem¨¢s conductas criminales.
Por eso llama la atenci¨®n que el subcomandante zapatista Marcos, que tan paciente energ¨ªa ha demostrado en la lucha por los derechos ind¨ªgenas, salga ahora en defensa de un cuerpo terrorista que niega todos los valores no s¨®lo democr¨¢ticos, sino humanos, empezando por el derecho a la vida. ?Sale Marcos en defensa de una banda criminal que ha asesinado a m¨¢s de ochocientas personas inocentes, mutilado y herido a m¨¢s de cuatro mil y sembrado el luto en centenares de hogares espa?oles? Jos¨¦ Stalin, gran maestro del cinismo pol¨ªtico, dijo que una muerte era una tragedia y mil muertes una estad¨ªstica. Yo invoco ahora una sola muerte: la de Ernest Lluch, cient¨ªfico, profesor, decano de la Universidad de Santander (UIMP). Un hombre de bien. Un amigo m¨ªo. S¨®lo este nombre invoco, s¨®lo este crimen se?alo. El de un solo hombre decente, arrebatado a su familia, a su comunidad, a nuestra cultura, por un acto irracional, bestialmente est¨²pido, de ETA. Ese crimen, para ajustarme a la l¨®gica estalinista que parece ser la de ETA, me basta para condenar a ETA.
Y es esta organizaci¨®n criminal la que ahora sale a defender el subcomandante Marcos, innecesariamente, contradictoriamente, arrojando dudas sobre su propia, leg¨ªtima lucha y poniendo en entredicho su propio liderazgo del movimiento ind¨ªgena. ?Es concebible que un solo ind¨ªgena chiapaneco se solidarice con ETA? ?No representa el grupo de terror vasco lo mismo que los indios de M¨¦xico rechazan: la violaci¨®n de la ley, el desprecio a la democracia, la impunidad criminal? Como si no bastase este sinsentido, Marcos lanza sus dardos verbales contra los protagonistas de la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola. El rey Juan Carlos, fiel de la balanza de un proceso de transici¨®n ejemplar. Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ambos gobernantes plenamente legitimados en las urnas. Y Baltasar Garz¨®n, figura fundamental de la lucha por la universalizaci¨®n de los derechos humanos -incluyendo los de las comunidades ind¨ªgenas de Chiapas-. Da verg¨¹enza leer los ep¨ªtetos baratos y las bromas sin gracia que Marcos les dirige a estos hombres que, m¨¢s all¨¢ de simpat¨ªas y diferencias pol¨ªticas admisibles, han contribuido, todos, a crear un aut¨¦ntico Estado de Derecho espa?ol sobre los escombros de cuarenta a?os de dictadura fascista. Si de "revolucionarios" quiere hablar Marcos, que empiece por quienes, en Espa?a, han revolucionado al pa¨ªs con la ley en la mano. Crear una democracia, establecer un pa¨ªs de leyes, eso es tan revolucionario como levantarse en armas en el Sur de M¨¦xico. Al insultar de manera zafia y sin ingenio a los actores de la pol¨ªtica democr¨¢tica en Espa?a, Marcos se rebaja a s¨ª mismo, rebaja su lucha e insulta, m¨¢s que a Garz¨®n o a Aznar, a los indios de M¨¦xico.
El exabrupto de Marcos, convertido en una especie de Kurtz conradiano en el coraz¨®n de las tinieblas, viene a sumarse a otro ominoso ejemplo de la intolerancia desde la izquierda. El gobierno de la revoluci¨®n bolivariana en Venezuela, emplazado por la ciudadan¨ªa a respetar la vida y la libertad, se ha lanzado por una pendiente totalitaria y criminal. Los aspavientos verbales de Hugo Ch¨¢vez son m¨¢s bien el SOS de su naufragio como gobernante. La masacre del 6 de diciembre es s¨®lo la prueba f¨ªsica, externa, de esa provocaci¨®n secreta, insidiosa, que consiste en se?alar a una persona como "enemiga del pueblo". Esto han hecho los fascistas de izquierda venezolanos en su campa?a contra otra persona de bien, el empresario Gustavo Cisneros, tildado p¨²blicamente como "enemigo de la humanidad", o sea, persona digna de ser eliminada. La campa?a de Ch¨¢vez contra Cisneros ha alcanzado grados tales que el ex presidente norteamericano Jimmy Carter se sinti¨® obligado a escribirle a Ch¨¢vez "para que no permita acciones" o "palabras incendiarias" que pongan en peligro a Gustavo Cisneros, su familia y sus amigos. En el mismo sentido se ha manifestado, protegiendo a Cisneros, el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Que la campa?a contra Cisneros indica el rumbo autoritario del Gobierno de Ch¨¢vez es algo que debe preocuparnos, no s¨®lo a los amigos de Cisneros, sino a la sociedad venezolana en su conjunto.
A veces, las simetr¨ªas no son hermosas, sino terribles. Tal es lo que ocurre con la "espantosa simetr¨ªa", que dir¨ªa William Blake, entre la intolerante izquierda de Marcos y Ch¨¢vez y la intolerante derecha de los evangelistas norteamericanos Pat Robertson y Jerry Falwell llamando a la guerra y supresi¨®n de los pueblos ¨¢rabes y creyentes isl¨¢micos. Jean-Marie Le Pen, en Francia; Umberto Bossi, en Italia; Jorg Haider, en Austria; Vlaams Block, en B¨¦lgica; el Partido del Pueblo, en Dinamarca; el Partido del Progreso, en Noruega; la Lista Pim Fortuyn; en Holanda; la extrema derecha militante, en Estados Unidos y en Europa, comparte en grados diversos el antiislamismo y el antisemitismo, aunque les une el odio al inmigrante y su connotaci¨®n inevitable, el racismo.
La fuerza neofascista en Europa posee, como lo indica John Lloyd en el Financial Times de Londres, una marca com¨²n: detestan las instituciones mediadoras. Quieren coger por los cuernos a todos los toros de sus prejuicios: el trabajador migratorio, el ¨¢rabe, el jud¨ªo, el negro, la mujer independiente, el pobre que lo es por su gusto, el miserable que lo es por holgaz¨¢n...
La izquierda no sectaria, en la medida en que podr¨ªa responder a los extremos de derecha y de la propia izquierda, demuestra hoy escasa imaginaci¨®n pol¨ªtica, escasa vocaci¨®n de lucha. Con la posible excepci¨®n del PSOE espa?ol, que parece haber encontrado en Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero un l¨ªder joven, vigoroso y digno sucesor de Felipe Gonz¨¢lez, las izquierdas europeas se ven marginales, divididas o enajenadas. El espect¨¢culo de dispersi¨®n dado por la izquierda francesa en las pasadas elecciones. La atomizaci¨®n de la otrora vigorosa izquierda italiana. El prestigio evanescente del laborismo brit¨¢nico. La dependencia del Partido Verde y la figura de Joschka Fischer que muestra la socialdemocracia alemana.
Todo ello indica que hay un peligroso vac¨ªo en el centro mismo de la pol¨ªtica democr¨¢tica mundial. Dos consideraciones. Primero, la pol¨ªtica, como la naturaleza, no tolera el vac¨ªo. Si no lo llena la democracia, lo ocupar¨¢n los extremismos de derecha o de izquierda. Segundo, toda pol¨ªtica es local, Tip O'Neil dixit. Nos corresponde localmente a quienes nos consideramos de izquierda buscar las alianzas sociales, establecer las agendas tem¨¢ticas y sobre todo defender el esp¨ªritu de tolerancia propios de una izquierda moderna para M¨¦xico, desde luego, pero para el mundo, tambi¨¦n. Marcos, ETA y Ch¨¢vez no son el camino de la izquierda, como Le Pen, Haider y Bossi no lo son para la derecha.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.