De las ventajas de ser pez
Si a los valencianos nos fuera dado elegir nuestro lugar de nacimiento, muchos de nosotros nos inclinar¨ªamos, sin duda, por ese magn¨ªfico Oceanogr¨¢fico reci¨¦n inaugurado. Un valenciano nacido en el Oceanogr¨¢fico disfrutar¨ªa de unas condiciones de vida inmejorables. Sus necesidades estar¨ªan cubiertas con largueza, y recibir¨ªa, en todo momento, cuidados y atenciones que har¨ªan su vida placentera. Respirar¨ªa una atm¨®sfera limpia, constantemente renovada por delicadas maquinarias. Incluso, dispondr¨ªa para el ba?o de unas sales especiales, importadas desde Israel. Como todas estas atenciones les parecer¨ªan pocas a nuestros gobernantes, decenas de doctores y cient¨ªficos, procedentes de todos los rincones del mundo, se ocupar¨ªan de su salud, vigil¨¢ndola a cada momento. ?Que bien vivir¨ªan estos valencianos del Oceanogr¨¢fico!
En cambio, si usted tiene la desgracia de ser un valenciano com¨²n, su vida resultar¨¢ muy diferente. Descubrir¨¢ que debe pelearse cada d¨ªa para que construyan la escuela de sus hijos, o para que la Consejer¨ªa de Educaci¨®n les asigne un profesor de ingl¨¦s. Si, tras cavilar muchos meses, decide adquirir una vivienda, disp¨®ngase a gastar en ella el salario de cuatro o cinco a?os de trabajo. Ni se le ocurra enfermar, por la cuenta que le tiene. Y ande despierto porque, cualquier ma?ana, la fantas¨ªa de un alcalde o la codicia de un promotor le habr¨¢n dejado sin el huerto que hered¨® de sus abuelos, o la casa en que ha vivido durante toda su vida. Este es, querido amigo, el porvenir que le espera de ser usted un ciudadano corriente.
En estos ¨²ltimos a?os, a los valencianos nos han construido una sociedad donde la ballena beluga o los delfines despiertan mayor preocupaci¨®n que las personas y son mejor tratados que ellas. Si ma?ana, pongamos por caso, un le¨®n marino del Oceanogr¨¢fico enferma, de por seguro que recibir¨¢ tratamiento de inmediato y se procurar¨¢ su curaci¨®n a cualquier precio. Si fuera preciso, lo trasladar¨¢n en un veh¨ªculo especial all¨¢ donde puedan operarlo y no reparar¨¢n en gastos para salvar su vida. En cambio, si usted tiene la desgracia de enfermar de c¨¢ncer y vive en Alicante, deber¨¢ aguardar pacientemente varios meses hasta recibir radioterapia.
?Que todo esto le parece demag¨®gico? Desde luego que s¨ª: es demag¨®gico. Pero no me responsabilice a m¨ª de ello. Culpe a la realidad, que se ha vuelto demag¨®gica. A fin de cuentas, cuanto uno hace es observarla y traslad¨¢rsela al lector de la mejor manera que sabe hacerlo, con una cierta urbanidad. Pero, no nos enga?emos. Lo peor no es que la realidad resulte demag¨®gica, sino que nuestros gobernantes la han vuelto obscena con sus decisiones y nosotros nos hemos habituado a esa obscenidad. ?De qu¨¦ otra manera podr¨ªan afirmar, sin que nos indign¨¢semos, que una obra como el Oceanogr¨¢fico contribuir¨¢ a nuestro bienestar?
?Deber¨ªa a?adir que no tengo nada en contra de esos grandes parques, que tanta fama proporcionan a las ciudades y tan orgullosos hacen sentirse a sus habitantes? Sin embargo, no creo que el dinero p¨²blico deba gastarse en esas construcciones cuando una sociedad, como es el caso de la valenciana, tiene tantas necesidades por cubrir. Situar estos aparatosos parques por delante de la salud de las personas y de la educaci¨®n de nuestros j¨®venes es una infamia que ninguna ideolog¨ªa pol¨ªtica puede justificar.
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