D¨¦ficit 0, Prestige 1
La mayor¨ªa de los ciudadanos y ciudadanas de este pa¨ªs hemos visto c¨®mo la tragedia del Prestige pon¨ªa en evidencia las carencias del Estado. Asistimos perplejos e indignados a esta espectacular muestra de incapacidad e irresponsabilidad pol¨ªtica de parte del Gobierno, que no ha afrontado la situaci¨®n hasta que no ha tenido m¨¢s remedio. Sin ofrecer soluciones, sin la humildad del que reconoce el error y sin la generosidad pol¨ªtica y econ¨®mica de los que son conscientes de la gravedad de la cuesti¨®n. As¨ª se ha comportado nuestro Gobierno y as¨ª se comporta nuestro presidente, m¨¢s preocupados por homenajear de manera grandilocuente y patriotera la bandera espa?ola que por atender las necesidades de los propios espa?oles.
Asistimos indignados a esta espectacular muestra de incapacidad pol¨ªtica
No obstante, estas circunstancias que aunque deplorables no dejan de ser coyunturales est¨¢n ocultando en el fragor de la batalla pol¨ªtica y la dureza de las im¨¢genes de la tragedia algo mucho m¨¢s preocupante. Asistimos al debilitamiento del Estado y de su capacidad para protegernos. Durante demasiados a?os ya, hemos escuchado los insistentes argumentos de los que propugnaban la minimizaci¨®n de lo p¨²blico en favor de lo privado. Casi hemos convertido en pol¨ªticamente correcto el lenguaje que avala en binomio gesti¨®n privada-buena gesti¨®n y por el contrario vincula la gesti¨®n p¨²blica al despilfarro y la ineficacia. Los buenos resultados econ¨®micos de los ¨²ltimos a?os -sobre todo para los m¨¢s poderosos- han permitido que en la conciencia colectiva se instale la idea de que no es necesario fortalecer la Administraci¨®n p¨²blica con m¨¢s recursos.
Es decir, hay que reducir los gastos, reduciendo tambi¨¦n los impuestos y por lo tanto la capacidad del Estado para afrontar situaciones como la que ha originado el hundimiento del Prestige en las costas gallegas. De nada sirve exigir respuestas a quien se le ha limitado la capacidad de darlas. No obstante, el Gobierno sigue sin darse por aludido. Ni siquiera la propuesta de los sindicatos y las organizaciones empresariales para afrontar la situaci¨®n ha sido bien recibida. Se propon¨ªa incrementar de manera extraordinaria y transitoria la cotizaci¨®n social para los fondos destinados a la Formaci¨®n Profesional y favorecer as¨ª programas dirigidos a mantener la actividad econ¨®mica y proteger el empleo despu¨¦s del desastre del Prestige.
El acuerdo a favor de la actividad productiva y el empleo en las zonas afectadas por la marea negra en la costa gallega y cant¨¢brica que impulsamos los agentes sociales, en un acto de generosidad y corresponsabilidad fiscal, ha ca¨ªdo en saco roto. El Gobierno prefiere mantener obsesivamente sus planteamientos en relaci¨®n con el d¨¦ficit cero que reconocer la excepcionalidad de la situaci¨®n y rebajar solidariamente sus previsiones econ¨®micas. Ni ahora, cuando la sensaci¨®n de quiebra de la capacidad de reacci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del Estado es m¨¢s evidente, Aznar es capaz de reconocer que esto es consecuencia de otra quiebra m¨¢s sutil pero igual de relevante: la del concepto de solidaridad y corresponsabilidad que est¨¢ en la base de la pol¨ªtica fiscal.
El gesto de los sindicatos y la patronal habr¨¢ servido, aunque sea de manera indirecta, para poner en crisis las teor¨ªas que aseguran que la reducci¨®n de impuestos favorece necesariamente el desarrollo econ¨®mico de un pa¨ªs. Los datos sobre las perspectivas de crecimiento de Espa?a lo ponen en cuesti¨®n a las puertas de una m¨¢s que probable recesi¨®n econ¨®mica. No hemos sido capaces de afrontar con dignidad la fractura ecol¨®gica, econ¨®mica y social que se ha producido en las costas gallegas, y cant¨¢bricas, y tampoco tenemos la suficiente autoridad moral para reclamar la solidaridad de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que teniendo una fiscalidad menos alegre que la nuestra soportan en gran medida los costes de cohesi¨®n y ampliaci¨®n. En esa encrucijada nos ha colocado la pol¨ªtica triunfalista del Gobierno de Aznar. Es necesario reconstruir con la m¨¢xima celeridad aquella idea, para algunos gastada, pero hoy m¨¢s que nunca de plena actualidad, que afirma que son los d¨¦biles los que necesitan un Estado fuerte. Eso es lo que necesitamos. Menos dosis de autocomplacencia y soberbia y m¨¢s recursos para asegurar que el Estado sigue asumiendo sus funciones como garante de la igualdad de oportunidades para el desarrollo personal y colectivo. La tragedia del Prestige traer¨¢ muchas consecuencias. Una de ellas, necesariamente tiene que ser la del fortalecimiento de la Administraci¨®n p¨²blica y de sus mecanismos para ofrecernos cobertura.
Josep M. ?lvarez es secretario general de UGT de Catalu?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.