Vacunas para todos
M¨¢s de medio mill¨®n de estadounidenses -soldados y t¨¦cnicos en su mayor¨ªa- han sido vacunados ya contra la viruela. Seg¨²n se anuncia ahora, el presidente George W. Bush tambi¨¦n se ha aplicado esta no muy dolorosa medida para dejar claro as¨ª que esta vez es uno m¨¢s entre los combatientes, no como hace cuatro d¨¦cadas, cuando las influencias de Bush padre le permitieron seguir gozando de los cocidos caseros de mam¨¢ Bush durante toda la contienda de Vietnam. Esta vez s¨ª est¨¢ dispuesto al combate y a asumir los muertos propios -seg¨²n primeras estimaciones entre 5.000 y 50.000 norteamericanos- por no hablar de los infieles. Tampoco asum¨ªa mal los muertos en Indochina, zona ignota lejana del rancho familiar.
En Israel han comenzado tambi¨¦n las vacunaciones, al tiempo que se aceleran los preparativos militares para la guerra. Ariel Sharon quiere echar una buena mano en esta contienda, consciente de que, al final del incendio b¨ªblico, puede que consiga finalmente las posesiones de Judea y Samaria, libres de habitantes hostiles. Sharon confirmando el car¨¢cter prof¨¦tico textual del Antiguo Testamento. Cosas m¨¢s raras veremos en un futuro dise?ado por la sangre vertida, por la que se amenaza con verter y, por supuesto, por el comercio de virus y vacunas. Los ej¨¦rcitos del Reino Unido y de Alemania, conscientes de los tiempos que vienen, han comenzado a vacunarse.
El Ej¨¦rcito estadounidense est¨¢ ya muy cerca de completar el despliegue necesario en la regi¨®n para lanzar su intervenci¨®n. La maquinaria lleva muchos meses puesta en marcha a gran ritmo. Paralelamente a los dimes y diretes sobre inspecciones posibles o no e informes bien hechos o no, le¨ªdos o no, inteligibles o no, de alg¨²n inter¨¦s o ninguno. Y las reservas de ciertos sectores en Washington como las de los aliados prescindibles -es decir, casi todos-, pesan hoy menos que la opini¨®n de uno de los cientos de oficiales norteamericanos vacunados que se pasean ya por la regi¨®n desmilitarizada del norte de Irak por no hablar de las quejas del pobre de Hans Blix, jefe de la misi¨®n de observadores. Mientras, no llegan noticias de que se est¨¦ vacunando a la poblaci¨®n iraqu¨ª, siquiera en las regiones fuera de control de Sadam Husein. No sabemos con exactitud cuando comenzar¨¢ la guerra y no tenemos la m¨¢s remota idea de cuando y c¨®mo concluir¨¢. Si podemos tener la certeza de que morir¨¢n muchos vacunados y muchos que no lo est¨¢n y de que el vacunado Bush no estar¨¢ entre ellos.
Dicho todo esto y recomendadas las vacunas a todos los que puedan hacerse con una, parece evidente que Estados Unidos, ¨²nica e incuestionada megapotencia del globo ha decidido ya corregir en este principio de siglo los muchos disparates que se cometieron durante la descolonizaci¨®n brit¨¢nica de los territorios otrora otomanos. Los Estados creados a base de tiral¨ªneas y limitados por c¨²mulos de piedra en el desierto y las dinast¨ªas tribales que los ingleses dejaron all¨ª en su retirada desordenada y vergonzosa como ocupantes tras la ca¨ªda del Imperio de la Sublime Puerta no valen para el siglo XXI. Estados regidos por satrap¨ªas familiares, m¨¢s o menos d¨ªscolas, no pueden tener la llave a los mayores dep¨®sitos de petr¨®leo del mundo. Por mucho que manden a sus ni?os a West Point primero y a Georgetown o Harvard despu¨¦s. Para acabar con los incordios heredados de aquella chapuza de descolonizaci¨®n habr¨¢ que empezar por el que se ha distinguido como perfecto canalla, Sadam Husein. Pero eso es solo el principio. Mediten sobre ello en aquella aldea de beduinos llamada Riad. Adem¨¢s, de golpe se puede acabar tambi¨¦n con la quimera de otro de estos descolonizadores, Lord Balfour, que otorgaba parte de palestina a los palestinos. El plan es ambicioso pero ?qui¨¦n lo puede hacer sino el mayor poder hegem¨®nico jam¨¢s habido? Despu¨¦s quedan flecos, como Corea del Norte y otros que ir¨¢n surgiendo en esa cartograf¨ªa llena de ideas que se maneja junto al Potomac. Mientras, la ¨²nica recomendaci¨®n razonable -no se sabe si ¨²til- es vacunarse.
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