70 familias siguen sin ser realojadas en el poblado marginal de Pitis
El Ayuntamiento de Madrid prometi¨® que el poblado chabolista de Pitis (Fuencarral) pasar¨ªa a la historia en 2002. Pero cumplido ese plazo, s¨®lo un tercio de las 100 familias portuguesas que malviven en esta zona ha sido ya realojado en pisos sociales. El concejal de la Vivienda, Sigfrido Herr¨¢ez, explica que ahora "carece de suficientes pisos de protecci¨®n oficial para albergar a estas familias", ya que, para evitar guetos, no pueden ser alojadas todas juntas en un bloque. Pero tambi¨¦n culpa en parte del retraso a algunos chabolistas "que se resisten a dejar el poblado y rechazan los pisos que les ofrecemos".
Luc¨ªa Jordao sabe que algunos de sus convecinos de Pitis se resisten a ser realojados. Como siempre han vivido en comunidad y a pie de calle, creen que en un bloque de viviendas se van a sentir aislados y enjaulados. Temen, adem¨¢s, no poder pagar los recibos del alquiler (de 30 a 120 euros mensuales en un piso social), el agua, el gas y la luz.
De Valencia a Madrid
Pero Luc¨ªa, con 30 a?os y seis hijos, no ve as¨ª las cosas. "Yo tambi¨¦n preferir¨ªa una casa baja y no un piso, porque es a lo que estamos acostumbrados. Pero lo que m¨¢s deseo es marcharme de este poblado lleno de barro; me ir¨ªa ma?ana mismo, sobre todo por los ni?os, porque aqu¨ª no tienen futuro", explica esta mujer, que hace siete a?os abandon¨® Valencia y se asent¨® en Pitis, donde reside su familia.
Su chabola est¨¢ formada por una gran sala-cocina con una chimenea de fuego bajo, dos habitaciones, una para ella y su marido y otra para los seis ni?os, una le?era y un ba?o con lavabo, retrete y ba?era. Tienen agua corriente y la luz la obtienen de bater¨ªas de coche. Dentro de la pobreza han intentado apa?arse lo mejor posible.
Marco, uno de sus hijos, de 10 a?os, asiente a su lado mientras devora una bolsa de gusanitos. "Este barrio est¨¢ muy sucio y entre los ni?os estamos todo el d¨ªa pele¨¢ndonos, porque somos muchos y algunos muy brutos", explica este estudiante de cuarto curso en el colegio Cardenal Herrera Oria. A su alrededor corretean otros ni?os, todos calzados con botas katiuskas, el ¨²nico calzado posible para sortear las calles del barrio, llenas de lodo, charcos y basura.
Fernanda Fern¨¢ndez, prima de Luc¨ªa, tambi¨¦n dejar¨ªa Pitis "ma?ana mismo". "Aqu¨ª los ni?os se ponen enfermos del fr¨ªo y de la humedad, y, aunque los laves todos los d¨ªas, nunca est¨¢n limpios", explica esta joven de 25 a?os madre de dos cr¨ªos, el mayor de ellos de seis a?os. Ni ella ni su pareja tienen trabajo estable. "En un piso tendremos todos m¨¢s oportunidades; no s¨®lo los ni?os, tambi¨¦n los adultos. Porque, ?c¨®mo voy a encontrar yo un trabajo de empleada de hogar diciendo que vivo en una chabola?", apostilla. "Adem¨¢s, en una vivienda en condiciones, los ni?os podr¨¢n estudiar mejor", asegura esta mujer, que se siente muy satisfecha de haber aprendido a leer y a escribir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.