Desmaterializaci¨®n
Si hay un artista en nuestra pl¨¢stica reciente que ha sabido hacerse un mundo a su medida, ¨¦ste es el escultor y pintor coru?¨¦s Santiago Mayo (Tal, 1965). Un mundo, no tan ins¨®lito por su sintaxis como por su escala parad¨®jica, que sit¨²a al espectador en el punto de vista reservado a los dioses. Aun as¨ª, la cosa es m¨¢s enrevesada de lo que parece. Todo se confabula para hacer cierta como nunca la divisa de que menos es m¨¢s. Los formatos diminutos, que en la pintura reiteran los lienzos cuadrados de 30 ¡Á 30 cent¨ªmetros para los paisajes minimalistas de soterradas turbulencias, pero que en la escultura alcanzan el v¨¦rtigo de lo min¨²sculo, de 5 a 10 cent¨ªmetros. Pero no menos en la estrategia material de despojamiento y fragilidad extremas. Pues en el quebradizo desamparo de esos desechos elementales queda multiplicado hacia una fuga abismal el alejamiento inducido por medidas tan parcas.
SANTIAGO MAYO
Galer¨ªa Magda Bellotti F¨²car, 22. Madrid Hasta el 25 de enero
Es, en esencia, un taimado mecanismo de desmaterializaci¨®n que act¨²a, a la par, como estrategia de condensaci¨®n centr¨ªpeta, microcosmos moldeado en el vac¨ªo puntual de un agujero negro y que irradia en sentido inverso, sobre el escenario vacante de la sala, una energ¨ªa expansiva de pulsi¨®n cicl¨®pea. Y de ella extraen estas miniaturas su ambici¨®n monumental, pues siendo casi nada succionan nuestra mirada dobleg¨¢ndonos a habitarlas.
Para esta ocasi¨®n, adem¨¢s, la querencia metaf¨ªsica que suele sesgar las protoedificaciones de Santiago Mayo desliza, en la serie que centra y nombra su nueva muestra madrile?a, un gui?o de corte m¨¢s m¨ªstico. Pues esa caba?a del monje, de muros y techumbre de papel, que establece la tipolog¨ªa del ciclo, abre ante el ojo un vac¨ªo esc¨¦nico para iluminar, justo ah¨ª, en el centro mismo de la nada, la esperanza de una visi¨®n.
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