Franciscanismo tecnol¨®gico
Este libro, una desmesurada conferencia de 180 p¨¢ginas y m¨¢s de 200 notas a pie de p¨¢gina o texto, que sin embargo se supone real, libro magn¨ªfico a pesar de las dosis de ret¨®rica in¨²til a que obliga la extravagancia de esa concepci¨®n esc¨¦nica general, magn¨ªfico a pesar del espesor de su escritura cuando se adentra sobre todo en la imposible terminolog¨ªa heideggeriana, es de agradecer tanto como se hac¨ªa esperar. Por fin se ofrece un contexto sereno, serio y acad¨¦mico de una pol¨¦mica triviliazada por intereses pol¨ªtico-filos¨®ficos y falsas conciencias. La que levant¨® Sloterdijk en julio de 1999 con la conferencia que recoge -en este caso veros¨ªmilmente- su librito Reglas para el parque humano (Siruela), en la que este enfant terrible de la filosof¨ªa, desvergonzado e irresponsable para muchos, no hizo otra cosa, por lo dem¨¢s, que plantear valientemente algo obvio si se tienen en cuenta los nuevos retos tecnol¨®gicos y el manifiesto fracaso de cualquier teor¨ªa humanista en su intento de domesticar al hombre: la necesidad de fijar reglas para el parque o zoo humano en una esperanza de mejora t¨¦cnica de su crianza.
EN TORNO AL HUMANISMO. HEIDEGGER, GADAMER, SLOTERDIJK
F¨¦lix Duque Tecnos. Madrid, 2002 180 p¨¢ginas. 12 euros
F¨¦lix Duque dedica unas sesenta p¨¢ginas a Heidegger, otras tantas a Sloterdijk y s¨®lo una docena a Gadamer, recorriendo un periplo que va del ser de Heidegger -cuyo sino hist¨®rico es el mismo del hombre, que ha de esperar atento y ext¨¢tico a su revelaci¨®n para fundar su propia humanitas-, a su traducci¨®n en lenguaje y di¨¢logo por Gadamer, y en informaci¨®n y genes por Sloterdijk. O sea, el periplo que va de una concepci¨®n del hombre como pastor del ser, con f¨¢ciles inclinaciones a conductor-gu¨ªa de su destino, a otra como traductor e int¨¦rprete de sus mensajes, en un proceso dial¨®gico inacabable, huero en su circularidad sin fin, para acabar en la de transductor suyo, de sus se?ales sensoperceptivas en impulsos electr¨®nicos y digitales que permitan (inform¨¢ticamente) su teledifusi¨®n y procesamiento, y (gen¨¦ticamente) su producci¨®n y reproducci¨®n en un "hombre auto-operable", auto-cirujano.
Duque, justific¨¢ndolo, pasa un tanto con desaire por Gadamer. La cuesti¨®n fundamental es Heidegger-Sloterdijk. Y ah¨ª, en la tradici¨®n heideggeriana de la t¨¦cnica como destino hist¨®rico de un proyecto del ser siempre situado, marcado y arrojado f¨¢cticamente, de la t¨¦cnica como figura de la verdad en la historia de la metaf¨ªsica, Duque est¨¢ de acuerdo fundamentalmente con Sloterdijk en radicalizar el sentido y funci¨®n de la t¨¦cnica hasta hacerla equiparable al ser heideggeriano, viendo en ella "el modo primordial de salir del ocultamiento y por tanto de decir y hacer verdad". No est¨¢ de acuerdo con su ingenuidad pol¨ªtica, frente a la que le recuerda insistentemente que siempre hay alguien peligroso detr¨¢s de las t¨¦cnicas, dirigiendo su utilizaci¨®n y sentido. No est¨¢ de acuerdo, sobre todo, con ese optimismo ontotecnol¨®gico ("franciscanismo tecnol¨®gico", lo llama) sloterdijkiano de que la implosi¨®n de la t¨¦cnica, en su plena difusi¨®n universal, acabar¨ªa a largo plazo con las relaciones de poder, permitiendo por fin un di¨¢logo libre de dominio.
Cyborgs refinados, reconciliados en un nuevo para¨ªso trascendental, de luminosidad tecnol¨®gica ahora. No, no tanto. Siempre queda un fondo de oscuridad, una "sombra hosca": la madre tierra sigue ocultando el car¨¢cter fundamental del hombre. El horizonte de la liberaci¨®n todav¨ªa queda bien borroso. Las nuevas luces tecnol¨®gicas no permiten a¨²n el desocultamiento del ser, la transparencia de la condici¨®n arrojada del hombre. Eso piensa Duque, que lleva a?os intentando brillantemente operativizar en la t¨¦cnica y el arte actuales el factor "tierra" de opacidad, retracci¨®n e indisponibilidad. Un factor heideggeriano que en Sloterdijk resulta evanescente y poco menos que desechable, y que Duque remite docta y bellamente tambi¨¦n, tanto a lo Aorgische de H?lderlin o a lo Regellose de Schelling, como a la basura en las cadenas de ADN o al ruido en los bits de informaci¨®n de Shannon, en una manifestaci¨®n m¨¢s de sabidur¨ªa y sensibilidad intelectual de las muchas que depara este libro, a pesar -insisto porque es pena- de las extravagancias de su ret¨®rica y el espesor de su escritura, tambi¨¦n "terrestre".
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