El espejo
?Sabe alguien en qu¨¦ piensa un pol¨ªtico cuando se mira en el espejo? Pues habr¨ªa que estudiarlo porque cada d¨ªa lo tiene m¨¢s complicado, debe tener sensaciones muy complejas y especialmente inestables. Hubo un tiempo, ya muy lejano, en que la cosa era m¨¢s sencilla. Cuando un pol¨ªtico se miraba en el espejo, con espuma de afeitar o sin ella, ve¨ªa claramente a un salvador de la patria, a un hombre de orden, a veces se deleitaba en observar al legislador con ¨¦xito o hasta sent¨ªa la fuerza viril del revolucionario. En ocasiones se sorprend¨ªa por la aureola carism¨¢tica que rodeaba su imagen en el cristal m¨¢gico. Pero ahora las cosas son muy distintas porque, como ya se sabe, no hay nada m¨¢s fluido y cambiante que la propia identidad y en pol¨ªtica mucho m¨¢s.
Los espejos evolucionan, como toda la tecnolog¨ªa, y los de ¨²ltima generaci¨®n est¨¢n al tanto de todo lo que ocurre a tu alrededor, conocen las encuestas del d¨ªa, los esc¨¢ndalos, las declaraciones de la oposici¨®n y hasta las cotizaciones de la bolsa. Un d¨ªa te miras y ves restos de chapapote en la comisura de los labios o tienes cara de p¨ªcaro por cortar y pegar en los papeles p¨²blicos. Al d¨ªa siguiente te complace observar al fil¨¢ntropo de la m¨²sica que hay en ti, los gestos sensibles de director de orquesta, para observar que a las pocas horas surgen en el espejo los rasgos gen¨¦ticos de la casa de los Austrias. Es terrible, m¨¢s que identidad es una tormenta de im¨¢genes cambiantes. Cuando te levantas por la ma?ana, te pones las zapatillas y caminas hacia el lavabo, sientes un bolo de angustia comprimi¨¦ndote el est¨®mago. ?Qui¨¦n ser¨¦ yo esta ma?ana? Y, sobre todo, ?hasta cu¨¢ndo lo ser¨¦?
Pero lo peor de todo es la identidad sexual o, si prefieren, el g¨¦nero. Los pol¨ªticos saben que la mujer est¨¢ brutalmente discriminada en los cargos p¨²blicos y, sin embargo, cada d¨ªa se necesitan m¨¢s sus capacidades y resulta m¨¢s atractiva su imagen para la sociedad. Es aqu¨ª donde entran en juego todos los prejuicios y estereotipos de g¨¦nero, la mayor¨ªa no muy correctos en pol¨ªtica, pero que funcionan de maravilla. La caricatura del candidato var¨®n era de una persona en¨¦rgica, eficaz, agresiva y competente, mientras que la candidata se ve¨ªa tolerante, sensible, con capacidad de di¨¢logo y preocupada por los asuntos sociales. Pero el espejo es perverso y tiende a distorsionar los prejuicios para mostrar al candidato como at¨ªpico del grupo al que pertenece. Eres var¨®n, le dice al candidato, pero no tanto como tu crees. Eres mujer, se?ora candidata, pero tambi¨¦n puedes ser dura y en¨¦rgica. En Estados Unidos, hay senadoras que se convierten de pronto en defensoras de la pena de muerte por recomendaci¨®n del espejo electoral.
En lugar de tanta entrevista edulcorada a pol¨ªticos en ¨¦pocas de merecer, deber¨ªamos ponerles un espejo delante y pedirles que describan lo que ven en menos de tres minutos. ?Se imaginan lo que contestar¨ªa el se?or Aznar? ?Qu¨¦ dir¨ªa Zapatero, Fraga, Ignasi Pla o Camps? ?Alguien se atreve a suponer qu¨¦ ver¨ªa Ana Botella, Ana de Palacios, Trinidad Jim¨¦nez o Rita Barber¨¢? No intento ser cruel, al contrario, quiero destacar lo duro que resulta ser pol¨ªtico en estos tiempos del juego de espejos. M¨¢s que ser, es c¨®mo no ser, pero sin dejar de ser lo que no eres.
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